segundo

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las acuarelas se deslizan por el papel aún húmedo. creando un cúmulo de sentimientos siendo un mero espectador que conecta esas pinturas con algún recuerdo, sanándolo. o, quizás, haciéndolo florecer de nuevo para acompañarme otras tristes noches mientras veo la pintura en la pared, recordándome, que nada sana por completo, así como una pintura nunca se acaba.

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