2. CARICIAS EN CUALQUIER LADO.

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Parpadeó con algo de cansancio. Llevaba toda la mañana haciendo papeleo, y, claro, a pesar de que era algo que en el fondo — muy, muy en el fondo — lo mantenía entretenido, en exceso lo empezaba a poner nervioso.

Su mano viajó hasta la taza que se encontraba a su lado, y dió un sorbo al contenido de la misma. Luego, su mirada volvió a los tecnicismos del papel.
En eso se escuchó la puerta de su habitación abrirse, dejando a la vista al albino que actualmente era su compañero de piso. Ambos conectaron sus miradas.

— Norman. — llamó Ray. — Me pillas haciendo papeleos, pero...¿qué quieres?

— Me doy cuenta de ello. — respondió el de ojos claros mientras sonreía. — Solo venía a ayudarte. Llevas así tres horas y pareces no haber cambiado de papel.

— Uh...bueno, admito que no me vendría mal algo de ayuda.

El recién llegado tomó una silla y se posicionó al lado del propietario de la habitación.

— Bueno, empecemos, pues.

Y así se llevaron media hora, mirando los papeles con algo de confusión, demasiados datos para sus cabezas en solo treinta minutos, que parecían ser simplemente eternos.

— Estoy cansado. — dijo Ray antes de pegar la cara en la mesa. — Hacer esto es demasiado aburrido.

— Concuerdo en el sentimiento. — Norman refunfuñó. — Hagamos algo más divertido, tenemos tiempo para terminar.

La mano del de cabellos blancos, traviesa como ninguna otra, fue desplazándose hasta llegar a la espalda de su « amigo ». Proporcionó algunas caricias en el lugar, acción que el pelo negro no se esperaba.

— Norman...¿qué haces? — ante su pregunta, la respuesta fue una sonrisita por parte del susodicho.

— Sé que te calma. Relájate, vamos.

El de ojos oscuros parpadeó alguna que otra vez, no se había esperado nada por parte de su ajeno. Pero, aun así, decidió obedecer. Era cierto que estaba algo cansado, y estresado, algo de relajación definitivamente no le vendría mal.
No tardó mucho en cerrar sus ojos, disfrutando del suave y cálido tacto de la mano del contrario.

— Verte así me calma incluso a mí. — admitió el de tez más pálida, a pesar de que ya era alguien bastante tranquilo de forma natural.

— Tú siempre estás relajado. — y Ray no tardó en recordárselo, lo que le sacó una risa a su acompañante.

Después de eso siguieron igual por un rato. No hay por qué excluir el hecho de que el pelinegro estuvo apunto de quedarse dormido, sin embargo logró evitarlo con algo de dificultad. Las caricias no habían cesado y tampoco se habían movido de sitio.

— Deberíamos seguir con el papeleo... — musitó el que yacía apoyado en la mesa, llamando la atención del de cabellos nevados.

— Oh, no es necesario...si quieres después lo termino. Por favor. — respondió el otro. — No quiero dejar de acariciarte.

Las mejillas de Ray se pusieron algo rojas. Las miradas de ambos volvieron a cruzarse.

— ...bien. Pero debe estar listo para mañana.

Norman sonrió, y las caricias pasaron de la espalda a las mejillas. Eran tan suaves, ese tacto era hipnotizante.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2020 ⏰

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