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Katherine

Nunca creyó que le sucedería algo así.

Se había resignado a haber perdido algo que nunca tuvo realmente, pero no creyó, por un segundo, que Alexander McKenzie aparecería en su casa porque descubrió que estaba pasando sola Nochebuena.

Al escucharlo decir que quería que ella fuera su mujer, no pudo evitar pensar que entonces él no había estado abrazando a Jessie, ¿sino que había estado intentando apartarla? Y su ceño fruncido no era de oh esto se siente muy bien, ¿sino de rechazo? Entonces... ¿Lo había evitado durante cinco días sin razón? Agh. Maldición.

Y, para colmo, usó mujer en lugar de novia. Eso lo hacía incluso más irresistible que antes. Y dijo que ella le gustaba.

Quiero que tú seas mi mujer, había dicho.

Guau. Había estado deprimida toda la semana porque pensó que todo había sido cosa de su cabeza, que este hombre no estaba ni cerca de ser suyo, y ahora se sentía toda emocionada y feliz y más que un poco excitada. Estaba desnuda debajo de la bata, después de todo, y Alexander se veía demasiado guapo. Se había peinado el cabello hacia atrás. Quería desordenarlo.

Asintió despacio.

—Puedo ser tu mujer —musitó Kate, encogiendo un hombro.

Él se separó de la puerta y se acercó a ella. Se detuvo cerca, obligando que inclinara la cabeza para poder mirarlo. Tomándola desprevenida, observó el broche que sujetaba su cabello sobre su coronilla y lo quitó con cuidado de no tirar. Lo abrochó al borde de su camisa y ladeó un poco la cabeza cuando rizos cayeron sobre los hombros de Katherine y alrededor de su cara.

Alex le dio una sonrisa suave, y esta vez contenía cierto afecto que no le había visto antes. La hizo sentir algo nerviosa y desesperada al mismo tiempo, pero antes de poder moverse, él apoyó una mano sobre su mejilla y la acarició hacia atrás, apartando sus rizos y luego ahuecando la parte de atrás de su cabeza. La impulsó hacia adelante y rodeó su cintura con el otro brazo, estrechándola contra su cuerpo

Sintiendo que repentinamente su olor y su cercanía la cubrían y desbordaban por completo, subió los brazos para abrazar su torso. Enterró el la cara en su hombro. La nariz de Alexander rozó su oreja.

—Te eché de menos —murmuró, y dejó un beso en su mejilla.

Aaaaah.

Se derretiría en cualquier momento. Sintió que el cuerpo se le calentaba al sentir el corazón de Alex latiendo fuerte contra el suyo. Cerró los ojos y apretó su cintura.

—Yo a ti —susurró ella.

Él acarició su espalda y su cintura, y las puntas de los dedos de su mano libre jugaron con los rizos de la parte de atrás de la cabeza de Katherine.

—Así que eres mi mujer ahora... —masculló—. Y también eres la madre de mi hija. Suena sexy. Mi mujer; la madre de mi hija.

¿Quizás él quiere que lo ataque?

—Sí —susurró ella, sin saber qué otra cosa decir.

Él pellizcó suavemente su cintura y, de pronto, la punta de su nariz se escabulló entre sus rizos y la bata, y acarició la piel del cuello del Kate; sus manos empuñaron la camisa de Alexander.

—Te estabas bañando... —Dijo en voz baja y sus labios tocaron su cuello de la manera más breve—. Estás desnuda debajo de esto, ¿verdad?

Lazos irrompibles (Lazos II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora