Un jueves como otro cualquiera, nacimos yo y mi hermana melliza Débora.
Al parecer surgieron problemas durante el embarazo y le dieron el aviso a mi madre de que una de las dos iba a salir con problemas. Y por mala suerte le tocó a mi hermana. Nació con síndrome de Dawn y parálisis cerebral.
De pequeña recuerdo que preguntaba que porque le tocó a mi hermana y a mi no, que no entendía porque no podía caminar, no podía ver y no podía hablar. decían que a la hora de la alimentación yo me lo comía todo y a mi hermana no le llegaba la comida. Crecí con ese pensamiento hasta que yo ya llegué a poder informarme sobre el tema.
Nunca pensé que se pudiese vincular tanto con una persona, con solo una caricia, o una simple presencia. Incluso a lo largo del tiempo me he dado cuenta y son opiniones personales, que los niños y adultos con esa clase de problema son más inteligentes que nosotros mismos. Aprecian cada detalle como si fuera oro, cada gesto, cada caricia como nosotros aveces no sabemos valorarlo
