Wildest Dreams

1.5K 105 70
                                    

Ya no recuerdo cuándo fue que comenzó. Olvidé por completo la primera vez que tocó mi piel con esas frías manos tan características de él, pero que, al mismo tiempo, me resultaban tan cálidas y aterradoramente familiares. A cada día que pasaba no podía entender cómo fue que permití eso, quizás me dejé llevar, quizás demasiado, pensando que las cosas nunca llegarían a los niveles a los que llegaron. Jamás pensé en sentirme atraído hacia otro hombre, no pensé en enamorarme de él... Y nunca imaginé que todo iba a depender de un disfraz.

El sonido de su teléfono sobre el buró retumbó como eco por toda la habitación. Rápidamente pude ver como su cuerpo se sobresaltaba por tal brusco despertar y reincorporándose de su posición a mi lado, buscó el molesto aparato para responderlo de una vez.

— Si... ¿Hola? — intentó fingir su voz para sonar más despierto — Sí, si te dije que estaría ocupado. Te dije que te llamaría después — frunció un poco su seño algo agobiado — más tarde te pasaré a ver ¿sí? está bien. Hablamos, besos — y dando un suspiro, finalmente cortó la llamada.

No se necesitaba ser un genio para saber que era su novia. Porque sí, yo era una especie de amante. Digo "especie" porque la verdad nuestra relación se suponía no iba ligada a sentimientos, eso quedó claro desde un principio, pero yo, a sabiendas de la atracción que sentía por él, traté de seguirle el paso para que sólo quedara en un encuentro sexual y finalmente terminé enredándome aún más en la mata de espinas que yo solo me había creado.

A veces eso dolió más de lo que quisiera admitir, más aun sabiendo que él ni siquiera gustaba de mí, sino que quien le gustaba y por quien terminamos en esa situación fue por Marjorine.

— Disculpa, ya debo irme — me dijo reincorporándose en la cama — ya se me hizo más tarde de lo planeado y tengo que dejar tranquila a la señorita, sino será insoportable el escándalo que armará — me comentaba mientras lo veía ir de allá para acá buscando sus cosas.

— No te preocupes, lo entiendo — contesté — después de todo, no tienes realmente que darme explicaciones — sonreí algo forzado — ya que nuestra relación no pasa de esto.

Ante mi comentario recuerdo que se detuvo rápidamente y me quedó mirando bastante serio. Últimamente cuando mencionaba algo de ese estilo, solía poner esa cara y sus ojos huían de mí. Era bastante extraño.

— Sí, supongo que es así — respondió escuetamente y luego continuó ordenando su ropa — está bien, tengo todo listo — tomó su bolso — nos vemos en otra oportunidad entonces.

— Sí — respondí casi por inercia desviando mi mirada — hasta pronto... Kenny.

— Adiós...mi Marjorine.

Y se fue, cerrando la puerta tras de sí y dejándome en ese silencio asfixiante que de vez en cuando puede transmitirte una habitación vacía. Como siempre pasaba en aquellas ocasiones, él se iba y mis lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos.

No sé por qué acepté todo eso en ese entonces y tampoco sé cómo acabé trabajando junto a él. Si no hubiera sido porque era una buena oportunidad para crecer dentro de mí área de estudio, nunca me hubiera involucrado de esa manera. No hubiera tenido oportunidad de conocerlo.

Todo comenzó cuando salí de la academia de teatro. Como buen novato, tenía que buscar donde poder comenzar a ejercer lo que había aprendido y realmente no sé cómo, di con un folleto que ofrecía participar como ayudante de una filmación de una película con actores famosos. Claramente ser sólo ayudante no es a lo que uno aspira dentro de esta área, pero para comenzar, no sonaba nada mal tener una posibilidad para relacionarte con los grandes, hasta podía ser que, si faltaba cubrir algún papel terciario, pudieran darme la oportunidad a mí. Aquella idea me emocionó y como muchos otros chicos en mi misma situación, postulamos para ver si quedábamos y por gracia de la vida, me seleccionaron a mí.

MarjorineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora