𝑹𝑬𝑵𝑨𝑪𝑰𝑴𝑰𝑬𝑵𝑻𝑶.
Acomodaba su ropa y su pelo con su mano libre. Se puso en puntitas de pie, presionando el timbre de la casa de su vecino.
Jugueteaba con el cierre de su campera, bajando y subiéndolo, intentos inútiles de calmar sus crecientes nervios. Los segundos pasaban, de una manera lenta y tortuosa. Eran equivalentes a siglos según su percepción.
Iba a maltratar su labio inferior, cuando vió que la puerta se abrió de golpe. Estaba del otro lado, su expresión seria cambió al darse cuenta quién fue el despertador de su siesta. Valentín alzó las cejas, y sonrió sin una pizca de disimulo. Su vista cayó al objeto que Manuel poseía en una de sus manos.
— Hola. — habló, la sorpresa y alegría inundando una única palabra.
— Ho-hola, Val. — rasco su nuca, tímido. — eh... venía a traerte ésto. — extendió su bracito.
El ojiazul tomó la maceta, mirando detalladamente la flor que habitaba en ella.
— Gracias. Es re linda. — halagó, hipnotizado por su color rojizo.
Vainstein soltó una risita, agachando la cabeza. Un leve sonrojo adornaba sus mejillas, y Valentín pensó que tal imagen fue mejor que el regalo.
— Es un clavel. — informó, fijando su vista en la flor para evitar mirarlo. — es típica en Europa, por ahí. — sonrió de lado.
— Me re gusta, posta. — no podía borrar la sonrisa de su rostro, y la ternura que siempre acompañaba a Manuel no ayudaba en nada.
— Tiene un significado lindo, también. — lanzó la indirecta, deseando profundamente que logre cazarla. — m-me tengo que ir, Val. — dijo, pinchando la utópica burbuja de felicidad que se le había formado al mayor.
— Oh... bueno, chau, Manu. — respondió, mentalizándose para no hacer ningún puchero.
El menor se acercó, sonrojado, y le brindó un pequeño beso en la mejilla a Valentín, dejándolo más enamorado que de costumbre.
Y se fue.
Oliva entró a su casa después de unos segundos, largando un suspiro. Subió a su habitación a una gran velocidad. Le hizo un lugar a la maceta en su desordenado escritorio, y prendió la computadora.
Todavía podía sentir el tacto del castaño en partes de su cachete.
No tardó en buscar los significados de éste tipo de flor, esperando que esa fuera la razón por la cual se la regaló.
Entró a la primer página.
"El significado espiritual del clavel es conocido precisamente por representar la abundancia, la llegada de algo bueno, los momentos de alegría. El poder de lo bueno frente a lo malo."
Esbozó una enorme sonrisa, alejando los pensamientos que consistían en advertirle que quizás estaba cegado por la ilusión.
Y decidido, miró hacia su ventana.
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