Episodio 1

589 20 9
                                    

Me desperté por los gritos que daba mi bebé, Jorgen, hoy cumplia 3 años, me sentía feliz, llegué a su cama, donde lloraba, por su mal sueño, y me llamaba con sus brazitos levantados hacia mi, yo lo levanté en mis brazos, besé sus rosadas mejillas y empecé a mecerlo para que dejará de llorar, cantaba mi cancion favorita, "La vie n rose", una canción que me hacia recordar al padre de mi niño, mis fugaces recuerdos de nuestra boda regresaban, y aunque quisiera olvidar a Bill, mi esposo, me era imposible, no solo por el hecho de que todos los dias vivía con el miedo de que nos encontrará y que fuera capaz de hacerme, a mi y a Jorgen, sino también que mi mismo Jorgen era idéntico a el, su mismo cabello oscuro como la noche, y esos hermoso ojos de los que me enamoré más de una vez; de un color verde grisaceo, por sus acciones y berrinches se asimilaba cada vez más a él, todos los dias era lo mismo, recordaba todo lo que paso con Bill, yo llegando a casa y él lleno de sangre, con pistola en mano y una fría sonrisa, aunque ya hubieran pasado 3 años y Bill nunca supo de Jorgen, vivía atormentado, aunque hubiera regresado a mi hogar, Dinamarca, sino también porque conociendo al hombre con el que me casé y amé, me conocia muy bien para saber como llegar a mi.

La historia de Bill y yo era muy buena para ser verdad, yo un extranjero llegado a la Gran ciudad (Nueva York), y por accidente confundir mis maletas en el aeropuerto con el, invitándome a cenar, porque mis ojos ambar, mi piel blanca llena de manchas y mi anaranjado cabello, para él, lo más hermoso que jamás vio alguna vez, me cautivó con su gran altura y su gran presencia, su deliciosa colonia, su cuerpo de muerte, sus toscos rasgos, su barba que aunque era no muy larga le daba un toque sofisticado que para mi, en ese entonces un joven de 19 años y el uno de 37, sino también su elegante forma y el caballero que era conmigo caí por él en un santiamen, y aunque tuvimos problemas por la edad, nos amabamos, más y más cada dia, llegué a casarme con él, y tratar de ser un esposo perfecto, aunque el llegará a ser posesivo y territorial conmigo, lo amaba, hasta que un día, el mismo día que supe que Jorgen venía en camino, vi una escena y un rol de maldad que jamás pensé ver en el hombre que amaba y confiaba, una escena de crimen y lo peor de todo, el estaba feliz por haber matado a aquel hombre que hace dos días habíamos conocido como Bruno, impactado y tomando el dinero que había ahorrado, tomé mis cosas y me largué de ese lugar, con lagrimas en los ojos recorriendo mis mejillas compré un boleto de avion y volé a Dinamarca con mi único consuelo siendo mi bebé. Conseguí esconderme de mi familia y de conocidos, rentando un apartamento en la ciudad de Aalborg y empezando un nuevo trabajo como asistente de un pastelero cerca de mi apartamento, que al conocer mi situación me ayudo mucho, Karl se había convertido en mi único apoyo además de mi lindo Jorgen.

Tres años habían pasado, y después de dormir a Jorgen y dejarlo con la vecina de al lado me dirigí a trabajar a la pasteleria, ya es invierno y empieza a hacer más frío, llegué a la pastelería y por alguna razón al ver la tienda con las luces apagadas y cerrada me dio mala espina, me acerqué a la puerta y no vi a nadie adentro pero al parecer estaba abierta, así que entre, todo parecía en su lugar, no me parecío que haya un ladron y solo tal vez Karl no abría aun ya que se había atorado una que otra maquina, pasé detrás del registrador y entre a la cocina temeroso.

-Karl... ¿Estás aquí? -

Escuché ruido detras mio, así que miré hacia atrás, un hombre con traje y de enorme tamaño se acercó a mi tratando de tomarme por los hombros, me di vuelta asustado y traté de huir, chocando con una fuerte superficie que me hizo caer, aunque una mano me sostuvo de la cadera impidiendo que cayera. Una voz profunda y tan familiar inundó la cocina.

-No te preocupes por Karl, fue a comprar ingredientes que faltaban de la cocina, llegará pronto.-

-B-Bill...Que...-

Ante mi se encontraba la persona que alguna vez amé y que había abierto un gran precipicio entre nosotros, Bill, seguía igual de candente, sus ojos verdes grisaceos , su cabello negro y un poco largo yacia en una pequeña coletita, que hacia que su barba de candado resaltara junto con su hermosa pero agria sonrisa, vestía un pulcro traje su saco abierto revelando su camisa blanca, su cuerpo trabajado y de muerte, aun tomándome de la cintura me acercó a él pegando nuestros cuerpos, ni siquiera su rica loción había cambiado, *Tan embragiante*. Tomó mi mentón y me acercó a su rostro dejando solo unos centimetros entre nosotros ycon su ronca voz dijo aun con su sonrisa.

El americano y su danésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora