Sonaban las dulces composiciones del piano de cola por el gran salón de la casona de los Tassara Carrera temprano por la mañana. María, reprochando como siempre y alegando que su hermana la despertara con su música cuando estaba soñando, se olvidó que ese día celebrarían la víspera de su cumpleaños como cada año. María del Carmen Tassara Carrera era la menor de las cinco hermanas; inquieta, rebelde sin embargo la consentida por su padre Manuel. Por el otro lado, su madre se empeñaba en cambiar su rebeldía por buen comportamiento, sofisticación y actitud digna "de señorita"- decía doña Norma Carrera con su conocida disciplina que la enorgullecía al ver a 4 de sus hijas, pero que sin duda frustraba al ver a María.
Al escuchar los gritos caprichosos de su hija menor, don Manuel Tassara se levantó de su cama tranquilo, sabiendo que era una de esas discusiones entre Blanca y María porque la mayor no dejaba dormir a la otra. En cambio, doña Norma estaba enfadada, su mandíbula estaba apretada, y tenía el ceño fruncido cuando junto a su marido llegó al salón para ver qué pasaba con las dos hermanas. María tensó su cuerpo al ver a su madre y sus gestos de desaprobación. Muy dentro de sí, deseaba poder escapar de esa mirada fulminante que le daba su madre por no ser como sus hermanas. Siempre la frenaba el ver el rostro de su querido padre, tan tranquilo, con su voz grave pero mesurada la paraba en seco de ser impulsiva. A pesar de eso María sentía que le hervía la sangre cuando su madre abría la boca para emitir el típico y ya escuchado comentario de: "Ojalá fueras como tus hermanas, correctas, disciplinadas, y no una niñita altanera y malagradecida con su madre, ¡Que le dio la vida!"- mientras se llevaba una mano a la cabeza y fingía sentir desconsuelo.
A la par que seguía la discusión entre Blanca y María, las otras tres hermanas Elena, Ana y Laura, se levantaban desorientadas con sus largos camisones de lino y sus delgadas figuras que se divisaban en la clara luz que entraba por los grandes ventanales de la casona conforme bajaban las escaleras sin saber qué ocurría en el gran salón de su hogar. Elena Margarita era la segunda hija del matrimonio, alta, delgada y de tez blanca, era lo más parecido a una muñeca de porcelana con las que jugaban de pequeñas. Ana Teresa era la siguiente hija. De similar estatura y delgadez que su hermana, la distinguían sus ojos verdes como las esmeraldas que intactas, brillaban en su cuello en un collar de plata. Laura Sonia era la penúltima de las cinco hermanas. De cuerpo delgado como las otras, se le distinguía por su silueta armoniosa, en forma de reloj de arena. Sus ojos pardos y su cabellera larga la hacía una de las más bellas de las hijas Tassara Carrera. Blanca de las Mercedes por su parte, la mayor de todas, era de figura imponente. Alta, de cejas arqueadas y rubias, ojos azules penetrantes como los de su madre y una figura que en trajes elegantes, siempre empeñaba en resaltar. Quedando sólo una de las hijas, María del Carmen era alta, pero no como sus hermanas. De figura curvilínea, cabellera castaña a los hombros, aros colgantes de oro que resaltaban el color ámbar de sus ojos almendrados. Su manera de caminar, sus modales, todo indicaba que era igual que sus hermanas. Una señorita. Pero a sus 17 años demostraba, en la punta de su rebeldía, estar cansada de los estándares. Tan así que su madre cuando se enteró por malas lenguas del barrio que su hija había celebrado la proclamación del voto femenino, por el presidente de la república don Gabriel González Videla, la dejó encerrada en la casa durante semanas.
La discusión cesó cuando don Manuel preguntó que si pensaban tomar desayuno o esperar hasta el almuerzo para dejar de discutir, siendo eso la única frase que emitió desde que se levantó por la ya terminada discusión de sus hijas. María miró de reojo a Blanca y a su madre, notando la desaprobación e indignación que ella les provocaba a ambas. Quería terminar eso, pero no comprendía cómo hacer para que su madre se enorgulleciera tanto con ella como lo hacía al ver a sus hermanas. Quizá su madre pensaba que jamás se casaría o sería una dueña de casa buena con su marido. Preparando el desayuno se distrajo de esos pensamientos, y volvía a a meterse en su cabeza el cómo podría irse de la casona sin dañar a su padre. Sin embargo todo se esfumó de su cabeza cuando se sentó a la izquierda de don Manuel, y él esbozando una sonrisa sincera y contagiosa de su alegría, le pregunta:
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La Casona
Misterio / SuspensoSantiago de Chile, 1950. La Casona de los Tassara Carrera, familia adinerada formada por los padres y cinco hijas. La madrugada del cumpleaños de la menor de las hermanas, María, comienza uno de los grandes misterios que han ocurrido en la ciudad...