Cuenta la leyenda, que hace muchos años existía un pueblo cuyo nombre en este momento no recuerdo; poblado de mujeres con exuberante belleza y hombres fuertes llenos de franca rudeza.
Un pueblo nómada de corazón libre y sin lugar fijo a dónde dirigirse. La música era fuente de felicidad y las danzas que a sus cuerpos movía, iban todas dedicadas a la adoración de los dioses, que desde inalcanzable cielo, surtían sus cosechas y bendecian con buena fortuna a cada habitante.
Aunque lamentablemente no todo era tan bueno como lo pintaban, pues detrás de esas sonrisas se ocultaba un profunda tristeza de la que nadie hablaba y trataban inútilmente de ocultarla entre caretas y muecas risueñas. Un primogénito era la causa de su decadente estado. La hermosa joven, matriarca de aquel pueblo, a pesar de ser completamente saluable era incapaz de dar a luz. Inútil y desamparada se sentía cada noche, cuando su querido esposo le reclamaba la falta de un descendiente que tomara el cargo de líder cuando la luz se le acabase a él.
"Hwasa, mi dulce esposa ¿Cuándo vas a darme un hijo?" El hombre había hecho esa pregunta tantas veces que podía convertirse en su nuevo mantra. "Quiero un pequeño que guíe a nuestro pueblo o una dulce princesita a la que arrullar entre mis brazos cuando tenga pesadillas... ¿Por qué no puedes darme ese regalo? Querida mía creo que no he hecho nada malo, ¿estoy siendo castigado?" El corazón se oprimió dentro de su pecho formando un nudo en su garganta que le corto la respiración, se sentía tan culpable del pesar ajeno y las palabras de su marido no hacían mas que quemarle como un veneno. Eran esperas y melancólicas, recriminantes y desdichosas, no hacían más que atormentarla por las noches como esos demonios de la oscuridad que las numerosas reliquias colgantes en su habitación no podían espantar.
Una lagrima recorrrio su mejilla, ni ella misma sabia el por qué de su incapacidad para concebir a un bebito que llenara de luz sus días.
"Perdonadme querido mío" Fue su unica respuesta, saliendo de sus labios pintados de rojo como un débil sollozo. El hombre no dijo nada, sus palabras fueron mudas y sus ojos ciegos ante el dolor que desprendia la mujer que alguna vez había sido fuente de sus deseos. Namjoon se recostó dándole la espalda a su mujer dejando en claro que no quería saber más de ella por esa noche. Sólo la dejo derramando lágrimas llenas de dolor que aplastaban su corazon y borraban su tierna sonrisa.
Las horas pasaron rápidas y la noche se había prolongado, más sus ojos eran incapaces de cerrarse para descansar como hubiese deseado, la voz de sus esposo seguía repitiendose una y otra vez carcomiendo cada rincón de su mente como un disco rayado.
Se sentía tan miserable. Tan devastada. Demasiado cansada de todo y a la vez nada.
Con pesar y gran agotamiento se levantó de la cama entre un sepulcral silencio, cuando su pecho pesaba de tal manera sabia a dónde dirigirse.
Hacia bastante frío afuera y la intensa soledad que llenaba cada espacio le ponia los pelos de punta, más no tenía temor pues la diosa brillaba desde el cielo abrazando su cuerpo con su dulzura y fervor.
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❐ ↬𝙴𝚕 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛 𝚊𝚖𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚕𝚞𝚗𝚊✿°╎KTH;; JJK╎(O.S)
Fanfiction◞─────⊰·•·⊱─────◟ "Oh, luna, ¿Qué es lo que pretendes? ¡Un niño de piel está en tu mente! Luna, lunita de brillo plateado que bajo has caído, te has enamorado. Vaya, vaya si que la has liado..." "Cuida mucho tu corazón dulce luna, de los hombres bra...