Un portal dimensional se dibujo en el pasillo de un gran castillo bellamente decorado. De el emergió una joven con unas tijeras aguamarina en su mano derecha y una amplia mochila camuflada en su espalda, de la cual se veía asomar la parte superior de un skate celeste, pudiéndose ver la parte de un corazón rojo pintado en el. La joven llevaba ropas deportivas comunes de su especie, un corto cabello rubio crema con un mechón aguamarina en él, y un collar de concha marina en su cuello.
La joven camino admirando el gran castillo el cual se alzaba imponente, lleno de amplias y acortinadas ventanas con diseños, paredes finamente pintadas, y alfombras y cerámicas lustrosas en el suelo. Estaba decorado con candelabros plateados en el techo, veleros dorados en las paredes, y candeleros grises alzándose sobre el suelo. Además de cuadros de paisajes de bosques y panoramas forestales en las paredes. Destacaba un cuadro de paisaje de tema nocturno con una luna blanca creciente y vistosas estrellas en el cielo, además de estar poblado de luciérnagas en sus bosques. Singular y bello, pero inmerecedor de más atención. Lo que si llamo su atención fue la permanente presencia de arriates con plantas en los pasillos, además de mesas con floreros en casi cualquier sala, y plantas exóticas en masetas. Quien vivía en aquel lugar parecía amar la naturaleza pero, ¿quién era? La chica saco una libreta con las pegatinas de un corazón, una espada y una estrella en la tapa, lo abrió por la mitad y anoto lo que vio. Inusual le pareció el no ver retratos de los dueños del lugar, ni siquiera cuadros de paisajes con los habitantes de la región. A lo sumo cuadros de casas y edificios raros de aquella dimensión, pero nada más. Contrastaba bastante con otros castillos en los que había estado. Considero sacar su cámara y fotografiar, pero aun no era seguro, ya que el lugar se veía vacío, pero no deshabitado ni abandonado, pues el buen mantenimiento de las cosas allí lo confirmaba. Entonces, a medida que avanzaba, oyó un ligero murmullo, casi un susurro, el cual pareció venir de un pasillo a lo lejos. La joven guardo la libreta y siguió el sonido cautelosamente hasta que llego a una doble puerta. Percibiendo como el sonido venia del otro lado, abrió cautelosamente la puerta, procurando no hacer ruido. Una vez lo hizo, entro tras comprobar que no se veía a nadie, dejando abierta la puerta por si necesitaba huir. Dentro tuvo una pared con un vitral colorido a su derecha y, a su izquierda, había lo que parecía una ascendente pared coronada por la baranda de una escalera de grandes gradas. Todo indicaba que estaba al lado de una gran escalera, la cual tenía en ese lado, en la parte de la esquina donde la escalera comenzaba, una gran maseta marmolada con plantas. El lugar era más lujoso que el resto del castillo y las voces hacían eco en las paredes, era el lugar. La chica se acerco cavilosa a la maceta de mármol, pegándose a la pared de la escalera, ya que el ángulo de las mismas ascendían en dirección opuesta a ella, haciendo que esta deba ver diagonalmente hacia atrás a su izquierda para identificar a los emisores de la voz.
En lo alto de la escalera vio cuatro pequeñas figuras conversando. Una de ellas estaba sentada en un tipo de trono grande, a su alrededor habían tres figuras volando, o mas bien flotando, con un par de alas pequeñas que salían de su espalda. Dos de ellas, las mas apegadas entre sí, se parecían físicamente, casi como gemelas, y llevaban vestiduras doncellescas, mientras la otra, separada de ambas, parecía llevar lentes y un raro tipo de ropas científicas o medicas. De la entronada no se notaba bien, solo podía notarse que sus ropas eran elegantes, ajustadas y lujosos, del aspecto que usa la realeza o los nobles, además de que llevaba una vistosa corona en sus sienes. Aquellos detalles en conjunto la hacían verse mas autoritaria, seguro era la que estaba a cargo.
Aquellas criaturas eran humanoides y pequeñas, no demasiado, pero sí que tenían un tamaño reducido. Todas se veían que eran féminas pero ¿que eran?¿duendecillos?¿elfos?¿hadas? De hecho si parecían esto último, se veían como esas hadas de los cuentos de su dimensión. No lo creía, era la primera vez que veía hadas reales, y no solo eso, sino que estas que presenciaban parecían tener una sociedad bien formada. No como muchas de las otras criaturas que había visto en las otras dimensiones. Aunque estas hadas no eran tan pequeñas como las de ficción de su mundo, además de que sus colores de piel, cabellos y el diseño de sus alas, eran peculiares. Sin duda debía anotar aquello.
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Por el toque de la emperatriz
FanfictionA veces deseamos ampliar nuestras fronteras, buscando tener nuevas aventuras y experiencias. Sin embargo, si somos imprudentes y descuidados podemos terminar pagando caro aquel deseo. Jackie ahora tiene esa posibilidad, mas sin embargo, por no medir...