Capítulo 1: Stissent

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Habían pasado dos semanas desde que llegó al pequeño pueblo de Stissent desde su natal San Francisco y ya estaba más que claro que el lugar era demasiado aburrido para un joven de dieciocho años como él. La noticia le llegó de sorpresa cuando estaba cenando con su padre unos días antes de que acabaran las vacaciones de verano y Jimin no había estado ni la mitad de contento como su padre lo esperaba cuando le soltó la noticia. "Ya verás que nos la pasaremos bien" le había dicho Park Jihyun cuando vio su cara de disgusto, y por un momento se lo llegó a creer. Sin embargo, tras dos días de haber llegado, Jimin decidió que definitivamente era el peor lugar sobre la faz de la tierra.

— Estás exagerando. Este pueblo no es tan malo. —le dijo su padre mientras dejaba el plato de comida frente a él.

— Quizá para ti no, ¡pero no hay nada interesante que yo pueda hacer en este lugar! —exclamó he hizo un puchero con los labios.

Su padre rió levemente.

— ¿No has hecho ningún amigo todavía? Le puedo decir a uno de los chicos de la estación que te presente a uno de sus hijos.

— No me cae bien nadie de mi clase. —Jugueteó con la comida un poco más y agregó—: Además, todos tienen pinta de aburridos como todo el pueblo en general.

— Vamos, hijo, ponle un poco de ganas y verás como tendrás muchos amigos. Así como en San Franciso —su padre le sonrió con ánimos y los ojos de Jimin brillaron levemente ante el recuerdo—. Ahora, empieza a comer antes de que se enfríe.

La conversación terminó ahí y el resto de la cena se complementó con preguntas triviales relacionadas al trabajo y a las clases. Jimin ya sabía lo relajado que era el trabajo de su padre en comparación a lo ajetreado que era en San Francisco. Aquí de lo único que se encargaban los oficiales era del papeleo diario y uno que otro llamado por parte de los vecinos para pedir ayuda en cosas absurdas. Lo máximo que había pasado durante estas semanas fue que un mapache se metió a una casa a robar comida y la dueña no sabía cómo sacarlo. Su padre había regresado con un par de rasguños esa noche, nada grave y él admitió que fue lo más emocionante que había hecho desde que llegaron.

Una vez terminada la cena, Jimin se encargó de limpiar la cocina y su padre fue a ver un poco de televisión. Apenas eran las 7:30 de la noche cuando decidió que no podía seguir asfixiándose dentro de su propia casa y se decidió por salir a dar un pequeño paseo.

— Iré a dar una vuelta a la plaza, no me demoro.

— ¿Y no me pides permiso? —dijo su padre mientras apartaba la vista de la TV.

— Sé que no es necesario —contestó burlón. Su padre rió.

— Bien, no regreses tan tarde.

Terminó de ponerse la chaqueta y antes de salir revisó si sus llaves seguían en el bolsillo. El frío viento golpeó su cara apenas puso un pie fuera de su casa. No vivían tan alejados de la plaza así que pensó en ir a sentarse en una de las bancas y meditar sobre su aburrida vida. En San Francisco no era así, tenía los suficientes amigos como para salir a divertirse cada fin de semana; he incluso durante los días de clase. Pero al parecer había cambiado desde que llegó a este lugar. No se esforzaba en caerle bien a nadie y parecía que sus compañeros tampoco tenían interés en entablar amistad con él.

Metió las manos en los bolsillos de su abrigo mientras pasaba por debajo de un farol. A estas horas las calles lucían tan deshabitadas que cualquiera pensaría que era un pueblo fantasma de esos que aparecen en las películas de terror. 

Cuando llegó a la plaza se sentó en una de las bancas más próximas. Recostó su cabeza en el espaldar y contempló el cielo. Las estrellas titilaban con gracia en el oscuro manto de la noche. Posiblemente eso fuera lo único que le gustaba del pueblo, ya que en San Francisco esta clase de paisajes no se veían nunca.

Boy meets evil  // KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora