Capítulo 1: ¿Por qué?

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Los rayos de sol que traspasan mi ventana me hacen despertar de un magnifico sueño, me levanto de la cama y me pongo mis pantuflas, cojo mi toalla y mi cepillo de dientes. Salí de la habitación para dirigirme hacia el baño.

Mientras camino por los pasillos con un ánimo pésimo, escucho gritos en la sala real.

Si, soy una princesa.

En vez de seguir en mi camino, me dirigí hacia la sala real. Voy bajando las escaleras con un paso lento, no quiero que vallan a notar mi presencia. Los llantos de la mujer se hacen más fuertes. Llego al final de la escalera y es la madre de mi novio que llora desconcertadamente, no dude en hacer mi presencia notable y me dirijo hacía la mujer envuelta en llanto.

-Bahar querida, ¿qué ocurre? -me senté a su lado y le dí un caluroso abrazo. ¿Por qué lloras?

-Melek, promete ser fuerte -dice la mujer parando su llanto.

-¿Qué sucede? -Me asusté, sus palabras me daban miedo y mi padre solo observaba la escena.

-Solo promete ser fuerte -insiste la mujer.

-Lo prometo -trago saliva y me preparo para la noticia.

-Debram murió -dice mientras vuelve a ahogarse en llanto.

Mis ojos se cristalizan, mi mirada se nubla y la ausencia de aire en mis pulmones se vuelven presentes. Mis lágrimas no pidieron permiso que solo las sentí resbalar por mis mejilla, mis gritos comienzan a notarse, no encontraba la manera de decirles que no me mientan, que no jueguen con mis sentimientos. Se que ellos no querían que estuviésemos juntos. Mi padre lo odiaba y su madre no quería que se involucrara en la realeza pero, ella lo había aceptado. Me paré de mi asiento y llevé mis manos hacia mi cabeza.

-No mientan -grité.

-No te estamos mintiendo querida hija, lo han encontrado esta mañana en el bosque -las voz de mi padre se hace presente.

-No, no no no -era lo único que salía de mi boca.

El amor de mi vida había muerto.

-Lo velaremos mañana, están invitados -inclinó su cabeza como señal de respeto y se marchó de la sala.

Mi madre se hizo presente. No dude en abrazarla, me decía querido estaría bien pero, no le creía, en el fondo sabía que su muerte no fue repentina.

-¿Por qué lo mataste? -le grité a mi padre.

Sentía en lo más profundo de mi corazón que él estaba involucrado en todo esto.

-¿Por qué? responde me, maldita sea -volví a decir.

-Primero, no tengo que ver con nada de lo que le pasó a Debram y segundo, no me subas el noto de voz jovencita.

-No mientas, se perfectamente que lo odiabas y no querías que estuviese con alguien del pueblo. Eso no te daba derecho de mandarlo a matar. Te odio -grité mientras arrojaba mi Corona al suelo.

Abandoné el lugar, me fui directamente al baño a realizar mis quehaceres mañaneros. Una ducha larga y un cepillado dental. Salí del baño, me dirigí hacia mi habitación.

Me puse un vestido negro que me llegaba hacia los pies y unos tacones blancos. Me senté en el tocador y no me dio deseos de maquillarme así que solo me peiné el cabello y salí de la habitación.

Cuando salí de la habitación choqué con una de las trabajadoras reales, ella traía mi corona, se inclinó como gesto de respeto y se marchó. Salí hacia el jardín, me recosté entre las flores y cerré mis ojos.

Sentí un escalofrío, no abrí los ojos, sentía la presencia de Debram cerca y no dudé en sonreír.

Segundo después abro los ojos y me aterro en ver un cráneo en mi cara, me espanto, me paro del lugar en que me encontraba, entré a la casa y no pude evitar escuchar a mi padre hablar con uno de los guardias del castillo, escuché lo que decían y mi...

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Segundo después abro los ojos y me aterro en ver un cráneo en mi cara, me espanto, me paro del lugar en que me encontraba, entré a la casa y no pude evitar escuchar a mi padre hablar con uno de los guardias del castillo, escuché lo que decían y mis lágrimas resbalaron por mis mejillas, evité ser descubierta y no podía creer lo que estaba escuchando.

-Muy buen trabajo -felicitó muy contento al guardia.

-Muchas gracias señor, matarlo fue pan comido, lo perseguimos hasta el bosque y realizamos el acto.

-Tendrás un bono extra en tu paga -guiñó mi padre.

Él lo mató.

No evité entrarme a la conversación.

-Tú lo mataste -apunté a mi padre. Te odio con todas mis fuerzas.

-Hija -su voz se convirtió en un susurro. Retírate de aquí Bernardo.

-Sí señor, con su permiso majestad -se inclinó y nos dejó a solas.

-¿Por qué papá? -mi voz se hizo un susurro.

-Hija perdóname.

-No me pidas perdón que no te lo mereces -grité. Eres un asesino, te odio, te odio con todas mis fuerzas.

-Cálmate por favor, soy tu padre y el rey, no me hables de esa manera. Comportarte como la princesa que eres y deja de llamar la atención.

-Yo era tu hija , y ves esta corona -me la quito. Ya no la necesito.

-Deja tus estupideces y ponte la corona -Ordenó.

-No tengo porque seguir tus reglas, asesino.

Lo odio.

No contuvo sus impulsos, me sostuvo del cuello y me apoyo en la pared, aumenta el agarre en mi cuello.

-No soy un asesino -me gritó.

Mi falta de aire se hizo evidente.

-Te comportas o te vas de mi casa -dijo mientras soltaba mi cuello.

Justo en ese momento mi madre se hizo presente y mi padre esperaba una respuesta.

-Prefiero irme de este infierno, que vivir en una casa con un asesino. Y ves esta corona, ya no la necesito -le tiro la corona a mi padre y salgo del lugar.

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Primer capítulo.

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