Capítulo 5

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Despúes de escribir la nota Emma se preparó para cuando el hombre entrara, ya que iba a entrar de un minuto a otro, miró otra vez el reloj, su reloj, el preciado regalo de su fallecida abuela por la comunión, ya solo quedaban 15 minutos para que volvieran sus padres, solo 15, Emma no sabía si esperar o arriesgarse ya.

-¡Venga Emma!- gritó el hombre- ¡Abre de una vez!

Emma no tenía ni la mínima idea de como ese tipo sabía su nombre.

-¡Jamás te llevarás a mis hermanos!- gritó casi llorando.

-¡Eso es lo que tu te crees guapa!- grita- Abre la puerta si no quieres que la derrumbe

-Jamás entrarás- le dijo

-Eso es lo que tú te crees- exclamó, acto seguido la puerta se derrumbó

Emma gritó. El hombre se quedó alucinado, esperaba ver a los hermanos, a los niños pequeños, el hombre esperaba matarlos a ellos, pero le daba igual, él sabía que esta noche, iba a matar a alguien.

-¡¿Y tus hermanitos?!- preguntó con una sonrisa de oreja a oreja en la cara

-¡Jamás los matarás!- grita Emma, aún gritando

-¡Oh! En ese caso...- empieza el hombre

Emma no le deja terminar la frase:

-¿Por qué quieres matarlos, por qué quieres matarme?

-¡Es algo difícil de explicar, yo no soy normal, yo mato por gusto- responde el hombre

Se va acercando a Emma, que cada vez grita más fuerte, esperando que sus padres ya hayan llegado y corran a ayudarla, pero no pasa. El hombre le clava el cuchillo en el estómago, Emma grita más fuerte, el hombre, sin piedad se lo vuelve a clavar y otra vez más, hasta que la hace un agujero en el estómago tan grande como su mano.

-¡Así aprenderás a no desobedecer a los mayores!- grita el hombre riéndose muy fuerte

El hombre no fué muy listo, ya que cuando vinieron los padres vieron el cuchillo, se lo entregaron a la policía y la policía le hizo varias pruebas que al final llegaron a detener al asesino llamado Mat Williams, de 35 años, huyó de la cárcel con los 25 y se dedicó a matar niños de entre 1 a 16 años. A Emma la mató con 15 y medio, pero no entraba en su lista.

Así fué como murió mi espíritu. Volvamos al presente

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