Se la pasan entrando una y otra vez. Nadie me dice algo, solo un guardia nuevo cada hora, o al menos eso creo, no alcanzo a ver mi reloj con mis manos atadas. A juzgar por el número de personas que entraron desde que desperté, debo llevar más de 6 horas aquí encerrado.
Lo último que recuerdo fue pasar toda la noche con Kara y haberla dejado en su casa, después de eso todo está muy borroso, como si me hubiera desmayado o algo. Sin entender qué demonios pasa, que carajos podrían querer de mí, no tengo nada valioso que podría interesarle a alguien.
- ¡Y si trato de hablar con alguno de los guardias, estos idiotas no se dignan ni en responder! - Le grito a mi vigilante en turno.
Y una vez más he sido ignorado. Saben, creo que mi momento ha llegado, venderán mis órganos en el mercado negro y mi cuerpo será abandonado en alguna fosa, o tal vez seré vendido como esclavo.
¡Maldita sea!, si estos idiotas me raptaron después de haber estado con Kara, sabrán quien es ella, y puede que intenten hacerle algo, tengo que averiguar de que se trata todo esto lo mas pronto posible, pero no tengo nada a mi alrededor que me ayude a descifrarlo. Recuerdo que cuando desperté me encontraba en esta habitación hecha de espejos, atado de manos y piernas sin posibilidad de moverme. Lo único que ha pasado es el constante cambio de lo que parecen guardias a cargo de que no haga algo, todos vestidos de ropas negras con un símbolo de un diamante sobre sus brazos que jamás en mi vida había visto. Sin expresiones ni palabras, nada que me diga que hago aquí.
De pronto escucho como por uno de los auriculares de mi guardia en turno le dicen que llego la hora de que el invitado se presente, y casi al instante entran otras dos personas para liberarme de mis ataduras y llevarme fuera de mi celda.
De mala gana termino aceptando sin poner resistencia alguna, ademas de que si hubiera intentado algo me hubieran golpeado como muñeco viejo.
Los guardias me llevan por lo que parece un laberinto de pasillos y puertas, puertas de las cuales algunas se escuchan ruidos muy extraños, en algunos podría jurar que se trataban de gritos.
Al cabo de caminar por un buen rato, me encontré que me resulto muy intrigante, un pasillo lleno de cuadros con noticias de todo el mundo. Sobre población, hambruna, contaminación global y guerra parecían los principales temas de los cuadros.
Al final del pasillo me llevaron a lo que parecía una oficina enorme.
-Espera aquí- Me dice uno de los guardias mientras estos regresan por el pasillo hasta un elevador, dejándome solo.
No pasa ni un minuto desde que me dejan que busco la manera encontrar una forma de escapar de esta maldita prisión, para mi mala suerte cuando me acerco a uno de los enormes ventanales veo como todas mis posibilidades de escapar desaparecen.
Uno hubiera pensado que me encontraría en un lugar de mala muerte de donde nunca volvería a ver la luz del día. Sin duda lo que tenía frente a mis ojos no encajaba para nada en esa descripción. Eran cientos de metros de lo que parecía el paraíso. Si esta no fuera una situación de secuestro, sin duda sería un lugar que visitaría sin pesar. Calles con vehículos que nunca había visto. Campos que parecían centros de entrenamiento y edificios blancos con diseños muy peculiares. Lo que tenía frente a mis ojos parecía...
-Impresionante ¿No lo crees Damian?
Me congele de inmediato, esa maldita voz la conocía, pero no se podría tratar de él. Basto con girarme para ver al señor Arthur Berch.
- ¿Qué demonios?, ¿Que está haciendo usted aquí?
-Se que tienes muchas preguntas muchacho...
- ¡MUCHACHO! Usted imbécil me capturo, estuve por no sé cuánto tiempo en esa estúpida, sin mencionar que seguramente me drogo para traerme hasta aquí, así que no me salga con eso de muchacho. Tiende idea de los problemas que pasara cuando alguien se entere de esto. Así que ahora más le vale decirme que está pasando aquí, y que espero que respuestas sean claras, de lo contrario me lo pagara muy caro.
-Jajaja. Admito que nuestros métodos para traerte fueron un poco ortodoxos, me disculpo por eso, pero seamos honestos, disfrutaste el acertijo de averiguar quién te estaba haciendo eso. Ademas, a como lo veo no estás en posición de exigir algo hijo.
Odiaba admitirlo, pero él tenía razón. No sabía el porqué de estar aquí, ni siquiera si me tendrían vivo mucho tiempo. Lo único que tengo en mi cabeza es ¿Por qué yo?
-Hay algo que quiero preguntarte muchacho- Me dijo Berch seriamente- ¿Sabes cuál es la mayor amenaza hacia los humanos?
-Yo que voy a saber ¿Cáncer?
-El ser humano mismo, piénsalo, vivimos entre constantes desastres, genocidios, guerras. Ya nadie se preocupa por el bienestar de los demás, es como si la naturaleza humana fuera la avaricia por siempre querer tener el control sobre aquello que no tenemos.
Arthur tenía razón, en la historia humana han existido un sinfín de acontecimientos que nosotros mismos hemos provocado y que en su mayoría terminan por arruinar las vidas de muchas personas inocentes.
-Si si, somos los peores, pero eso no me dice que estoy haciendo aquí.
-Hay una razón por la cual los contrate en primer lugar, quiero que formen parte del proyecto zafiro.
"Formen parte". Esas me palabras me petrificaron por un momento. Eso significaba que a Kara le harían lo mismo que a mi dentro de poco, o puede que ya lo hayan hecho y se encuentre aquí.
-Este planeta llegara pronto a su fin, hemos agotado toda opción de remediar el grave daño que hemos causado, sin embargo eso no significa que la humanidad no merezca una segunda oportunidad.