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La guerra era un suceso horrible por donde se le mirase, una madre corría con su hijo entre los brazos pidiendo ayuda, había sido alcanzado por una bala, un grupo de soldados moría en trinchera víctimas de una bomba, y los doctores y enfermeras eran secuestrados para que sanaran a los heridos.

Peter era joven, por años había tomado supresores que inhibian su olor a omega, pero su dotación de medicamentos había terminado, y en plena guerra no había ser que pudiera conseguir algo similar a un medicamento.

Peter era torpe, lo sabía, lo atribuía a que había sido amado en exceso, al ser descubierto como omega por su madre esta lo había sobreprotegido. Era una mujer inteligente y sabía que la sociedad era cruel y cruda con los omega varones. Creció como beta por decisión familiar, se le prohibió ejercer su sexualidad, las parejas y romances serían cosas que sólo conocería en libros.

Su virtud más preciada había sido la castidad, se había negado al deseo sexual, se había limitado el pensar en caricias, en un amor fuera del fraternal. Nadie podía descubrir su instinto primario.

Pero las pruebas de hormonas no mentía, otra cosa horrible que había traído la guerra había sido la segregación; habían separado a los alfas, a los betas y a las omegas. Los alfas fungirian como soldados, las omegas cuidarían de los heridos y harían alimento para los defensores, los betas producirían armas y objetos de acero, serían obreros.

En la ecuación no se tomaba en cuenta a los omega varones, era vergonzoso para la comunidad convivir con alguien así, al igual que las alfa hembras habían sido usadas como obreras del trabajo sucio. Así que cuando los soldados llegaron a casa con pruebas rápidas de hormonas y Peter marcó como omega, se le excluyó del resto de la civilización y se le abandonó en uno de los barrios pobres.

Sobrevivía como podía, pero ahora estaba asustado, porque nunca había vivido un celo, había escuchado rumores de que eran dolorosos como el infierno, que el aroma se impregnaba en las telas y que los pensamientos coherentes se inhibian por solo el instinto constante de ser tomado por un alfa.

Esa tarde, recorría su pequeño huerto en el jardín del edificio abandonado; había plantado hortalizas para comer y algunas flores que no le hicieran sentir tan solo.

Sólo bastaron unos segundos recorriendo cuando observó con horror un cuerpo inherente totalmente cubierto de sangre.

La garganta del joven se cerró ante el encuentro, quizo gritar pero no pudo, estaba paralizado, nunca se había encontrado con algo cercano a la muerte. Su cabeza se llenaba de "Quizás" atormentandose a sí mismo cuando sin esperarlo, el hombre que creyó muerto bufó adolorido intentando abrir los ojos sin éxito.

Peter siempre había sido temeroso, pero en esta ocasión, su cuerpo lleno de adrenalina y de esperanza por la vida del sujeto lo obligó a tomarle por la cadera y arrastrarlo hasta el tercer piso en el que vivía.

El hombre era pesado, y caía totalmente sobre el pequeño cuerpo de Peter, lo aplastaba, provocando que cada escalón fuera más difícil de subir que el anterior.

Cuando llegó a su departamento, lo primero que hizo fue averiguar de dónde salía la sangre que ahora también lo cubría a él. No fue difil descubrirlo, un elástico creado con diversos pedazos de tela comprimía la sangre que amenazaba con salir de su cercenado brazo.

Algún horrible accidente le había cortado la extremidad superior derecha y provocado diversas cortadas en el lateral del rostro.

Lo primero que hizo Peter fue limpiar la herida con agua y jabón, después cambió el elástico por un vendaje y pasó toda la noche a su lado rociado pequeñas gotas de suero en la boca del sujeto sumado a que colocaba apósitos de tela con agua sobre su frente para bajar la temperatura.

Un día y dos noches más tarde, había dado resultado; después de una intensa fiebre y un par de litros de suero vaciados poco a poco en la boca del extraño despertó en medio de la penumbra.

Al principio se creyó muerto, cuando despertó encontró lo que al principio creyó un ángel; iluminado con la tenue luz de la luna, un joven castaño con densas pestañas dormía arrodillado junto a él, sostenía su mano como si de una plegaria se tratase, y por primera vez en su vida se creyó religioso.

Dicha visión cambió rápidamente al sentir el punzante dolor en su hombro derecho y al voltear notar que su brazo ya no estaba.

Gritó con desesperación, furioso notó como ante sus ojos lo que creía un ángel se convertía en un demonio ¿él le había cortado el brazo? ¿Él era el culpable?

Peter asustado intentó tranquilizar al hombre, creyendo que el dolor era insoportable fue por su botiquín para que tomara cuantos analgésicos necesitara (analgésicos que celosamente había obtenido durante meses exclusivamente para su celo) y se lo ofreció con un vaso de agua, sin embargo, al acercarse, el desconocido lo recibió con un golpe contundente en el rostro que lo desestabilizó y lo mandó contra el duro suelo.

Confusión fue lo único que recordó esa noche antes de desmayarse.

Peter había comido poco, había vivido exclusivamente para el desconocido que casi moría frente a él, por lo tanto no fue de extrañar que de un golpe perdiera la conciencia.

Horas más tarde, cuando Stark había superado la furia ardiente que lo envolvía, comprendió, que el joven tenía cara y potencial para ser cualquier cosa, pero no un maníaco que cortara huesos.

Confundido comprendió que su tropa le había cercenado el brazo después de la explosión en batalla, y que al encontrarlo inútil lo habían mandado a morir a los barrios pobres junto con los exiliados.

Horas más tarde, Anthony había tomado los analgésicos y había colocado a Peter sobre la cama. Al día siguiente cuando este despertó, sintió miedo al ver al extraño hombre sentado en una silla viendo a través de la ventana.

—Estás sano, por favor sal de mi casa— susurró Peter levantándose de la cama.

—Tengo que... Quería disculparme— murmuró el sujeto con voz ronca como la madera quemándose— No planeaba quedarme, sólo quería decir gracias, habría muerto sin ti— el mayor se levantó de la silla, y Peter pudo observar su barba crecida que lo hacía lucir mucho mayor, su cabello alborotado y sus profundos ojos marrón.

—Yo... ¿Cómo llegó aquí?— preguntó intrigado el joven sentándose al borde de la cama

— Defendí el noroeste por un tiempo, la guerra me hizo esto— mostró su inexistente brazo— si no eres útil allá te mandan a morir aquí.

Peter sonrió, ¿así que por eso lo habían dejado en barrio pobre y se habían llevado a su familia? ¿A morir por algo que él no había decidido? Si le hubieran preguntado, el habría pedido no ser un omega.

—Debería quedarse— murmuró Peter avergonzado— no dudo que pueda valerse por sí mismo... Pero por aquí no encontrará personas, sólo he sido yo por mucho tiempo... Y si lo ve de alguna forma, me debe dos botellas de suero y mucho medicamento... Sólo hasta que su brazo mejore...

—Me parece un trato justo, recuperaré lo que gastaste en mi— el soldado extendió su brazo izquierdo para cerrar el trato con el joven.

Omega (STARKER) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora