La menor corrió escaleras abajo y como pudo abrio la reja que separaba ambos corazones, y apenas la tuvo en frente, saltó a sus brazos buscando aquel confort que no sabía que necesitaba
- Te extrañé tanto maldita enana mal parida- decia la pelimarron mientras acariciaba con cariño la cabellera contraria
- Se que no lo parece, y perdón por eso, pero te extrañé aún más, estoy demasiado feliz de verte-
Así siguieron durante unos cortos minutos más, y solo porque el sonido de un conocido motor ahogado las hizo desviar sus miradas hacia la calle, la tercera mosquetera había llegado
- TZUIIII -
-MIS NIÑAS HERMOSAS-
Gritos felices inundaron aquel vecindario, pero poco les importaba, ellas estaban siendo felices por fin, luego de un largo tiempo; una vez más confirmaron que todo lo que necesitaban, era una a la otra