[Cobarde ]

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En la semana siguiente la pelea entre ambos influencers poco a poco fue disminuyendo, pero los fans no paraban de reventar la caja de comentarios, las visitas y los likes, era todo un completo alboroto entre ambos bardos que exigían sangre y destrucción osiosi.
Pero un día Dross anunció que estaría de viaje, no mencionó el lugar al que iría pero que estaría fuera, a lo mucho por dos días; algunos creyeron que simplemente se había cansado o aburrido de la pelea y decidió darse un descanso, otros que se había rendido ante Dalas, incluso el mismo Dalas lo creía y no se molestaba en mofarse de su supuesto viaje diciendo que era una ridícula excusa para huir de su derrota.

Ahora que se sentía triunfante y con el ego hasta los cielos todavía había una cosa que lo mantenía totalmente pensativo e inquieto, desde el día en que respondió a su mensaje no habían vuelto a hablar directamente, simplemente lo había dejado "en visto", incluso se atrevió a enviarle unos cuantos mensajes más para acordar lo de la supuesta "charla", pero no sirvió de nada ya que continuó ignorándolo mediante los mensajes, pero cuando se trataba de los videos él no mencionaba absolutamente nada acerca de su pequeña conversación.
—«¿Y si lo de el viaje es porque vendrá a buscarme?» —pensó secamente y sus aires de triunfo fueron sustituidos por un pequeño ataque de ansiedad.
Si su teoría era cierta entonces ellos tendrían un encuentro cara a cara, lo que antes era una discusión por internet ahora iría aún más en serio sin que una pantalla los separase.

El restro del día se mantuvo revisando las redes de Dross con la esperanza de que este actualizara cualquier cosa, hasta llegadas las doce de la noche en la que no pudo soportar más y, recostado sobre un sillón con su celular en mano el cual se mantuvo encendido con el Instagram abierto, cayó rendido al sueño.

[ ... ]

—Daniel~ —susurró cálidamente.

Reconoció aquella voz al instante y abrió los ojos tan rápido como pudo para encontrarse con un Dross encima suyo mirándolo con una maliciosa sonrisa.

—¡¿Quién coño te dejó entrar?! —preguntó asustado pues juraba que todas las puertas de su casa se encontraban cerradas con llave.

—Shhh... —posicionó un dedo sobre sus labios para pedirle que guardara silencio.— He venido a darte unas buenas nalgadas

Dame unas buenas nalgadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora