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¿Cuántos días habían pasado? Minho se pregunta, pero no hacía el esfuerzo por saberlo, él bien podía preguntarle a Chan

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¿Cuántos días habían pasado? Minho se pregunta, pero no hacía el esfuerzo por saberlo, él bien podía preguntarle a Chan. Pero ni siquiera le había visto desde aquel extraño encuentro. Había visto de nuevo al amigo de Chan: Seo Changbin. Aunque él sólo iba a aventarle algo de comida y agua, no habían platicado en absoluto. Ahora sí que sentía como un secuestro real, sus pies seguían amarrados a la cama y, aunque sus manos tenían un nudo demasiado flojo, él no había intentado liberarse. Todos los días se limitaba a ver el techo y suspirar de aburrimiento.

Y le seguía dando vueltas al tema de quién realmente era Chan. Su cabeza había dolido en algunas ocasiones por pensar tanto en eso.

Todo lo que estaba pasando era tan extraño.

Escucha la puerta abrirse pero no despegó su vista del techo, seguramente era Seo quien venía a aventarle más comida y un vaso lleno a la mitad de agua. Mentiría si decía que Seo le agradaba, en realidad, era todo lo contrario. Le odiaba, era demasiado creído y la miseria de comida que le daba le estaba haciendo enflacar. Y la poca agua que le daba... era un jodido cabrón.

Claro que tampoco esperaba que le dieran comida de hotel cinco estrellas, pero agradecería un poco más de agua.

— ¿Qué tal la estancia? —desvió la mirada y se encontró con los ojos cansados de Chan, las ojeras eran más marcadas que antes y parecía luchar para que sus parpados no se cerraran.

—Supongo que bien para ser un secuestro.

Chan ríe y se sienta al lado de la cama donde Minho se encuentra acostado, mirándole inexpresivamente.

—Que cómico. —dice, sonriendo ligeramente. —Justo ahora he terminado de asesinar a un chico de dieciocho años, creo. Estoy hecho polvo.

Minho ladea la cabeza y hace una mueca con la boca, no sabiendo si ignorarlo o gritarle lo cabrón que es. Optó por quedarse callado, mirando como Chan bostezaba, viendo la pared. En realidad, si parecía más que cansado, parecía que, si dormía, seguramente no despertaría hasta dentro de un mes o tal vez más. Era gracioso incluso decir que parecía tener ojeras en las ojeras.

Su secuestrador chasqueó la lengua y se inclinó para desatar sus manos, cuando estás están libres, gime de placer al poder moverlas libremente, incluso los hombros ya le estaban doliendo. Seo sólo le había soltado tres veces de las miles que había ido. Bufó y miró a Chan quien le devolvía la mirada sin alguna expresión en concreto.

—Sí... —Chan susurró sin apartar sus ojos de los de Minho. —Creo que a este chico lo han estado buscado desde hace... no sé, ¿cinco años? Seguro que lo conoces, comandante, su nombre era Jeongin.

Aunque no sabe si creerle a Chan, abre los ojos con sorpresa al recordar el nombre. Claro que conoce a el chico, pues este era hijo de un compañero de trabajo. Se siente frustrado sin saber por qué, y sin detenerse a pensar, alza el brazo para propinarle un fuerte puñetazo en su hombro. Claro que su fuerza no era sorpréndete pero sabía que le dolería, y aun así, los reflejos de Chan eran mejores y detuvo su puño antes de que este si quiera le rozara. Gimió.

Kıdnαpper | MınchαnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora