Prólogo

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Calor.

Sentía calor. Mi cuello y mi espalda estaban sudando y me sentía incómodo en ese asiento reclinable del bus. No quería despertar, iba a ser un viaje largo, pero abrí mis ojos y alguien había arrimado la cortina de la ventana. La luz del Sol golpeó mis ojos haciéndome querer dormir más.

Había un chico a mi costado, Riley. Hablamos un poco cuando empezó el viaje, pero luego cada uno entró a lo suyo. Cuando desperté, él estaba con su iPad gigante leyendo unas noticias que tardé en enfocar. Cuando vi de que trataba le di la espalda y saqué mi celular para seguir viendo una película. Para ser un bus de chicos problemáticos, todos se estaban empezando a conocer y a contar cosas de los demás tranquilamente, como una maldita visita de estudio.

Riley empezó a murmurar con un chico y una chica que estaban al frente de nuestros asientos. No dejaban de hablar sobre el gran evento que se dio al frente del palacio de gobierno. Me molestaba.

No los culpo, yo también estaría hablando de eso si no me hubiera involucrado. Si no hubieran matado a mi tía ese día. Si no hubiera enloquecido y herido a esos oficiales. Me dejé llevar por mis emociones al igual que ella. Fue nuestro error dejar llevarnos por sentimientos, el error más común en la sociedad.

Me levanté y fui directo a la parte posterior del vehículo para no pensar en eso. Sin embargo, me puse a leer más de las noticias y di un golpe fuerte, pero tembloroso, a la ventana de mi lado, haciendo que se rompiera. Mi mano me comenzó a arder inmediatamente por los cortes y mi cabello se despeinó por el fuerte viento que entró.

Dos hombres morenos y musculosos voltearon rápidamente. Veía su enojo a la distancia y poco a poco se acercaban rápidamente mientras sacaban una aguja cada uno. Me tiraron contra el piso como a un costal de harina. Ya no me quedaban fuerzas y estaba cansado de todo.

Así fue la bienvenida a mi nueva vida en el reformatorio. Tenía 18 años recién cumplidos y estaba a punto de entrar a un infierno que sería mi hogar en mi último año de estudios.

El ReformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora