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— ¿Nonna enserio debe de irse? — preguntó el adolescente de catorce.
— Si pequeño, por temas de estudio debo irme. — le contestó la joven de dieciocho.
— La voy a extrañar mucho Nonna... — intentaba no botar lágrimas de sus ojitos.
Lágrimas de sus bellos ojos me hacen sentir mal, porque por temas de estudio me debo de ir a otro país.
— Mirale el lado bueno pequeño Kookie, tu mamá y mi papá están juntos, podrás pasar más tiempo con ellos cuando yo no esté. — consolar era lo único que podía hacer para el menor.
— No es lo mismo Nonna. — se negó él. — Yo la quiero a usted, porfavor, no me deje, me prometió que íbamos a estar juntos para siempre y para mi cumpleaños número dieciocho usted iba a estar. — hablaba de la promesa de ambos.
— Y lo voy a estar pequeño. — afirmó la mayor. — No lo dudes, y eso lo cumpliremos cuando vuelva, ¿te parece? — volvió a jurar la promesa.
— También me prometió que íbamos a hacer el amor, ¿eso era mentira? — el chico por lo poco que sabía del sexo, había entendido que hacer el amor era más pasional, más íntimo.
Sus ojos, esos ojos color café que no podría resistirse, le miraban con tristeza inigualable.
— No pequeño no es mentira, solo que apenas tienes catorce años, no quiero quitarte tu momento por eso. — la joven un poco triste le comentó. — Por eso Noona solamente te daba besos. — aclaró ella.
— ¿Me lo prometes Noona? — estiró su dedo meñique.
— Te lo prometo pequeño, pero juremos algo, ¿okey? — agarró su meñique con el suyo.
— Si Noona, ¡lo que usted quiera! — habló el joven con entusiasmo.
— Prometamos, que no estaremos con otras personas, no jugaremos a los juegos que teníamos tu y yo con alguien más. — dijo segura. — ¿De acuerdo?
— Yo la esperaré Noona, ¿usted también lo hará? — el adolescente seguro de sus palabras las decía como si no tuvieran tanto peso en el futuro.
— Si mi conejito. — afirmó con una sonrisa de oreja a oreja. — También te esperaré.
— Nuestro secreto... — dijo él.
— Nuestro secreto... — cerró el juramento ella.
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