Banditas de Manzanitas (AppleDash)

Capítulo único

Ya habían pasado un par de días desde que Twilight tuvo que volver a su mundo. A ese desconocido mundo por las chicas, que según todas se confirmaba que era un mundo mágico. Nada fuera de lo común desde ese entonces, era normal que sus orejas o alas hicieran aparición, más en cierta chica de cabellos de varios colores, quién no dudó en ponerse a prueba.
Era una idea demasiado tonta, puesto que nunca voló por más de 10 segundos, pero era de cobarde no atreverse y ella adoraba los retos, más si era para superarse a ella misma.
Le pidió a su mejor amiga Applejack si podía pasearse por su granero debido a que era demasiado alto pero lo suficientemente bajo como para evitar, en gran parte, daño de caída.
Una vez ambas en el techo no pudieron evitar sentir miedo.

—Ten cuidado, por favor, no quiero ver un pastelazo en el suelo, ¡Ja ja! — rió Applejack, con su típico tono campesino y acomodando su sombrero.

—Verás que volaré lo más alto que te puedas imaginar; tomaré las nubes y te traeré un trozo, ¡Ya verás!

Dash se puso en posición para saltar del techo a gran impulso, moviendo sus alas para asegurarse que todo funcionaba bien.
Había saltado. Sintió que volaba. Solo por un momento: había aleteado lo suficiente para hacerla cansar al instante y cayó.

—¡Rainbow! — afortunadamente cayó sobre un árbol, que podría decirse que medía la mitad de lo que era el granero.

Mientras Dash se enredaba cayendo entre las hojas del árbol, Applejack bajó lo más rápido que pudo, dejándose caer por una tubería de agua, pero no alcanzó a tomarla, ya había chocado contra el suelo.

—¡Rainbow! ¿¡Estás bien!?

—¡Ay, ay! ¡Algo duele! — Posó su mano izquierda contra su brazo derecho, apretando, mientras se sentaba sobre la hierba. —¿Manzanita? — preguntó sobre quejidos de dolor, Applejack no estaba.

—¡Ahí voy! — gritó preocupada, corriendo con un botiquín en manos. —Déjame ver... — la rubia se había arrodillado frente a Dash y esta dejó ver la herida. —Es un corte muy feo, supongo que fue una rama filosa.

—¡Eso no ayuda!

—¡Descuida! Va a arder un rato...

Ardía como el demonio. Applejack limpiaba lo poco que había de sangre; era de esos cortes en los que la sangre no podía salir debido al corte fino que recibió, como si se hubiera cortado con papel.

—S-ss... Ah... — se quejaba Dash mientras su amiga le ponía una bandita. —No me digas que... — una vez abrió los ojos vió la decoración de la bandita, eran manzanitas con un fondo amarillo. Dash la vió a los ojos por ese detalle y ambas no pudieron evitar sonrojarse y reír.

—B-bien, ahora los otros... — la rubia buscaba otras heridas sobre el cuerpo de su amiga, que para su media suerte habían muchos raspones pero no de gravedad.

Por el dolor del corte más grave, Dash tomó la muñeca de Applejack. Era entendible que le doliera, pero no era entendible por qué había tirado de ella. Esta le ponía una bandita en una de sus mejillas, era muy tierno cuando a Dash se le notaba lo sonrojada al estar cerca.

Ambas manos de la rubia estaban sujetando dulcemente el rostro de la contraria quien, con una extraña lentitud se acercó más a la otra para finalmente, besarla en los labios.

Fue correspondido. Ambas cerraron sus ojos y se fusionaron con ese beso. Applejack, aún con sus manos en el rostro de Rainbow, acariciaba las mejillas sonrojadas de la de piel celeste.

—Vamos, aún no termina mi turno médico — dijo entre risas tiernas al separarse de la unión—.

—No olvides la paletita de fresa... — respondió con un ligero carmín en su rostro, tomando la mano ofrecida por su compañera para ayudarla a levantarse.