||CAPITULO 1||

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CORA WEMBLEY.

Histérica, así me encontraba en estos momentos.

Helena llamándome por teléfono, insistente y cabezota. Mis padres aún despiertos, charlaban animadamente en el comedor. Y yo, ya preparada para salir de fiesta, escondida entre las sábanas y esperando a que ellos dos se duerman plácidamente para poder llevar mi plan suicida a cabo.

Se llegan a enterar de que he salido sin su permiso a una fiesta y me crucifican.

"Pero Cora, tienes dieciocho años. Puedes hacer lo que quieras."

Pues no, mis padres son un caso a parte. Observan cada uno de mis movimientos con lupa, mis calificaciones tienen que ser impecables y el deporte tiene que ser una de mis prioridades.

Se vería algo normal desde fuera. "Oh, unos padres pendientes de su niña, que tierno." En absoluto. Haz algo que no les agrade y ya puedes despedirte de tu libertad, gustos propios y redes sociales por meses. Llega a ser asfixiante: cenas importantes, eventos de gran categoría, reuniones a todas horas... Y que no falte mi sonrisa en portada de revista, todo por haber nacido en una familia importante. Los Wembley, me reía yo de mi propio apellido.

Voy a escribirle a Helena cuando escucho la puerta de mi cuarto abrirse y me quedo estática bajo las sabanas apagando el móvil y empujándolo al final de la cama.

Se acerca mi padre, lo distingo por los pasos pesados que se escuchan al crujir el parqué del suelo y la colonia que siempre lleva.

Apoya sus manos en la cama y deja un beso en mi pelo azabache, idéntico al de él cuando era más joven. Después, como si nada, sale de la habitación cerrando la puerta y así todo el aire que estaba reteniendo por la impresión, sale de mis pulmones soltando un fuerte y largo suspiro.

Escribo un mensaje corto, que todavía estaban despiertos y me quedaba un rato. Helena lo entendió porque dejó de insistir. Estaba esperándome en el coche de su padre, justo en frente de la ventana de mi habitación desde hacía más de media hora. Ni me imagino cómo se me tiene que estar poniendo el pelo en estos momentos después de planchármelo a consciencia por estar debajo de las sabanas tanto tiempo.

Miro las historias de instagram de algunos compañeros de clase. Helena, en mejores amigos, sube una con los ojos en blanco esperándome en el coche y no puedo evitar responderla con el emoticono riendo.

Después de unos veinte minutos más sufriendo, no se oye ningún ruido en la casa y supongo que mis padres por fin se han dormido.

Bien, plan de huida: activado.

Salgo de la cama, metiendo cojines debajo de las sabanas con la forma de mi cuerpo. Mi gato se queda mirando mis movimientos como si estuviese loca, y quizás sí que lo estaba. ¿A quien se le ocurre retar a Marlon Wembley?

Con la linterna del móvil procuro no matarme con alguna cosa que haya por el suelo una vez acabo mi obra maestra hasta llegar a la ventana y así, la abro viendo a Helena saludarme desde la ventanilla del coche.

Preparado con anterioridad, mis tacones los tenía ella, así que bajar descalza no sería tan difícil.

O eso creía yo, porque solo poner un pie en el alféizar de la ventana, me entra un vértigo enorme y procuro no mirar hacia abajo. Solo era una planta, pero daba impresión.

La cañería de al lado me ayuda a bajar, pero mi pie da un paso en falso y me deslizo como si de un parque de bomberos se tratase. El vestido negro ajustado a mi cuerpo se sube hasta media espalda y podría asegurar que mi mejor amiga se estaba partiendo el culo de verme el mío.

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⏰ Last updated: Mar 14, 2020 ⏰

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