Único

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Era de madrugada, para ser exacta las 2:30 a.m, en un sábado. ¿Qué demonios hago despierta un sábado a esta hora?

Pues la chica de rasgos Franceses que duerme en la otra cama cerca de la mía, tiene mucho que ver.

Al llegar el viernes Marinette; mi compañera de departamento, solía salir siempre con sus amigos a una de sus cuantas fiestas de fin de semana, el vivir con una persona que es sumamente popular me estaba jodiendo la vida.

¿Y porque no te vas Kagami?

Me hacía esa pregunta una y otra vez, pero por más fastidioso que sea convivir con ella, era la chica que hizo un mar de emociones extrañas en mi corazón, desde su peculiar sonrisa, sus adorables mejillas sonrojadas, su piel blanca como de una muñeca de porcelana, su cabellera negra y sus ojos. Sus ojos que los podría comparar con una gema preciosa como lo es el zafiro

— Kagami... - Susurró tratando de incorporarse — ¿Podrías traerme agua?

— Claro

Me incorporé para ir directo hacia la pequeña cocina que teníamos, sirviendo en un vaso de cristal agua exactamente hasta el tope.

Con pasos apresurados me dirigí de nuevo a la habitación y la encontré sentada en el lecho, con una mano en la cabeza, con entrecejo ligeramente arrugado y con la mirada hacía sus pies

— Aquí tienes — Le susurré entregándole el vaso el cual ella miró por unos segundos y después lo tomó derramando algunas gotas de agua sobre el tapete

— Joder... Siento que me explotará la cabeza — Dijo con frustración, llevándose el vaso a la boca y beber precipitadamente el agua

— Esta vez se te pasaron las copas — Dije cruzándome de brazos mientras la veía con suma molestia

— Kagami... No estoy para regaños — Dejó el vaso en la mesita de alado y se recostó de nuevo en su cama — ¿Tienes alguna pastilla para el dolor?

— Te las acabaste...

— ¿Y porqué no has comprado más?

— ¡Tal vez porque sería más fácil que dejarás de beber alcohol como una vagabunda! — Me exalté, fruncí el ceño y gire el rostro evitando verla

— ¡Kagami no grites! — Se llevó ambas manos a la cabeza — Ahora si siento que en cualquier momento me estallará la cabeza

— Te lo mereces... — Susurré, me giré sobre mi propio eje y me apresuré en sujetar una almohada y una sabana que estaban sobre mi cama

— ¿A dónde vas? — Cuestionó en un hilo de voz — ¿Me dejaras sola?

— Iré a dormir en el sofá — Sujete a mi peluche, quien era una mariquita y se lo lancé a la cara — Y no estarás sola, dormirás con Tikki

— ¡Argh! ¡Ten cuidado! — Suspiré en respuesta y me apresure en salir cuando estaba apuntó de girar el pómulo de la puerta un suave golpe me dió por la nuca —  ¡Te di!

Contrólate Kagami... Solo esta ebria

Carajo.

— ¿¡Me acabas de golpear con mi propio peluche?! — Me giré para encararla, y suaves risas inundaban por toda la habitación — ¿Qué es tan divertido?

Apreté los puños con frustración mientras observaba detenidamente el semblante risueño de mi compañera

— Tu expresión... Es tan linda — Musitó, seguido por un ligero suspiro

De alguna manera mis pómulos alcanzaron a tener ese rubor que pocas veces se veía en mi, agradecía que la luz de la habitación estuviera apagada de lo contrario podía apostar que Marinette seguiría hablando, quería lanzarme a besarla sin intención de parar para callarle esa pequeña boca que tiene, Lucía de lo más adorable en estado de ebriedad pero, debía controlarme.

BESO SOÑADO/ SHORT FIC MARIGAMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora