Epílogo

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Chan jamás había pedido más de lo que tenía

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Chan jamás había pedido más de lo que tenía. Y tampoco es como si tuviera a quien pedírselo después de haber cumplido los doce años. La muerte de sus padres le había afectado de sobre manera pero aprendió a superarlo, les recordaba con mucho cariño y a pesar de todo lo malo que su padre había hecho, también lo quería muchísimo.

Sabía ganar así como también perder, y aunque había tenido más decepciones que logros en su vida, seguía adelante sin importar qué. Ni siquiera él sabía por qué, no tenía nadie a su lado, nadie que le dijera que todo estaría bien o que estaba orgulloso de él, no hasta que Changbin llegó a su vida cuando el cumplió los quince años.

El recuerdo aun le hacía sonreír, se habían conocido cuando ambos buscaban comida. Una anciana que ambos recordaban con cariño, les había comprado un pan a ambos y unos pequeños botes de leche. Desde entonces se volvieron inseparables, buscando comida y refugio hasta por debajo de las piedras.

Hasta ese momento, Chan creía que jamás se sentiría tan feliz de conocer a alguien. Changbin era su mejor amigo, aquel que le decidía que estaba mal y que estaba bien, aquel que le regañaba o le felicita cuando llegaba a hacer algo bueno, aunque muy rara la vez.

Sin embargo, ese pensamiento de no sentirse de nuevo tan feliz de conocer a alguien, se esfumo cuando vio a Minho por primera vez. El recuerdo seguía tan vivo en él, como si hubiese pasado apenas unas horas de aquella hermosa vista que el chino le había dado. Era un domingo por la tarde, Changbin y él habían ido a comprar unas cuantas cajas de cigarro y el vino más viejo que existiera en aquella tienda.

Ese día estaba tan cansado que sus ojos estaban cerrándose sin su permiso, fumó toda una cajetilla de cigarros y aun así, el sueño persistía. Por ese entonces, se concentraba en dejar por unas semanas el alcohol, teniendo miedo a volverse alcohólico. Algo irónico pues en ningún momento dejo de fumar y era lo que más hacía, por suerte, logro controlar sus raros hábitos al momento de fumar y tomar.

Cuando salieron de aquella tienda, fue cuando lo vio por primera vez. Ahí estaba Minho, vistiendo unos pantalones negros entallados, una camisa blanca de vestir con las mangas arremangadas hasta el codo, una corbata negra se aferraba a su cuello y caía libremente por su pecho. Incluso Chan recuerda que Minho lleva un café frio en la mano mientras que con su otra mano cargaba un montón de papeles que iba leyendo. Su cabello negro estaba desordenado y esa fue la vista más perfecta que Chan llego a ver hasta ese momento.

Espero que sepa bien, quiero decir... jamás he probado el vino pero dicen que mientras más viejo, mejor. comentaba su amigo Changbin mientras se encaminaban con pasos tranquilos entre las calles habitadas de Seúl.

Chan iba viendo a su derecha, donde iba caminando Minho en la otra banqueta, parecía muy concentrado en su lectura y de vez en cuando fruncía el ceño mientras hacía pausadas succiones del pequeño popote que tenía su café frio.

Kıdnαpper | MınchαnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora