Una noche familiar

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La noche sigue despierta, la luna se encuentra llena, completa, sin piezas perdidas, en paz y armonía. Lo que la noche y la luna no saben es que están a punto de ser sacudidas por un hombre, o más bien, por la bestia dentro de un hombre.

Empieza en una gasolinera, siempre empieza en una gasolinera, es un lugar que él ya conoce, un lugar con el que se topa constantemente, es su segundo hogar, su segundo refugio. Pero no pregunten cual es el primero, ese todavía no lo encuentra. Todo el lugar está vació, ya es demasiado tarde, el entra a la tienda, no para comprar algo, sino para ver a la persona detrás del mostrador, para que le diga ''buenas noches'' o ''¿que hace aquí a estas horas sin un auto?'' o cualquier otra cosa que lo haga sentir como una persona, como alguien más, alguien del montón, alguien mediocre. 

Pero no es alguien mediocre, todo lo contrario, es alguien excepcional, es algo increíble, es una maravilla que la ciencia aún no puede comprender, una maravilla que destruye todo lo que el hombre a creado y va a crear en el futuro, él contempla esta posibilidad mientras mira lo que está a la venta, como si pudiera comprar algo.  

—¿Va a comprar algo? —pregunta la persona detrás del mostrador.

—Si si, solo estoy revisando que hay —dice el hombre, consciente de lo mucho que miente. 

—¿Vino caminando hasta acá? 

—Si

—¿Cuanto tiempo lleva caminando?

—No lo sé —responde el hombre, con otra mentira, el cuenta cada minuto—, jamás se me ocurrió ponerme a contar.

—Ya veo, se pondría aburrido después de un rato je je

—No tiene idea  

Por primera vez desde que entró al lugar, el hombre empieza a sentirse tranquilo, se empieza a relajar, un grave error, pues mientras al fin disfruta de la compañía entra un policía. 

—Buenas noches caballeros —dice el oficial. 

—Buenas noches oficial —responde la persona detrás del mostrador. 

—Si, buenas noches —responde también el hombre, con una voz temblorosa.

Tenia que pasar, pensaba el hombre, nunca podía tener un momento de tranquilidad, un momento de paz, un momento en el que dejara de preocuparse, jamás podrá dejar de mirar sobre su hombro. Su ira lo devoraba por dentro, se aprovechaba del momento en que bajó su guardia. Mientras esto ocurre el hombre no puede esconder sus expresiones faciales, su cara y su cuerpo están muy cansados como para resistirlo, y el oficial lo nota, lo mira fijamente y tiene una revelación. 

—Señor, tendrá que mostrarme ciertos documentos —exclamó el oficial, algo temeroso.

—¿Por qué, oficial? —pregunta el hombre, ya bastante alterado.

—Porque es necesario —responde el oficial— tiene cierto parentesco con un fugitivo de la ley

Todo había acabado, el hombre ya estaba harto, cansado, aterrado, enfadado. No había nada que pudiera hacer, los engranajes ya se movieron, sus emociones se ven abrumadas por una ola de furia y su cuerpo reacciona.

—A la mierda... —exclama el oficial, sabiendo exactamente quien era el hombre— es Banner

—¿Banner? ¿Bruce Banner? —pregunta la persona detrás del mostrador, aterrada al entenderlo todo.

No podían dejarlo solo, no podían ser idiotas y no reconocerlo, no podían hacerse los idiotas y hacer como que no lo habían visto, no, porque el miedo siempre viene de la mano de la estupidez, otro tipo de estupidez, una que provoca tragedias, el lo sabría, porque su miedo lo llevó aquí, su miedo de estar solo condenó a estas pobres almas. Todo esto pasa por su cabeza mientras su cuerpo crece y pasa por una metamorfosis total, los músculos le crecen de sobremanera, su cuerpo se agranda, se vuelve una bestia, un monstruo, una maravilla horripilante y fascinante de la naturaleza. 

—¡¡Muchacho, escóndete detrás del mostrador!! —grita el oficial, mientras saca su radio— ¡¡atención a todas las unidades cercanas!! ¡¡es Hulk!! ¡¡está en la gasolinera d...!!

No puede ni terminar de avisar a sus compañeros, pues la bestia había despertado, usaron su nombre, lo llamaron y este responde, responde tomado al oficial y lanzándolo con una fuerza inimaginable, el pobre hombre solo cumplía su deber, pero nunca tuvo una oportunidad. 

La bestia rompe la entrada de la tienda y sale corriendo, corre y salta lo más lejos que puede, dejando atrás lo poco que había armado, porque no le importa, solo le importa escapar, quiere estar solo,  ser libre, pero la libertad no es fácil de conseguir, no para esta bestia, no para la bestia, nunca para la bestia. Al momento de escapar esta escucha ruedas, en medio de la nada, tanques y vehículos blindados, todos para él. La bestia puede huir, puede correr y saltar, pero nunca se alejará totalmente de esos tanques, de esos hombres, los hombres malos, los hombres que solo cumplen su deber, pero eso no le importa a la bestia, esas personas lo atormentan, no le dejan respirar, y por eso deben ser detenidas, deben ser aplastadas. 

—Nos estamos acercando —le dice un soldado a sus compañeros dentro de un vehículo blindado.

—Vamos muy rápido —menciona un pobre joven militar— cada ves lo vemos mejor

—Mierda, ¡¡él viene para acá!! —le grita el mismo soldado a sus compañeros— ¡¡prepárense!!

Prepararse, como si eso sirviera de algo, la bestia cae encima del vehículo y la mitad de ellos muere, los otros no llegan ni a bajarse del transporte, porque la bestia lo lanza lo más lejos que puede, todos esos hombres, esos jóvenes, perdidos para siempre. Pero el trabajo de la bestia continua, más vehículos blindados, más ataques de la bestia, más vidas perdidas. Gritos, golpes, llantos y rugidos, no hace falta decir quien suelta que, es evidente, es lógico, es natural y es increíble.

La bestia acaba con todo, aplasta a todos y finalmente es libre, por unos minutos se siente libre, contento, feliz y vigoroso, pero no puede ser así para siempre, porque un solo hombre viene a interrumpir su momento de paz, su momento de tranquilidad, el hombre que vive dentro de él le arrebata su oportunidad de seguir sintiendo el viento en su rostro. El hombre regresa, mientras la bestia desaparece, su cuerpo se achica y vuelve a ser alguien más del montón, alguien a simple vista mediocre, o más bien alguien que buscar serlo.

El hombre observa lo que ha hecho, agotado, cansado y horrorizado pero no sorprendido, jamás sorprendido, ahora busca algo de ropa o algo para taparse y planea seguir caminando a ninguna parte, mientras el sol se levanta y el día comienza a despertar, nuestro pobre hombre buscar caminar, caminar y quizás toparse con otra gasolinera. 



Hulk: Una noche familiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora