El verdadero motivo por el que había propuesto esa cena era, como siempre, Misaki y la causa la más reciente y grandiosa sorpresa, equiparable incluso a la vez que le dijo que lo amaba. Recordarlo le arrancó una sonrisa.
Akihiko estaba trabajando en su estudio, o eso intentaba, porque el teléfono estuvo sonando toda la tarde al punto que tuvo que desconectarlo, entonces el celular empezó a fastidiar. Los responsables: el idiota de Isaka y la bruja de Aikawa que parecían estar conspirando para no dejarlo en paz, cuando no llamaba uno, el otro mandaba un mensaje y así lograr que fuera a una de esas tontas entrevistas donde un periodista de poco cerebro le haría preguntas como “Asique sensei ¿de dónde obtiene inspiración? O ¿Cuál es el motivo de su éxito?” o cosas por el estilo y a preguntas estúpidas solo les podían seguir respuestas estúpidas pero él debía esforzarse para contestar algo que pareciera interesante. Al final tuvo que gritar “Iditas como quieren que termina a tiempo si me están interrumpiendo.” Y tuvo que apagar el celular también para no escuchar las constantes turbaciones aunque significara estar intranquilo porque tampoco podía comunicarse con su querer. La verdad era que el peli-plata no estaba de humor para nada, las últimas semanas habían sido duras, Misaki estaba actuado de forma extraña, lo notaba distante y pensativo, como encerrado en su mundo. Lo peor era que no le decía nada, aunque conocía cuál era la causa, Takahiro. Akihiko sabía que el peli-negro se preocupaba por su hermano pequeño y por eso era insistente con lo de la partida de Misaki. No veía que el lugar al que el castaño pertenecía: era ahí, en su casa, a su lado. Se sentí inseguro una vez más. La posibilidad de que su lindo oji-verde considerara irse lo entristecía, lo llenada de dudas ¿era él que no sabía cómo retenerlo? ¿No le estaban llegando sus sentimientos? O el peor y más trágico de los escenarios ¿Misaki dudaba de su propios sentimientos hacia él? ¿No eran tan intensos como Akihiko pensaba? Agradeció estar escribiendo una novela con ribetes oscuros porque así podía desaguarse un poco, haciendo que sus personajes expresaron lo que él no se atrevía. Por fin la puerta se abrió.
-¡Usagui-san ya llegue!- anunció la vos de pequeño. Era más de las 8:00 y el escritor había estado muy preocupado, por el pequeño, por lo dejo inmediatamente lo que estaba escribiendo y salió rápido para verlo. Sus cosas estaban en el sofá y él en la cocina, buscando algo en el refrigerador para hacer la cena. Sin decir una palabra lo rodeó con sus brazos y sin darle tiempo a sorprenderse lo tomo del mentón y le robó un beso que duró algunos minutos, pese a los forcejeos.
-Bienvenido- le susurró al oído, él tan tiernamente como siempre se sonrojó y se zafó de sus brazos
-¡Que haces! ¡Acabo de llegar! ¡Además tengo que preparar la cena!- exclamó señalando unos cuanto vegetes en el lavabo, listos para ser cortados.
-No, estoy aburrido. Comeremos fuera- quería escapar, esos dos estarían en su casa primera hora de la mañana.
-Pero yo…
-Debes estar casado también, no es necesario que te fuerces.
-Pero es que …- su vos le sonó extraña
- Vamos, vístete. No van a reservar la mesa toda la noche.- Misaki suspiró
-¿Es uno de esos restaurantes elegantes?
-De comida francesa- el castaño volvió a suspirar, bajó la vista pero obedeció.
En la cena lo había notado todavía más extraño, más allá de su incomodidad habitual en ese tipo de lugares, estaba distraído y muy callado, de hecho no hablaba nada.
-Nii-chan me llamó hoy- dijo de repente el castaño, antes del postre. Akihiko sintió una punzada de dolor y miedo pero disimuló
-Está bien no tienes que pensar en eso ahora.
-Pero es que…
-No importa ahora- Takahiro se estaba volviendo insistente, demasiado, nunca antes pensó que pudiera llegar a tener sentimientos negativo hacia el peli-negro, pero en ese momento así era, aunque más que nada un pregunta resonaba en su cabeza. “¿El realmente se irá?- no quiero hablar de eso justo ahora- tal vez solo estaba negándose a aceptar la realidad ¡NO! No iba a dejar que lo apartaran de su lado, nunca dejaría que algo así pasara. Pensaría en algo para retenerlo a toda costa. Pero Misaki ya tenía un trabajo estable y pronto se graduaría, el tiempo se agotaba. En aquel entonces el oji-esmeralda solo guardó silencio por lo que la cena terminó teniendo un sabor amargo.
-¿No volvemos a casa?- los dos estaba en el deportivo y el autor había decidido unilateralmente cambiar el destino, como de costumbre, por lo que Misaki estaba más nervioso de lo que había pensado. Akihiko no respondió solo se asustó por el tono del chico. Se limitó a conducir sin abrir la boca estuvo bastante molesto por la tarde, preocupado y para colmar las cosas “eso”(extraños gestos y silencios). El universitario tampoco dijo nada, y es que el mayor no sabía que estaba tratando de encontrar las palabras adecuadas. Akihiko llevó a Misaki hasta la habitación que había reservado, muy lujosa y cómoda, pero no la mejor. En esos momentos el castaño estaba armándose de valor, preguntándose cuando sería el momento justo.
La puerta apenas se había cerrado detrás de ellos cuando el mayor ya había acorralado a su novio contra la pared y lo besaba desesperadamente, sin perder tiempo comenzó a desvestirle. Tenía la necesidad de estar con su pequeño, de sentirlo suyo, de decirle con besos y carisias, cuanto en realidad lo necesitaba, para borrar hasta el más mínimo rastro de la absurda idea de irse, comenzó a caminar hasta la cama. El universitario por su parte, veía como su ropa caía al suelo y, mientras era empujado, de reojo podía ver lo muebles de la habitación, primero lo que al parecer era la sala de estar: los sofás de color crema, una especia de escultura, una mesa con un jarrón con flores. Pasaron por una segunda puerta, mientras el autor le mordía el cuello, pero él simplemente no podía disfrutar de la sensación. El peli-plata arrojó al menor a la enorme cama y, por un breve instante lo contempló ahí; expuesto e indefenso sobre el grueso acolchado que tenía rayas doradas lo que resaltaba el cabello castaño revuelto y los ojos verdes brillando intensamente. De la ropa solo quedaba la camisa blanca, la corbata rosa claro, que combinaba con el traje gris, cuyo pantalón todavía tenía puesto. “Demasiado vestido.” No iba a durar. Misaki desde la cama vio como el peli-plata se quitaba la corbata morada y la tiraba a un lado, rápidamente se abría la camisa y en un solo movimiento aflojada el cinturón y el pantalón.
“Tengo que hacerlo ahora, o después me faltará el valor” pensó el joven, pero ya era tarde, tenía al escritor encima, sin camisa, con los ojos violetas mirándolo fijamente, mientras las largas manos desabotonaban su camisa. No supo en qué momento le había sacado la corbata. El escritor ya había llegado hasta el pantalón y besaba el vientre de su querer dando pequeñas mordidas y lamiendo mientras sus manos, liberaban el cinto y bajaban el pantalón amante, pero notó horrorizado, que el castaño no estaba excitado y se desesperó aún mas ¿Por qué Misaki no respondía a sus caricias como siempre lo hacía? Decidió volver a los labios mientras masajeaba los muslos.
-Espera Usagui-san- consiguió decir el castaño- espera por favor- el escritor no hizo caso siguió devorando la dulce boca con desesperación, pero el chico no respondía, bajo al cuello que mordía con pasión-Por favor detente un momento, necesito decirte algo
-Luego, ahora solo disfruta- no se apartó del largo cuello para contestar, solo se entregó con su trabajo.
-¡Es importante! Por favor escúchame primero- suplicó incorporándose para librase de contacto. Si seguía ahí tumbado se perdería otra vez en las sensaciones que el peli-plata le daba, se dejaría llevar y quizás jamás se atrevería hablar.
-¿Qué sucede?- pregunto el novelista sumamente preocupado, más que eso, aterrado por las palabras que pudieran salir de los labios de su pequeño. Se sentó para mirarlo de frente.
-Es sobre mi hermano- comenzó el castaño en un hilo de vos desviando la mirada a las paredes de la habitación para no encontrarse con los ojos del mayor.
-Misaki no permitiré que…- su mundo estaba a punto de derrumbarse, quedaría sumergido en el completo dolor de la soledad que lo había atormentado por años.
-Estoy de acuerdo con decirle de lo nuestro.- soltó Misaki en una sola palabra y sin respirar. Volvió a girar la cabeza para encontrarse con un Usagui paralizado, completamente inmóvil y sin reacción, con los ojos muy abiertos.
El escritor no podía creer lo que acababa de escuchar en un segundo el miedo, el dolor que había sentido se disipó y en su lugar solo tenía felicidad. ¡Misaki por fin lo aceptaba! El corazón se aceleró golpeando fuertemente, las emociones se agolparon todas juntas, quería hablar pero no podía. Akihiko sabia cuanto esfuerzo le había costado a su pequeño el tomar el valor para enfrentarse a su hermano. Lo sabía y se lo agradecía.
-Misaki ¿Qué dijiste?- ya habían pasado varios minutos y los dos estaban en silencio hasta que la vos del novelista lo rompió- dime que no escuché mal.
-Que estoy de acuerdo con decirle a Nii-chan de lo nuestro- lo dijo una vez, por alguna razón y sorpresa del propio Misaki la segunda fue más fácil, pero esperaba otra reacción de su novio.
-Misaki yo…
-Solo- interrumpió, tenía que decirlo todo aunque molestara un poco al escritor- so… solo te pido algo de tiempo para acostumbrarme a la idea- el otro lo miraba con expresión incrédula. Misaki recordaba muy bien que en los meses anteriores le había dicho que lo mejor era terminar de ocultarlo de una vez, para no tener más miedo- solamente hasta después que me gradúe. Falta poco, y si estoy preocupado por eso no podré concentrarme en los exámenes finales y la tesis. Es poco, por favor espérame.
-Misaki
-Además creo que Nii-chan tiene derecho a escucharlo de mi- unas cristalinas lágrimas rodaron por sus mejillas. La falta de reacción de Usagui lo tenía preocupado-¿E… estás enojado? Sé que tu querías decirle cuanto antes, pero yo … yo.- Las lágrimas no lo dejaron continuar.
¿Enojado? ¿Cómo podría estarlo? Era la felicidad la que no la dejaba hablar, pero al parecer su silencio había asustado al pequeño, de inmediato una inmensa sonrisa ilumino el rostro del escritor y sus ojos brillaron de alegría.
“Una sola sonrisa suya y yo ya no temo a nada en el mundo” pensó descuidadamente Misaki, el peli-plata tenía tal poder sobre su persona. No tuvo tiempo de contemplar aquella sonrisa sincera todo lo que hubiera querido, antes de que se diera cuanta el escritor se arrojó sobre el universitario y una vez más comenzaba a besarlo, pero de manera diferente a la anterior. Ya más tranquilo Misaki pudo disfrutar todo lo que su amante quería decirle, sentía en esos hábiles labios que devoraban los suyos con pasión un inmenso amor y dulzura. Misaki respondió el beso lo mejor que pudo tratando sus sentimientos le llegaran su pareja y Akihiko recibió el mensaje que esa particular lengua le daba, los dulces labios que con placer degustaban le decían claramente que el castaño le profesaba el más puro y profundo amor. Por un segundo estuvo a punto de dejarse llevar por la lujuria y hacerle el amor salvajemente pero quería disfrutar el momento, experimentando todas las sensaciones que el oji-verde le regalaba, por lo que fue despacio. La boca del universitario recibió, complacida, la lengua del escritor que, exploraba juguetonamente cada centímetro de la cavidad de su amado. Les falto el oxígeno y tuvieron que separarse por lo que el peli-plata aprovecho la oportunidad para terminar de sacar los molestos pantalones de Misaki así como su propia camisa que le estorbaba para sentir en pleno el calor de la piel se su pequeño. El castaño, por su parte, secretamente, disfrutó de esto y, al ver como su amante se quedaba solo en bóxer se sonrojo profundamente y dejó escapar el primer suspiro de la noche. Los labios volvieron a unirse esta ves Misaki pasó los brazos alrededor del cuello del oji-lila para profundizar el contacto. Akihiko, aprovechando el contacto más estrecho que su pequeño le daba con un sugerente movimiento de sus caderas hizo que ambos miembros se rosaran, provocando una cálida sensación de placer, ambos ya estaban semi-despiertos, aunque el del mayor sentía más urgencia, aun así resistió. El castaño se estremeció por la sensación y se separó solo para que su boca escapar un gemido bajo. Akihiko decidió seguir con algo más, fue bajando por el mentón hasta el cuello donde repartió besos saboreando cada centímetro de la piel de Misaki que, ladeaba la cabeza dando mayor espacio de acción y mostrando su consentimiento. Mientras tanto los fuertes brazos del mayor se cerraban alrededor de la espalda del mas joven que temblaba, pero no dejaba de disfrutar el contacto, una mano jugaba con los plateados cabellos mientras que la otra se deslizaba por la ardiente piel de la espalda, tan abajo como su brazo se lo permitía, pero no tan abajo como hubiera querido. Los besos del cuello se intensificaron a tal punto que Misaki comenzó a gemir con más fuerza.
-¡Ah, Usagui!- repetía cada vez que los labios tocaban su piel, volviendo loco al escritor, y solo lograban que los besos fueran más fuertes, totalmente fuera del control de su voluntad. Seguramente dejaría marcas pero no importaba en ese momento, los dos estaban mas allá de la razón. El mayor dejo el cuello y con la lengua recorrió el camino hasta el pecho. Levantó la cabeza para apreciar el rojo que teñía las mejillas de su adoración, no podía perderse esa incitante expresión. Ante la interrupción Misaki levantó la cabeza de la almohada en donde descasaba para ver qué sucedía. Las dos miradas se cruzaron, una cargada de lujuria, la otra brillando como una joya, pero ambas rebosantes del mas puro amor.
-¿Quieres que continúe?-pregunto el oji-violeta con una sonrisa pervertida. El universitario no respondió, no hizo falta, la expresión de su rostro lo decía todo, asique sin demora siguió con su trabajo con pequeños besitos fue hasta los pezones, tuvo que soltar el abrazo y separarse un poco pero no impidió disfrutar a SU Misaki. Una de sus manos buscó al pequeño que, al sentir el frio bajar por su hombro y recorrer el brazo rápidamente aceptó la invitación y tomó la mano entrelazando los dedos fuertemente. La lengua experta del novelista dibujaba círculos alrededor del pezón derecho.
-Ah… Ah- la vocecita baja estaba entrecortada porque la respiración del castaño comenzaba a agitarse. El trabajo allí estaba hecho, se encontraba totalmente erecto, por lo que termino dando un mordisco y para su placer fue directo al izquierdo, donde pudo sentir como el corazón de Misaki latía fuertemente al mismo ritmo que el suyo. “Dos corazones que laten juntos y como uno” pensó Akihiko, una idea cursi y trillada, pero no por eso menos hermosa. Misaki puso una de sus manos en la nuca del escritor que rápidamente capto le mensaje aumentó los besos y las mordidas allí donde el menor señalaba, varios minutos después el pequeño botón quedó erecto.
-Ah… Usagui …Usagui-sa…-el oji-verde no paraba de gemir cada vez mas alto, eso llevaba al límite el escritor y lo complacía, pero también le dijo que el chico ya deseaba algo más. Akihiko se incorporó a medias, quedando de rodillas en la cama y desde donde se encontraba pasó la mirada en la figura que tenía delante, la cara del pequeño están mas roja que antes, sus ojos brillaba intensamente, en el cuello se podía ver marcas, la misma que él había hecho, al igual que las del pecho que subía y bajaba al compás de la respiración. Desde la cama Misaki también se deleitó con la vista que le ofrecía su amante: el rostro firme, el cabello plateado enmarcándolo y una mirada que parecía devorarlo, cargada de pasión pero también de amor, el pecho también, subía y bajaba a causa que la respiración del hombre era más rápida que lo normal. Casi sin darse cuenta el pequeño de mirada esmeralda puso ambas manos en los fuertes hombros del escritor y con la punta de los dedos bajo hasta el amplio pecho, sintiendo la piel caliente. Akihiko se sorprendió pero no interrumpió el contacto, disfruto cada segundo y una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo
-Misaki te amo- dijo con vos ronca y sensual, entonces él también puso sus grandes manos en pecho del estudiante. Una vez más escucho su corazón y vio como el frágil cuerpo se estremecía ante el contacto frio en la piel caliente. Despacio bajo por el pecho al vientre, se detuvo un instante para seguir hacia abajo y con un rápido movimiento quitó el bóxer del muchacho que reprimía a su miembro ya completamente erecto. El escritor se deleitó con esta imagen y sin dudarlo un instante comenzó a lamer el excitado pene, primero la punta para después dedicarse a todo el largo, estimulándolo con pequeños beso y el juego de su lengua, por un buen rato jugó con su amante tratando de incitarlo mas
-Usagui-san ah…- dijo Misaki en tono de suplica, Akihiko entendió a la perfección “Ya no me tortures” intentaba decir el castaño peor le era imposible dejar de gemir y jadear. Sin dudarlo el escritor introdujo todo el miembro de su amado universitario en la boca y comenzó a succionar y mover los labios aferrándose con fuerza cada vez mayor y con más velocidad. Misaki al contacto dejó de gemir y comenzó a gritar lo que desató la lujuria del mayor aumentando sus lascivos movimientos, volviendo loco de placer al castaño.
-¡Ya U…Usagui! Me voy a correr- jadeó por lo que Akihiko subió todavía más la velocidad y la fuerza, hasta que Misaki arqueo la espalda y con un potente grito se corrió en su boca. El peli-plata sin pudor alguno tragó cada gota de la semilla que su amado le regalaba. Todavía no estaban del todo satisfechos ninguno de los dos. El mayor esperó uno momentos a que Misaki se recuperara de los efectos del orgasmo, pero él todavía necesitaba sentir que el pequeño era completamente suyo, tanto como el castaño anhelaba ser uno con el escritor. El peli-plata le tendió una mano a Misaki y esta lamio los dedos de forma tan provocativa que al verlo Akihiko sintió que se le paraba el corazón. Se quitó su propio bóxer para estar completamente libre. Lentamente el novelista bajo los dedos por el cuerpo de su amante y comenzó a preparar la cavidad, que ya estaba bastante dilatada. Primero un dedo, el castaño respingó por la molestia pero lo permitió, comenzó a moverlo en círculos y metió el segundo y no mucho después el tercero. El escritor ya se sentía en su límite por lo rápidamente saco los dedos
-Misaki- jadeo en un murmullo ronco- voltéate. El niño solo obedeció y temblando, se puso boca abajo apoyándose en las rodillas y las manos. Akihiko se posicionó sobre el pequeño, tomando una de las manos de su amante lenta y delicadamente lo penetró. Misaki, ante al invasión primero sitió dolor y una leve queja escapó de sus labio. El oji-violeta supo esperar a que su novio se acostumbrara mientras besaba la espalda, subiendo hasta el cuello, para finalmente dar un pequeño mordisco en la oreja derecha
-Mi Misaki- susurró
El joven se estremeció e inconscientemente levantó la cadera buscando aumentar el contacto entre los dos. Complacido Akihiko rodeó la cintura de su amante y comenzó a moverse, primero muy lenta y suavemente, disfrutando de cada centímetro. Los gemidos del castaño no se hicieron esperar. Respondió deliciosamente a cada estímulo y es que también lo estaba disfrutando mucho. Aprisionado fuertemente por el joven, el oji-violeta fue subiendo la velocidad y la fuerza de las estocadas, llegando cada vez más adentro, él también gemía, por las sensaciones que Misaki le daba. Estaba sumergido en un mar de placer.
-¡Ah! ¡Ah!- gritaba Misaki y el escritor le respondía del mismo modo. Las voces de ambos llenaros por completo la habitación del hotel y más allá, retumbando en sus oídos.
El escrito siguió con las estocadas, dedicándole cada gramo de energía de su cuerpo, aferrándose desesperadamente al cuerpo de su pequeño, mientras hundía el rostro el cuello.
-Usa… Usagui- exclamó Misaki- ya…- De inmediato Akihiko liberó del abrazo al castaño y, sintiendo que su orgasmo también se acercaba, tomo el miembro de su amate, que otra vez se encontraba erecto y comenzó a masturbarlo al ritmo del movimiento de sus caderas. Las estocadas se volvieron tan profundas y salvajes como era posible el tiempo que el falo del ojo-verde era masturbado con intensidad
- ¡Ah! ¡Ahh! ¡Ahhhh!- gritó Misaki derramando su semen en la mano de adorado escritor. Mientras que el otro con una profunda penetración dejó salir su semilla en el interior de su pequeño
-¡Ahhhg!- gritó con vos ronca, al tiempo que una fuerte descarga eléctrica le recorría el cuerpo. El peli-plata no cortó el contacto se quedó así unos momentos, mientras se recuperaba un poco hasta que se detuvo y con cuidado salió del interior del castaño.
Los dos hombres se deploraron sobre la cama respirando agitadamente y tratando de recuperar un poco el aliento. Akihiko hubiera querido dormir toda la noche sintiendo a Misaki debajo, pero notó que el peso de su cuerpo le impedía la respiración, por lo que se movió a un lado. Los dos estaban completamente cubiertos de sudor, las mejillas de Misaki mostraban un lindo color rojo, los ojos verdes brillaban radiantes. Se miraron uno al otro sin decir una palabra, no era necesario. El escritor se incorporó un poco y los cubrió a los dos con el grueso acolchado. El más joven ya había cerrado los ojos, por lo que el mayor aprovechado, llevó su mano al rostro y acaricio a su amate, bajando por la mejilla hasta terminar en el mentón con la punta de los dedos. Misaki sonrió, aún no estaba dormido, pero tampoco abrió los ojos. El escritor se acercó le dio un beso al que Misaki respondió dulcemente. Ya fatigados sus cuerpos se acercaron más el uno al otro y se abrazaron para caer en un pacífico sueño.
-¡Usagi estúpido! ¡Reacciona!Bueno gentesilla loca ya saben la realidad es una ilusión el tiempo un holograma lean Yaoi hasta la próxima
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El camino que recorreremos juntos
FanfictionHola gentesilla loca hoy vuelvo con otra historia ¡OJO! no es mía tengo derecho del autor para publicarla aquí mismo historia original en la plataforma de forumfree escrita por Gaia-san El tiempo se agota y Misaki por fin tomo su decisión. el amor...