Apenas perdidas ya de vista las costas de sicilia, bogaban alegres los troyanos por la alta mar, cortando las salobres espumas con la acerada proa, cuando juno, viva en lo hondo de su pecho la eterna herida, exclamó, hablando consigo misma: "¿ Habré de desistir, vencida de lo comenzado, y no podre apartar de Italia al rey de los teucros? Los hados me lo impiden; mas ¿ no pudo palas incendiar la armada de los griegos y anegar los a todos en el punto por sólo la culpa y los furores de ayax, hijo de olideo? Ella misma, arrojando desde las nubes el rápido fuego de júpiter, desbarató las naves y revolvió los mares con los vientos y arrebatándole expirante en un torbellino, traspasado el pecho y arrojando llamas, le estrelló en un agudo peñasco.¡ y yo, reina de los dioses y hermana y esposa de júpiter, sostengo la guerra por tantos años contra una sola nación! ¿ Quién, después de esto, adorará al numen de juno, o suplicante llevará ofrendas a sus altares?"
Revolviendo conseguimos la misma diosa cuentos pensamientos en su acalorada fantasía, partióse a la eolia, patria de las tempestades, lugares henchidos de furiosos vendavales; allí el rey Eolo en su espaciosa cueva rige los revoltosos vientos y las sonoras tempestades, y los subyuga con cárcel, y cadenas; ellos, indignados, braman, con gran murmullo del monte, alrededor de su prisión. Sentado está Eolo en su excelso alcanzar, empujado el centro, amasando sus bríos y templando sus iras, porque si tal no hiciese, arrebatarían rápidamente obtener mares y tierras y el alto firmamento, y los barrerían por los espacios; de lo cual, temeroso el padre omnipotente, los encerró en negras cavernas, y les puso encima de la mole de altos montes, y les dio un rey que, obediente a sus mandatos, supiese con recta mano tirarles y aflojarles las riendas.
Dirigióse a él entonces suplicante Juno con estas razones: "¡ Oh, Eolo, a quien el padre de los dioses y rey de los hombres concedió sosegar las olas y revolverlas con los vientos! Una raza enemiga mía navega por el mar Tirreno, llevando a Italia su ilion y sus vencidos penares. Infunde vigor a los vientos y sumerge sus destrozadas naves, o dispersarla y esparce sus cuerpos por el mar. Tengo catorce hermosísimas ninfas, de las cuales te daré en establehimeneo y te destinaré para esposa a la másgallarda de todas, Deyopea, a fin de que, enrecompensa de tales favores, more perpetuamente contigo y te haga padre de hermosa prole."Eolo respondió: "A ti corresponde ¡oh Reina! Ver lo que deseas; a mi sólo obedecer tus mandatos. Por ti me es dado este mireino, tal cual es; por ti el cetro y el favor deJove; tú me otorgas sentarme a la mesa delos dioses y me haces árbitro de las lluvias yde las tempestades." Apenas hubo pronunciado estas palabras,empujó a un lado con la punta de su cetro unhueco monte, y los vientos, como en escuadrón cerrado, se precipitan por la puerta queles ofrece, y levantan con sus remolinos nubes de polvo. Cerraron de tropel con el mar,y lo revolvieron hasta sus más hondos abismos el Euro, el Noto y el Abrego, preñado detempestades, arrastrando a las costas enormes oleadas. Siguiese a esto el clamoreo delos hombres y el rechinar de las jarcias.
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LA ENEIDA
Historical FictionLa Eneida (en latín, Aeneis) es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a. C. por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el Imperio atribuyéndole un origen mítico. Virgilio elaboró una reescritura, más que una continuac...