2. Dos cabezas

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Axel

Es nuestra tercera noche en el imperio de Bernarda. A este sitio, el título de casa le queda en pañales. ¡Como me encantaría hacer una fiesta en este lugar!

Me preparo para dormir. Cerrar los ojos en la noche es mi parte favorita de vivir. Un sinfín de imágenes y moldes sin sentido que adornan la oscuridad y lentamente le dan forma a un mundo desconocido. El mundo de los sueños. Se escucha como fantasía, pero es sólo una manera de denotar la magia de dormir. Esta casa tiene algo extraño. Llega un punto en el que, cuando crees que tu cerebro descansará de todo lo que hizo en el día, un rayo de luz emerge de alguna parte y puedes contemplarte a ti mismo durmiendo. He escuchado sobre esto en conversaciones con amigos marihuaneros, pero jamás creí que llegaría a vivirlo de una manera tan sobria.

¿Seré yo el único que lo sueña? La primera noche me quedé contemplándome a mí mismo todo el tiempo, tuve miedo de no poder regresar a mí mismo. Pero al sonar mi alarma, era yo nuevamente. Le comenté a mis amigos. "Un viaje astral", me dijeron. Dejen las drogas.

Pero esta noche estoy decidido. No me quedaré quieto. Iré a explorar la casa.

La luz emergente se apodera de mi y ahí estoy, durmiendo tranquilamente. Empiezo a desplazarme, los pasillos están igual que siempre, todos en la casa están dormidos. No puedo atravesar las cosas, como creí que podría hacerlo.

Entonces escuché un ruido. No hay gatos aquí, me dije a mí mismo. Provenía del primer piso. Las escaleras son largas, y se hacen más largas cuando en realidad no quieres llegar al final. Mis difusos pies tocaron la ruidosa madera de la sala. Todo estaba completamente oscuro, pero pude observar cómo dos cabezas se asomaron desde distintos puntos del lugar. Me estaban observando.

DOS MALDITOS DEMONIOS ME ESTÁN OBSERVANDO Y NO PUEDO REGRESAR A MI CUERPO

El pánico se apoderó de mí. Huí a mi habitación, cerré la puerta clamando al cielo para que, fueran lo que fueran estas criaturas, tampoco pudieran atravesar paredes.

Pero entonces apareció el sol, y, como cualquier otro sueño, las cabezas se disiparon de mis recuerdos.

Bernarda

Esmeralda y Luz se desprecian como nunca creí que dos personas se podrían despreciar. Lo peor del caso es que se trata de madre e hija, y aunque hace unos años esta información se me hubiera resbalado, hoy en día me conmueve.

Mi despertar espiritual comenzó cuando compré esta casa. El oxígeno que emanan los árboles de al lado y atraviesa mi ventana abierta viene cargado de la más inesperada tranquilidad. Pero desde que esta gente llegó aquí, esa tranquilidad se ha vuelto efímera.

Desayuno. Un árbol genealógico complicado con 8 Personas en la mesa. Mi hijo, Eliecer. Su esposa, Esmeralda. Sus hijos, o mis nietos, Axel y Luz, mi bisnieto Carlos y la mamá de mi nuera, Carla, con su hija Luna.

¡Luna! Ay, esa pequeña... es una niña de 56 años de edad. La leyenda dice que, de no ser por el descuido de su mamá, habría sido la mujer más hermosa de la familia. Lo que estoy a punto de contar es una anécdota real que salió de la misma boca de mi nuera Esmeralda, hermana de Luna.

----Al nacer, Luna fue reconocida como la niña más hermosa que había podido tener Carla. Sus hermanas le tenían envidia, pues sus alineadas pecas, oscuros ojos y blanca tez, parecían robarse la atención de todas las visitas. A pesar de esto, Carla tendía ser ligeramente descuidada con sus hijos. ¡Tanto así, que en un momento de distracción, Carla dejó a la niña con 7 meses de vida en el suelo! Y al no ser la casa un lugar en el que se frecuentaba el aseo general, una inocente y hambrienta Rata Negra olfateó la belleza de la niña. Hizo de sus delicadas pecas manjar de Dioses, y utilizó sus dientes para destruir por completo la nariz de Luna. Al regresar Carla, notó que la niña sangraba y no tardó en llevarla a urgencias. Una fiebre despiadada tomó el control de la bebe, causándole así una meningitis que limitaría su capacidad mental para siempre. Hoy en día, Luna, de 56 años, actúa como una niña de 7----

Y nos alegra la vida como nadie más lo haría. Pero sólo cuando Carla la deja sola. Más que su hija, termina siendo una asistente personal de la vieja mujer. No la deja respirar sin permiso de ella, eso nos agobia.

