𝕯𝖊𝖘𝖈𝖗𝖚𝖇𝖗𝖎𝖊𝖓𝖉𝖔 𝖑𝖆 𝕿𝖗𝖎𝖆𝖉𝖆

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Sin duda alguna tenía miedo, incluso se podía sentir la tensión en la habitación; las piernas le temblaban incluso estando sentado, a tal grado que se obligaba a poner sus palmas en las rodillas para detener el movimiento que iba incrementando. Odiaba las reuniones a solas con su padre y sus subordinados. Odiaba ser parte de esta familia, quería huir; pero eso le causaba aún más terror.
Un huracán de pensamientos inundaba su mente y, tan pronto como se iba ahogando en ellos la puerta de entrada por la cuál el llegó se abrió.

— ¿An? —los ojos del peliblanco se llenaron de lágrimas al ver aquella silueta llamándole frente a él.

— No quiero —sollozó clavando su mirada en aquel suelo de madera. El menor se acercó a paso lento cerrando la puerta tras él. Posó su mano izquierda en los cabellos ajenos intentando tranquilizar su llanto.

— Hablé con tu padre en la hora del almuerzo —se puso de cunclillas para lograr ver su rostro— me dijo que podría estar presente, pero tendrás que enfrentarlo a él de cualquier forma.

— Tengo miedo, Kino —confesó y cubrió con ambas manos su rostro, tenía vergüenza de que su amigo de infancia le viera así.— Mi padre es el mejor en lo que hace, no puedo pelear contra él, no quiero ser el siguiente en tomar su lugar.

— Sabía que no podrías hacerlo —una voz al fondo de la habitación hizo que ambos jóvenes voltearan hacía un asiento detrás.— Sólo dile que no lo harás para que termines de avergonzar a la familia y finalmente, —se levantó para proseguir con su discurso— seré la cabeza de esta familia en la Tríada.

Yan An no pudo evitar molestarse, sin embargo no le fue suficiente su ira para poder defenderse.— Basta Cho, ya fue suficiente de hacer esto más difícil — Hyun se puso de pie acercándose al castaño.— Deberías apoyarlo, es tu hermano —su mirada penetraba hasta el alma del mayor sin embargo, este ni se inmutó.

— Hermanastro, querrás decir.

Jinho era el hijo del primer matrimonio del padre de An, debido a esto él creía que debía ser el siguiente en liderar aunque los planes fuesen diferentes, ya que se centraban por completo en el segundo hijo y, al parecer el favorito de todos.
El castaño miró de pies a cabeza al que se le contraba en frente para sonreír de manera burlona.— Sigue hablando por él, Hyunggu —empujó con su hombro al menor dirigiéndose hacía la puerta que le llevaría a la oficina del Jefe. —Sólo lo haces más cobarde.

Fue su última palabra antes de dejarlos solos en la habitación.
— Tiene razón, Kino, soy un cobarde. —Yan se levantó de su silla cabizbajo. El menor al escuchar esto se apresuró a la espalda del contrario dándole un suave y a su vez cálido abrazo, sin darle tiempo de reaccionar.

— Jamás vuelvas a decir eso, Anie, eres la persona más valiente que conozco —se acomodó volteándose hacia al frente sin soltar al pálido jóven— Lo que diga Cho no tiene valor.

Un leve rubor coloreó las mejillas del pálido.— No sé qué haría sin ti.

— Para eso están los amigos ¿Cierto?

— S-Sí —titubeó aún ruborizado y se separó del abrazo que hasta ahora mantenían.— Vamos a ver a tu padre, juntos.

An temeroso, tocó la puerta de la oficina del más viejo.— Pasa —se escuchó una voz grave.

Tomó el picaporte con su mano temblorosa, seguido de respirar hondo.

Era momento de aceptar su responsabilidad.

𝖈𝖆𝖙𝖈𝖍 𝖒𝖊 «PENTAGON»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora