1. Desprecio

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—Puto omega —escupió con desprecio cayendo al suelo con su labio roto.

No podía darse el lujo de perder el tiempo, incluso aturdido sabía que permanecer quieto podría costarle la vida, coloco sus brazos para protegerse de la patada dirigida a su rostro, aquello no hizo más que aumentar su odio por su atacante.

Era ridículo que un alfa se viera sometido por un omega, biología simple, pero no era un luchador pese a que su físico pareciera indicar lo contrario, odiaba pelear y su falta de experiencia era claramente notoria, soltó un sofocado jadeo cuando una segunda patada golpeo su estómago sofocándolo y haciendo crecer su ira, estaba recibiendo una golpiza de un omega, uno que había sido entrenado para ser un soldado.

Si no hubiera perdido su arma aquella pelea habría terminado antes de comenzar.

¿Cuánto tiempo más tardaría en llegar su refuerzo? Se suponía que Edd estaba cerca y sin embargo no había rastro de aquel idiota por ningún lado, si las cosas continuaban de aquella forma, seguramente serían los soldados de la armada los que les encontrarían primero, eso sin duda era el peor escenario posible.

Continúo recibiendo aquel castigo sin poder hacer la gran cosa para defenderse, cada vez se hacía más evidente que el otro intentaba dejarlo inconsciente, seguramente planeaba arrastrarlo hasta alguna base para interrogarlo, no podía permitirse aquello, necesitaba continuar manteniendo la calma y esperar su oportunidad, una que vio cuando uno de los golpes de su atacante fallo, una patada bien acertada fue suficiente para derribar a su oponente.

Pensar rápido en situaciones de estrés siempre fue lo suyo y no desaprovecharía la oportunidad de deshacerse de su enemigo y recolectar nuevos datos para su investigación.

Sentía sus nudillos destrozarse al golpear con la mandíbula de metal en el rostro del hombre y estaba seguro de que se encontraba recibiendo más daño del que estaba provocando, pero quería retribuirle un poco de la golpiza que Matt le había dado momentos antes, sus dedos viajaron hasta bolsa atada a su pierna y la abrió palpando con las yemas de sus dedos la superficie de las jeringas autoinyectables dentro del bolso, distinguiendo cada una de ellas por las marcas que indicaban su contenido, finalmente encontró la correcta y la tomo con fuerza en su mano.

Noto, no sin cierto regocijo, el miedo en aquellos ojos azules, lo que fuera que pasara por su cabeza al ver la jeringa en su mano ni siquiera estaba cerca de la pesadilla que le causaría su contenido.

Matt solo pudo retorcerse sintiendo su pierna arder en donde lo que fuera que hubiera en aquella jeringa había ingresado en su cuerpo, podía sentir como el miedo comenzaba a echar sus raíces en él, golpeo al rubio con tanta fuerza que sintió su mano entumecerse de dolor, sin embargo, logro quitarse al hombre vestido con un viejo suéter violeta de encima.

—¡¿Qué mierda hiciste?! —grito sin hacer mucho por intentar ocultar el pánico en su voz, mientras intentaba ponerse en pie.

Sabía de lo que el hombre era capaz, de sus experimentos antes de que traicionara al Ejército Rojo y huyera, si hubiera tenido un arma le habría disparado sin importarle la orden de capturarlo con vida y llevarlo frente al Líder Rojo, sintió un nudo en su garganta al ver los dientes manchados de sangre asomar a través una torcida sonrisa burlesca.

—Recogeré lo que quede de tu cadáver, si es que queda algo—dijo mientras comenzaba a ponerse de pie apoyándose contra la desgastada pared de ladrillos del callejón mientras todo a su alrededor parecía girar.

Sus palabras podían sonar como una amenaza, pero era por encima de todo, una advertencia de lo que sucedería cuando la droga comenzara a hacer efecto, llevo su mano adolorida y temblorosa hasta la máscara que colgaba de su cuello, podía percibir aquel aroma dulce que comenzaba a emanar del pelirrojo, su absoluto terror no había vuelto agrio su aroma como se suponía que ocurría bajo situaciones de extremo estrés, de hecho, podría decir incluso que olía mucho más dulce de lo que recordaba, ajusto la máscara sobre su rostro para asegurarse de no ser afectado por aquel aroma que le invitaba a saciar sus más bajos instintos.

Sonrió por debajo de la máscara, tendría que tomar nota de como el miedo o quizás el pánico aceleraban los efectos de la droga y quizás hacer más pruebas en su laboratorio, Edd y su tardanza podrían irse a la mierda, ahora todo lo que tenía que hacer era salir de aquel lugar y recuperar su equipo perdido antes de que alguien lo encontrara o que llegase los refuerzos de Matt, pero en aquellos momentos estaba seguro de que él sería la última de las prioridades de cualquiera que apareciera en aquel lugar, sin importar la clase a la que perteneciera.

—¡¿Qué me hiciste?! —su voz se quebrantó terminando en un patético y desesperado gimoteo al darse cuenta que sus piernas se negaban a responderle y su cuerpo ardía de la misma forma en que lo haría durante su celo, pero eso no era posible, no había forma en que lo fuera, cada día tomaba aquellos supresores que Tord le había dado, no podía estar en celo, pero la humedad en sus pantalones y su erección cada vez más evidentes era la prueba de lo contrario.

Mark se detuvo y por un instante se sintió nuevamente humano recordando un pasado que ahora difícilmente podría reconocer como suyo, recordó que en algún momento él y Matt llegaron a casi considerarse amigos, como había acudido a él para aliviar su celo cuando no quedaba nadie más a su alrededor, Matt siempre fue demasiado descuidado sobre los supresores, tanto que se volvió casi una costumbre enviarle recordatorios sobre ello todos los días o al menos hasta antes de la muerte de Jon.

El recuerdo de un pasado que no volvería termino abruptamente con aquello ultimo y aquel insignificante sentimiento de misericordia fue borrado de él, la sangre en su nariz, en su boca, en sus nudillos despellejados y el dolor en su cuerpo convirtió la nostalgia en odio, eran enemigos y si no hubiera cargado consigo aquella pequeña muestra, seguramente seria él quien estuviera rogando por misericordia, seria quien fuera llevado a una celda donde seria torturado hasta que dejara de serle útil, Matt era el enemigo, un perro más de la armada, un puto omega que no era más que una máquina de reproducción para usar y desechar cuando su vida útil llegara a su fin.

Volvió a hacer su camino para salir de aquel sucio callejón, necesitaba recuperar su equipo y encontrar un buen lugar para apreciar el espectáculo y tomar notas, solo esperaba que cuando todo terminara, el cuerpo de Matt terminara lo suficientemente intacto para obtener nuevos datos para su investigación, durante la última prueba que había realizado el cuerpo había quedado tan destrozado que fue inútil tratar obtener nueva información.

EnemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora