Celos

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Él no estaba molesto. En absoluto.

A él no le molestaba para nada que Bosko estuviera sentada desayunando con ellos siendo que ella ya no pertenecía a la 118, y mucho menos le molestaba que ella y Eddie hubieran desarrollado una especie de vinculo. 

No estaba molesto.

O tal vez sí.

Bueno sí, estaba que echaba fuego por la boca.

No entendía porque le molestaba la presencia de la chica ahí, apenas la conocía, pero el hecho de que Eddie hubiera confiado en ella antes que en él, aunque él les hubiera hecho una demanda, hacía que su sangre hirviera.

—Oye Buck... ¿Qué rayos te pasa? ¿Acaso odias tu desayuno o que? —Hen lo sacó de su ensimismamiento y miro su plato, había pasado media hora o un poco más revolviendo su comida con fuerza y había terminado por masacrar sus huevos revueltos con tocino.

Ahora todos lo estaban mirando —Yo... No es eso. Solo... No tengo hambre.  

Se levantó y dejó su plato en el fregadero, todos lo miraban, extrañados —¿Qué? ¿Por qué me miran así? En serio, no tengo hambre y estoy bien.

Para su suerte la alarma comenzó a sonar, logrando así que nadie le preguntara nada.  

Bosko se despidió amistosamente de Eddie, muy amistosamente para su gusto.

Sentía un odio visceral por la chica y apenas la conocía, en parte no le gustaba sentir eso, bueno en realidad nunca lo había sentido, y no entendía porque lo sentía.

Le molestaba de sobremanera que ella estuviera cerca de Eddie y ese sentimiento lo asustaba.

Para su bienestar mental, ese día hubieron varias emergencias que los mantuvieron ocupados gran parte del turno y por ende no había tenido tiempo, ni oportunidad, de pensar en lo que había pasado aquella mañana. 

Aunque dentro de sí sabía que tenía que hablar con alguien sobre su odio insano hacia Bosko.

Cuando termino su turno, se ducho y se fue sin despedirse de nadie.

Llego a la casa de Maddie casi en tiempo récord y toco el timbre, esperando a que su hermana abriera la puerta.

Cuando abrió se mostró sorprendida de verlo allí —¡Evan! ¿Qué haces aquí?

—Yo... Necesito hablar contigo Mad, es importante —la mujer se hizo a un lado y dejo que entrara en la casa.

—¿Qué pasa? ¿Algo anda mal? —él suspiro, no sabía ni por dónde empezar.

—Veras... Está esta chica, Lena Bosko ¿La recuerdas? Me reemplazo en la 118 mientras estaba de licencia médica —Maddie asintió, siguiendo el hilo de su relato. 

—Bueno... Resulta ser que, al parecer, se hizo muy amiga de Eddie. Y eso me está volviendo loco. Ella ya no está en la estación, pero viene a desayunar o a almorzar o a cenar y eso me molesta. Mucho. No sé porque, porque no la conozco, pero su simple presencia y su confianza con Eddie me hacen hervir la sangre —caminaba de un lado a otro de la habitación como si fuera un animal enjaulado.

—Yo... No lo entiendo. No entiendo porque me pongo así ¿Mad que es lo que me pasa? ¿Por qué odio a alguien que no conozco?

Maddie lo miraba, mientras una pequeña sonrisa se formaba en su rostro —Lo que sientes, se llaman celos Evan. 

Abruptamente detuvo su nervioso andar y miro a su hermana como si le hubiera salido una segunda cabeza —¿Qué rayos dices? ¿Celos?

—Sí. Celos, Evan. Estas celoso de Bosko porque está muy cerca de Eddie ¿A ti te gusta Eddie? —no supo que responder.

Desde su accidente hasta la demanda, se había acercado a Eddie más de lo acostumbrado, cenaban juntos, paseaban con Christopher, miraban partidos de futbol juntos, eran casi como uña y carne.

Vagamente recordó cuando, en Navidad, una señora disfrazada de elfo le había dicho, refiriéndose a Christopher, que tenían un hijo hermoso y él, en vez de negarlo, le había contestado con un simple gracias.

Se mordió el labio, pensando en todo el tiempo que habían pasado juntos y en lo nervioso que se ponía antes de verlo o cuando estaba demasiado cerca.

Todas las señales habían estado ahí y él las había pasado por alto.

—Yo...  Creo que sí —admitió.

Se sentó en el sofá y miro a su hermana —¿Qué es lo que debo hacer Maddie?

Esperanzado la miro a los ojos, como si allí pudiera encontrar la respuesta a todos sus problemas. 

—Debes hacer lo que tu corazón diga Evan. En esto ya no puedo ayudarte ni decirte que hacer —le acaricio la mejilla con suavidad.

Su hermana tenía razón, ya no podía ayudarlo en esto.

—Sí, tienes razón. Gracias por todo Mad, ya debo irme.

Se levantó del sofá, beso su mejilla y salió de la casa de su hermana.

Tenía mucho en lo que pensar.

Esa noche apenas pudo dormir, en su mente rondaba siempre el mismo pensamiento, la idea de Eddie y Bosko juntos y eso le revolvía las tripas.

Por la mañana llego bien temprano a la estación, encontrándose con que Eddie ya estaba allí —¡Hey! ¡Buenos días! ¿Cómo estás Buck?

—Bien ¿Tú? De hecho, hay algo de lo que quiero hablar contigo —lo observo, concentrado en levantar pesas.

—Dime —dejo las pesas y se levantó.

Se miraron a los ojos hasta que finalmente se decidió a hablar —¿Por qué sigue viniendo Bosko a la estación?

Eddie parecía sorprendido por su pregunta —Bueno, ella es mi amiga y eso ¿Por qué la pregunta?

—Bueno... Yo... —tomo aire, haciendo una breve pausa para acomodar sus pensamientos.

—Su presencia aquí no me gusta. Me siento invadido y bueno... Siento que te aleja de mí. Eddie... Tú... Me gustas —confesó, sus mejillas hervían a causa de la vergüenza, parecía que toda su sangre se había concentrado en su rostro.

Cuando su compañero estaba a punto de responderle, las alarmas comenzaron a sonar y tuvieron que salir corriendo.

Tuvieron emergencia tras emergencia, y para el final del día apenas había podido cruzar palabra con Eddie.

Desanimado regreso a su casa, saco una cerveza del refrigerador y cuando estaba a punto de sentarse a ver la televisión el timbre sonó.

Por un momento pensó en dejarlo sonar, pero volvieron a tocar. Molesto, se dirigió a la puerta y la abrió, encontrándose con Eddie cara a cara.

—Eddie ¿Qué...? —no pudo terminar la oración, cuando los labios del latino se pegaron a los suyos.

Se besaron lentamente, el tiempo a su alrededor se había detenido y en ese instante nada más importaba.

Cuando se separaron sus pulmones ardían, jadeando se miraron y sonrieron —En la estación no me dio tiempo a responderte, así que esta es mi respuesta. Tú también me gustas.

—Así que... ¿Estabas celoso de Bosko? —sus mejillas se encendieron de inmediato

—Bueno... No... Quiero decir... —el latino rio y volvió a besarlo.

Sonrió en medio del beso, si bien había descubierto un nuevo defecto en él, en cierto punto, sus celos habían resultado beneficiosos. 

I'd Walk Through Fire For YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora