Cap II: «Miedos»
Me estaban esperando.
No parecía de muy buen humor.
Pero si los evitaba todo sería peor.Tragué saliva, apretando la manga de la mochila que llevaba puesta y a paso lento me fui acercando. A mi alrededor ya quedaban muy pocas personas, algún que otro miembro de los clubs de la tarde, pero ningún profesor o vigilante a la vista. Que gran error su parte, y la tontería de intentar hacerme la loca y pasar desapercibido, procurando que no se percataran de mi presencia, ese si que fue un error que me causo una buena clavada en la muñeca. Uñas, de hombre, pero largas y afiladas, no era tonto ni nada.
Victor: Epaaa, ¿es que los niños de hoy en día no saben saludar a un amigo? Y uno que hace tales favores, buff, que malagradecidos son estos mileniuns. — Te pareció absurdo, pero bueno, ya estabas en bastantes problemas como para ahora decirle lo que piensas.
Rin: Victor... Por favor, ¿puedes soltarme?
Me lastimas... — Tu pedido solo ensanchó su sonrisa. «Qué cerdo...» Pensaste.Victor: Me gustaba más eso de Viti... Te hacía ver más linda. — Ignoraste el repulsivo comentario.
Rin: ¿Mete no te ha pagado aún? — Fuiste directa al grano, aunque el quisieras realmente evitarlo, sabías de sobra que terminarían igual. Mejor era ahorrarse el tiempo.
Victor: Pues fíjate que no, aún no. Lleva varios meses dando largas... — Te intimidaba, aunque haber, ¿a quién no? Una mirada minuciosa que te analice de tobillos a cabello, con esa sonrisa y con menos de un metro de distancia por su agarre en la muñeca... Querías salir corriendo de ahí, gritar o pegarle la hostia que se llevaba mereciendo desde el primer día en que le viste. Pero de nuevo, hacer eso, era mucho peor que soportar su inmadura y asquerosa actitud. — Al principio lo dejé pasar. Tu madre nunca me ha fallado. — «No es mi madre, hijo de puta» — Y, bueno... — Con su mano libre, te acarició la mejilla, apartando el cabello hacia detrás de tu oreja. — Nos veíamos varias veces en semana. Ya sabes, cosas de adultos. — Te lo suponías, pero oírlo así, tal cual, solo te provocaba tirria, más asco si es que eso era posible. — Pero ya ni eso. Hace siete diitas que no me responde al teléfono y ya sabes que ni muerto puedo acercarme a la casa del pelo pollo. De verdad, lo único productivo que ha hecho por sí mismo eres tú, preciosa, y el que nuestro negocio fuera posible, aunque ahora... hah, hasta eso me lo está fastidiando. — Lo mejor que habían hecho ambos desde que estaban juntos, y sin embargo, eso solo te había pasado las dificultades a ti. Palabrotas e insultos llenaban tu mente a cada dedito que te ponía encima el hombre. Caricias que poco a poco se acercaban a tu clavícula, sobre ropas, gracias al cielo. — Estoy muy impaciente, ¿sabes...? — Se acercó aún más, mientras tú solo dirigías tus pupilas en tu alrededor... «¿¡Por qué justo ahora no hay ni un alma rondando por aquí!?» Maldecías. — Aunque... podría hacer una excepción, dar tiempo e incluso un poco de mercancía... — De su bolsillo aquellos sobrecitos llenos de polvo blanquecino y pastillas azules, esos por los que ahora debías soportar esto, esos por los que ahora estabas en terribles problemas. — Tu madre estaría muy contenta... Solo... Haremos un intercambio. — Por supuesto que lo entendiste, de hecho, para cuando te diste cuenta, estabas temblando, aunque enseguida apretaras los puños para tranquilizarte. Debías permanecer estática, calmada, los nervios solo te harían más débil. Siguiente paso, escapar.
Rin: Vict-
Victor: Tch tch tch, no, Rinny, Viti es mejor, adoraba cuando me llamabas así... Haber, di. — «Excesivamente cerca» No podías aguantar...
Rin: V-Viti... Tengo quince, y...
Victor: La mejor de las edades, si supieras lo cachondo que me pones no tendrías ninguna inseguridad, Rinny... — Estaba susurrando en tu oído, sentías su aliento pegado, era tan, tan.
ESTÁS LEYENDO
MIND - Vocaloid Fanfic
RomanceLo recuerdo. Ninguno se lo tomaba realmente en serio. Y normal, eramos adolescentes, teníamos vida, aficiones, relaciones, complicaciones, nuestros propios dramas como para encima preocuparnos por una "gripe", que mataba a los ancianos. No eramos co...