El color de las mandarinas
El salón de clases fue quien presenció de primera mano el contacto inicial entre Namjoon y Yoongi. Un salón vacío, a excepción de ellos dos. Yoongi se quedaba a leer hasta tarde y Namjoon había olvidado su cuaderno en el pupitre ese día, el cruce de miradas fue incómodo, Namjoon tropezando con una mochila cuyo propietario ni siquiera despegó la vista del libro lo fue más. Eventos curiosos suceden cuando sitios usualmente llenos, se quedan vacíos a horarios poco comunes. Una pregunta yacía suspendida en el aire.
ㅡ¿Qué estás leyendo? ㅡy Namjoon no pudo desaprovechar la oportunidad.
El aire se sentía espeso y todo avanzó en cámara lenta, el calor de junio solo hizo sentir aquello como un sueño en medio del verano, de esos que ocurren justo antes de despertar con el rostro caliente y sudor en el cuello. Yoongi casi no creyó que alguien le estuviese hablando y el corazón se le aceleró como cuando levantaba la mano para participar en clase. Al final solo enderezó un poco el libro para que el título fuese visible, Los Cristales Soñadores.
ㅡ¿Y por qué te quedas aquí? ㅡNamjoon fingió estar buscando algo en el compartimento debajo del pupitre solo para ganar tiempo y para no sentirse raro por aprovechar una situación como aquella para hablar con su compañero.
ㅡEn mi casa no puedo leer ㅡYoongi devolvió la vista al libro, como saliendo del trance del primer encuentro.
ㅡ¿Y eso? ㅡNamjoon seguía observándolo directamente, ignorando que al contrario eso le impedía concentrarse y le hacía querer salir corriendo.
ㅡA veces no hay luz, a veces hay mucho ruido ㅡesto último desconcertó a Namjoon, aunque no pudo decir nada en respuesta. Solo atinó a quedarse un momento más en el salón, por fin despegando la mirada. Yoongi dio un respiro.
ㅡSe siente extraño ¿No crees? ㅡsoltó como una última oportunidad de encontrar un tema de conversación, un intercambio de frases le bastaba para sentirse satisfecho de camino a casa.
ㅡ¿El qué? ㅡYoongi por fin cedió, dejó el libro abierto sobre el escritorio, pero no se animó a mirar a su repentino acompañante.
ㅡEl ambiente, se siente extraño estar a estas horas en el salón, la luz del sol hace que todo se vea anaranjado.
Yoongi también había notado aquello con anterioridad e incluso había escrito un pequeño poema al respecto, el salón sofocado de extrañeza había sido su refugio desde hacía unos meses y escuchar que su compañero también había notado aquel detalle, le hizo querer hablar acerca de como el color anaranjado se iba manifestando por etapas, comenzando con un ámbar a las 4 y llegando a la cúspide de un anaranjado, como el de una mandarina, a eso de las 6.
Pero ㅡEs como si una mandarina eclipsara al sol ㅡfue lo único que pudo decir de todo su monólogo interno y se sintió apenado de pronto.
ㅡEs verdad, el color es justo de ese tono ㅡNamjoon sonrió y Yoongi se animó a mirarlo de reojo y la vergüenza lo abandonó al ver que no había ni una pizca de burla en aquella expresión. Quiso contestar algo más pero era malo con las palabras, además, pensó que Namjoon iba a creer que era un raro (o peor aún, querría leer sus apuntes) si comenzaba a contarle que le gustaba escribir y se fijaba en ese tipo de cosas todo el tiempo.
Namjoon, por su parte, notó que la expresión de Yoongi era indescifrable, llegó a la conclusión de que quería continuar leyendo en silencio, pero no tenía el valor para hacérselo saber, por lo que se aclaró la garganta y se incorporó un poco decepcionado al no haber podido conversar un poco más, aunque antes de cerrar la puerta tras de sí, se animó a despedirse.
ㅡNos vemos mañana en clase ㅡterminó con una pequeña inclinación de cabeza y, por primera vez, Yoongi le correspondió, dedicándole un gesto apenas similar.
De camino a casa Namjoon seguía agitado, no es que hablar con casi-extraños fuese una necesidad natural para él, sin embargo, sentía como si se hubiese quitado un peso de encima, pues su compañero ya había captado su atención desde hacía algunos días, en gran parte porque le causaba pena verle tan solo, aunque, otro pensamiento también lo atacó:
No todas las personas disfrutan de la compañía de las otras y Yoongi, a lo mejor, se mantenía solo por elección. No parecía una mala persona, a su parecer, pero era difícil descifrar si era timidez o desinterés lo que lo desconectaba del resto.
Aún así, al día siguiente y sin decir nada, Namjoon se sentó a su lado a leer. El segundo no mencionó palabra alguna, ni siquiera se molestó en mirar a su inesperado acompañante, pero su cercanía le hizo cosquillas en el brazo izquierdo y una parte de sí quiso huir y esconderse debajo de su escritorio, pero la otra añoraba la complicidad de un compañero de lectura, aún así, su debate no duró demasiado cuando se dio cuenta de que Namjoon se encontraba disfrutando de su libro de manera genuina.
Fue una tarde sigilosa, solo el pasar de las páginas y el golpeteo del pie de Yoongi sobre el piso interrumpían el mudo pasar del tiempo hasta que la ausencia del naranja que se anunció por la ventana les indicó que era hora de ir a casa. Ninguna palabra de por medio más que una inclinación de cabeza antes de separar sus caminos a la salida de la escuela. Pero Min estaba agradecido, tanto, que al llegar a su habitación, escribió una frase en su cuaderno: "Cuando comparto el silencio, ya no me siento asfixiado", como una idea que pensaba revisitar.
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Esto comenzó hace mucho como un fanfic y ya no pude parar aunque intenté implementar personajes originales :).
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El dilema del erizo (NamGi)
FanficTras una infancia en conjunto, Yoongi y Namjoon se reencuentran en una circunstancia inesperada que les obliga a remendar tejidos viejos y crear nuevas conexiones. O, cajón de memorias de dos individuos solitarios que se cuidan el caparazón el uno a...