Continúo. Desayuno. 8 personas en la mesa. Un silencio que en lo personal me resulta preocupante tratándose de una familia numerosa. ¡En mis tiempos esto sería desastroso! Pero el hielo está a punto de romperse.

Axel habla:

- Tengo un comentario, con el permiso de los presentes. - Carlos, el hijo de Luz, suelta una risa boba - Con tres noches que hemos pasado aquí, no ha habido ninguna en la que no sueñe lo mismo. - Aportó Axel.

- Hum... Una casa nueva es una vida nueva. Yo creo que aún no te acostumbras. - Le respondió Eliecer. Pero conozco a mi hijo, en su tono pude percibir que ni él mismo se convencía de su respuesta. ¡No quiero que le tengan miedo al mundo de los sueños! Así que agregué:

- ¿Qué sueño es? Porque yo duermo de forma muy tranquila.

- Eso lo puedo responder yo. - Dijo Luz, un poco fuera de lugar - También sueño lo mismo desde la primera noche que dormí aquí. Es como si no soñara. Siento que simplemente me levanto y doy paseos por esta casa hasta que el sol o el celular me interrumpen.

Hubo un corto silencio. Axel, sorprendido, dió crédito a las palabras de Luz. A esta proposición se sumó Carlos, mi pequeño bisnieto, y poco a poco todos concordaron en que siempre tenían el mismo sueño.

Tal vez no hice una buena pregunta para desviar el tema. A decir verdad, está claro que mi pregunta fue terrible. Esta vez guardé silencio y puse cara de que no sabía de qué hablaban. Generalmente me funciona.

Lentamente, como una típica familia Colombiana, dejaron de hablar de lo verdaderamente importante para pasar a temas vanales. En esta ocasión este comportamiento me fue muy favorable.

Carla

Desde que salí de ese ancianato todo ha ido de mal en peor. Mareos, dolores en todo el cuerpo, fatiga, debilidad. Tal vez me lo merezco,nunca fui una buena madre y aún así mis hijos son de cierto modo exitosos. El único tachón de mi linaje es la enferma, Luna. Quién lo diría, cuando nació creía que sería ella la que daría la cara por mi familia. Es una lástima.

Viernes, 9 de la noche. Termina la novela y le ordeno a Luna que me prepare la cama. Soy muy débil, realmente soy una molestia para todos, pero mi insensatez no me hace menos merecedora del amor de mis propios hijos. Amarme es su responsabilidad, sin importar qué. Por eso me dolió tanto que me dejaran abandonada en el ancianato. Son lugares tan lúgubres como la misma vejez.

Ahora, gracias a la ayuda de Esmeralda, estoy bajo las cobijas. Esmeralda es todo lo que mis otros hijos no son. Es dedicada, entregada a mí, trabajadora y cordial. Con un miserable salario mínimo, logra mantenerse a sí misma, a su esposo, a su hijo y a mí. Estas tres noches que he pasado con ella, le pido que deje la puerta abierta. Siempre he tenido miedo al encierro. Ironías de la vida.

Luna reposa junto a mí, las cobijas empiezan a envolver el calor, pero el calor de hoy es especialmente más intenso que el de ayer. ¿Hay más cobijas que antes? Estoy segura de que no.

Se está tornando desesperante. El calor me agobia. Mis manos empiezan a sudar frío y mientras más se agita mi débil corazón más me reafirmo que esto no es normal.

La luz de la Luna que se filtra por mi ventana se empieza a desvanecer, y mientras la oscuridad envuelve mi pensamiento empiezo a sentir una gigantesca culebra que se apodera de mi pierna izquierda, al llegar a mi cadera empieza a apretar, y cuando mi boca seca intenta expresar mi miedo, una mano tibia la detiene. Es la mano de la muerte, advierte mi cerebro primitivo.

Luna ha desaparecido. De repente estoy completamente sola. Moriré sola, es lo único que dibujan mis pensamientos. Dos cabezas se asoman por la puerta, y me arrepiento profundamente de haberla dejado abierta. Esta situación siniestra me supera.

Colapso. Dos cabezas entran en mi dormitorio. Dos cabezas ponen punto final.

Esmeralda

Al menos logré tenerla conmigo tres días antes de su muerte. Al menos, después de todo ese sufrimiento, tuvo tres días de tranquilidad. Eso me da moral.

Carla Valencia ha muerto de manera natural, dice el médico. Mi madre ha muerto. Y nos ha dejado a Luna y a mí solas.

Life After DeathWhere stories live. Discover now