Capítulo II

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Ciudad Gótica

En las afueras del Hospital General de Gótica, 9:00 am.

3 días antes.

Debía admitirlo, estaba nervioso, muy nervioso. Tomó un largo respiro y lo soltó lo más lento posible.

—Allá vamos —, el nuevo director del hospital lo recibiría en su oficina, sería oficial, le daría sus papeles y quedaría registrado como nuevo residente en el hospital... Sus manos temblaban, no solo de emoción también de nervios. —Sí, sera pay comido — y entró.

—Eh, buenos días, señorita, ¿me podría decir cómo llegar a la oficina del director Fox?

La ancianita levantó la mirada de su libro y alzó las cejas sorprendida.
—Oh, claro hijo, ¿ves esos ascensores? —Apuntando hacia una fila de ascensores a su izquierda.

El chico asintió.

—Bien, bien, es el penúltimo piso, allí la enfermera en turno te dará las últimas indicaciones...

—Muchas gracias, señorita.

—Oh, aquí nadie me dice señorita —, dijo riendo con diversión—. ¿Acaso eres el nuevo residente?

—Emm, sí, lo soy —,frunció el ceño con curiosidad—, ¿cómo lo supo?

—Aquí todos comentan acerca de tí, hijo. El chico que recomendó el señor Wayne.

Se puso rojo hasta las orejas.
—Esto sí, algo así —, se removió incómodo.
—Bueno... muchas gracias señori...

—Oh, jo,jo, llámame Molly. Si usted trabajará aquí por algún tiempo, me puedes llamar así.

Al chico se le iluminaron los ojos, le recordaba mucho a su abuelita.
—Así será, Molly —, y le obsequió una de sus más cariñosas sonrisas, la cual, la ancianita le devolvió.

—¡De nuevo, muchas gracias! —Le saludó con la mano desde el pasillo que lo llevaría a los ascensores.

La anciania no pudo evitar pensar que el niño era un sol y que le vendría muy bien para derretir el hielo de cierto doctor gruñón, se sonrió internamente y siguió con su lectura.

Una vez que le indicaron la dirección de la oficina se encaminó aún más nervioso, se dio cuenta que las palmas de las manos le sudaban pero eso ya venía con el paquete por la nueva experiencia.

Tocó la puerta de la dirección, al no obtener respuesta, se asomó ligeramente sintiéndose un poco maleducado.
—¿Puedo pasar?

Cuando el director se percató de él dejó de leer los formularios.
—¿Hmm? Oh, eres tú, pasa, pasa —y lo invitó a sentarse en la silla delante de él.
—Lo siento, andaba algo atareado —. Se levantó del asiento un poco apresurado, se rio y le ofreció una mano la cual el chico estrechó con firmeza.

—Oh no hay problema señor Fox, espero no molestar, yo podría esperar afuera y...

—En lo absoluto, siéntate. Qué director cita a un nuevo empleado a cierta hora y lo deja esperando afuera —, a su vez él también se sentó arreglando su saco y cruzó los dedos por encima de su escritorio.
—Creo que me he acostumbrado demasiado a que las personas entren sin tocar —comentó con diversión, el chico sonrio algo nervioso.

—Bueno, igual entré sin que usted me diera permiso... así que dicúlpeme por la...

Lucius alzo la mano conciliadoramente.
—Está bien, yo fui el que no estaba escuchando. Ahora bien, al punto, te cité hoy para que hicieras entrega de tus documentos personales para integrarte como residente en este hospital.

El chico asintió y sacó sus documentos de su portafolio que olía a nuevo -amaba ese portafolio- y se los entregó, cruzó los dedos apoyándolos en el borde del escritorio algo ansioso.

—Perfecto, ¿esos son todos tus documentos?

—Sí, esos son todos los que me pidió.

—Mhm —. Lucius alzó los papeles, los hojeó, los analizó detenidamente, y empezó a asentir satisfecho y hasta alzó las cejas, claramente, impresionado, dejo con suavidad los papeles en su escritorio.
—Siendo franco, hijo, el señor Bruce no necesitó meter mano en esto, todo es mérito propio —y volvió a asentir para sí gustándole el resultado.

El chico se sintió incómodo, ya sentía que era un abuso que el señor Wayne le ayudara con todo esto, no le gustaba que lo vieran como si necesitara de alguien de peso para obtener el puesto que quería.

Lucius notó su molestia.
—Mis diculpas, no quería sonar grosero pero...

—Lo sé, señor Fox, no es necesario que se disculpe, lo entiendo.

—No te preocupes, muchacho, la verdad me alegro que el señor Wayne lo haya recomendado aquí, y será todo un gusto trabajar con usted, aunque no sea de manera directa. He de decir que estoy más que impresionado con sus habilidades, y aunque por lo que noto, tuvo algunas dificultades... pero demostrò mantenerse a la altura de las circunstancias.

El chico se puso algo rojo y se aclarò la garganta.
—Ejem, gracias señor Fox. Prometo que ni usted ni el señor Wayne se arrepentirá por la ayuda.

—De eso no me cabe la menor duda —, le miró por encima de sus gafas.
—Bueno, no me queda más que desearle la mejor de las suertes y darle la bienvenida, oficialmente, al Hospital General de Gótica. Solo le daré algunas indicaciones y luego podrás venir dentro de tres días a partir de hoy a hacer un recorrido meticuloso a este estableciemiento, si estás de acuerdo, hijo.

—¡Pero por supuesto que sí! —Y sonrio animado haciendo que se iluminaran sus ojos claros.

—¡Muy bien! —sonrio, a Lucius el entusiasmo del chico le resultó contagioso, ambos se levantaron y Lucius le volvió a tender la mano.
—Como dije antes, bienvenido al equipo HGG.

Y el chico no podía contener tanto gozo.

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