Segundo capítulo
El tal Bastián bajo el arma y se acerco al herido. Al fondo se escucho como se cerraba de portazo la puerta, colocándose en frente de ella otro muchacho rapado, más joven y más moreno, con un arma de mayor calibre que supuse, había sacado de su mochila. Después de eso, se escucharon varias detonaciones de armas seguidas por gritos que parecían traer consigo aún más disparos.
-Cuando nos tachó de cobardes realmente me sentí muy insultado.- Pateó con fuerza la espalda, provocando que la sangre dejara más rápido su cuerpo, el hombre solo apretaba los ojos y decía: “¡Por favor, por favor, para!, ¡te lo suplico!”
-¿Crees que mi compañía no es capaz de derrotar a un montón de obreros?- lo volvió a golpear.- ¿Crees que somos incompetentes?, ¿Crees que somos idiotas?- lo pateo tanto que el maestro comenzó a escupir sangre por la boca y nariz.
-¡No hay valentía en golpear a un herido!- se levantó un alumno de lentes, flaco y alto que apretaba los puños. Bastián lo miró con unos ojos que ahora me recuerdan a los de un tiburón, pequeños, fríos y crueles. Con la misma rapidez de antes y sin detenerse a apuntar, Bastián disparo su arma contra la cabeza del herido.
-Ahora es un cadáver, ¿problema?- lo volvió a patear con aun más fuerza.- ¿Quieres ser el mártir?
Nadie sabía qué hacer, algunos cerraban los ojos y rezaban, nadie quería seguir ahí sentado pero tampoco les respondía el cuerpo para huir. El chico que se levantó parecía darse cuenta del error que cometió, estaba tan asustado, pero por dios, ¿En qué estaba pensando? ¿Por qué lo hizo? aún así no puedo quitarle la mirada de encima, porque si no, me vería obligada a mirar al supuesto Bastián.
El muchacho sudaba demasiado, temblaba y tenía un tic nervioso en el ojo.
-¡Ven! Tú no estás herido, y te prometo que no usaré armas, ¡Ven y pruébame tu valentía!- el muchacho de lentes se quedó congelado.- ¡Es más, desármame!
Inevitablemente volteé. Bastián estaba extendiendo su brazo hacia él, casi ofreciéndole el arma. La sonrisa que sus delgados labios formaban, poco a poco se transformaba en una simple línea horizontal seria. Con solo su pulgar, giro el arma colocándola en la posición para la que había sido diseñada, suspiro y la bajo.
-No vale la pena desperdiciarla contigo, solo te transformarías en un mártir, cuando en realidad eres un hocicón cobarde, me encargaré de ti después.- Nos miraba a todos con desprecio.- Les informo que están siendo invadidos por la compañía de mercenarios que hacía unos momentos llamaban cobardes y mediocres.- se escucharon más disparos desde afuera que me provocaron escalofríos.- Se están tomando varios puntos con esta estrategia, todos los que opongan resistencia serán ejecutados.- Al terminar, se sentó en la silla del maestro y estiro sus piernas en el escritorio.- A su maestro me lo encargaron los tarkatanés, escribió un artículo muy ofensivo para ellos al parecer, uno que en el que criticaba sus creencias y su cultura. Yo no tendría que estar aquí con un montón de maricones estudiantes que no suponen ningún esfuerzo, pero me pagará un bonito coche lo que acabó de hacer. Después tengo que cortarle la cabeza, y dársela al emperador de Tarkat.
Nadie se atrevió a levantarse ni a moverse, Bastián nos miraba a todos fijamente como si fueramos uno solo. Lo mismo hacía el que tapaba la entrada, pero mucho más atentamente que el otro. El tiempo parecía medirse por la cantidad de balazos escuchados. Yo no puedo calcular el tiempo que pasamos así, tenía arcadas pero sentía que podía controlar mis expresiones. Tenía miedo, no sabía nada de mis padres o amigos, no me atrevía a sacar mi móvil o a mirar mi reloj.
Mi padre es un hombre de fácil trato, tal vez, muy probablemente ya ha hecho un trato con los mercenarios. Me preocupa más mi mamá, ¿Qué tal si además de todo, violaban y robaban joyas? La sola idea hace que se me revuelva más el estómago, aquello no tendría nada de extraño. Pero si así fuera, ¿Ya habrían comenzado no?
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Gracia
General FictionGracia Lehner, es una chica completamente normal de dieciocho años. Estudiosa y reflexiva, vive en un pequeño país, Blaufelder, un país dedicado a la reproducción de cultura en medio de un mundo que parece estar en eterna guerra mundial. Es el prime...