Pelotudeces de dos wnas

Sin Título.

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Se sentía agotado, adolorido y al borde del llanto, ese había sido uno de sus peores días escolares. "Eres muy joven para que te sientas así." , dijo su madre, ya saben, la típica frase usada por los adultos, los cuáles nunca saben que tan angustioso y serio podía ser algo personal, sin importar la edad.

Tiró su mochila a cualquier parte de su habitación y cerró la puerta con llave, no tenía hambre, no le importa cuánto le gritara su madre para que fuera a almorzar, simplemente quería llorar, desahogarse y dormir. Se sacó los zapatos torpemente mientras una lágrima caía por su pálida mejilla, se sentía pesado y le dolía todo el cuerpo. Se deshizo de su uniforme estudiantil, buscó algo cómodo mientras aún caían lágrimas de sus ojos azules.

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Estaba acostado, con los ojos rojos he hinchados por el llanto. Miraba la ventana empañada, ese día se había puesto a llover. Se sentía más tranquilo, la lluvía lo calmaba; le relajaba el cuerpo y le despejaba la mente, se había olvidado del mundo y la realidad, estaba completamente perdido y concentrado en la lluvía, quería entrar a su mundo, olvidarse de sus problemas y pesares, entrar a su mundo de sueños, donde siempre es feliz, donde nada lo lastimaría. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no notó cuando se hizo de noche. Tenía hambre, pero no las fuerzas suficientes para levantarse he ir a buscar algo para alimentarse, ni siquiera pensaba en ir a buscar alimentos, su hambre le daba igual, llevaba meses así y su familia se iba preocupando de a poco, pero no le importa; sintió que estaba listo para entrar a su mundo de sueños...y finalmente cayó en brazos de Morfeo.

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Estaba cayendo completamente en la oscuridad, sentía mucho miedo, las lágrimas amenazaban salir de sus ojos, no, no de nuevo. Casi tocaba el piso cuándo sintió un suave agarre por su cintura que lo puso de pié, miró a todos lados buscando algo pero lo único que lograba ver era negro, kilómetros y kilómetros de lo mismo, oscuridad; se sintió aterrado, sólo, perdido y angustiado, y la primera de muchas lágrimas cayó por su mejilla; corrió de donde estaba parado, no paró de correr hasta que se detuvo por el cansancio, cayó al piso de rodillas tapando su cara con sus mangas mojando la tela con esas lágrimas que amenazaban no parar, cuándo escuchó una voz, se quitó la prenda de la cara para ver de dónde venía aquella voz tan familiar, se levantó y caminó lento, sin hacer ningún ruido cuándo vió una luz, caminó aún más lento y pudo divisar a una chica, era linda, cabello castaño recogido en una coleta, ropa estudiantil; sintió su corazón acelerar y sus mejillas teñirse de un hermoso carmesí, quería acercarse y estar con ella cuando nuevamente divisó un chico azabache no más grande que él, se acercaba a aquella chica, con intención de besarla, ella no se negó y se dejó llevar uniendo sus rosados labios con los de aquel azabache, el llanto regreso aún más intenso que antes, aquella imagen se repetía en su mente una y otra vez como esa tarde al volver a casa; se tapó la cara cubriendo esta por completo, no se molestó en esconder mucho su llanto, ya que la soledad parecía no querer dejarlo, siguió llorando con los ojos cerrados cuando sintió un agarre al rededor de su cuerpo, era un tierno abrazo de consuelo, no hizo simplemente nada, solo se dejó abrazar; según él sabía que era lo que no lo dejó caer y lo puso en el suelo a salvo. Abrió los ojos percatándose de que estaba completamente solo, cuándo sintió el piso quebrado, miró hacia abajo notando que el suelo se estaba rompiendo, no podía correr, no podía hacer nada; hasta que el suelo se quebró como hielo dejando que él cayera, empezó a gritar mientras seguía llorando, divisó el piso a no tan solo unos metros. Estaba cerca.

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Despertó abriendo los ojos de golpe, se sentó en la cama con todo el cuerpo adolorido, estaba sudando frío mientras tenía los ojos mojados por sus lágrimas, se levantó y fue hacia el baño, estaba completamente mal.