Es casi gracioso cuando Roberto piensa en lo que le está sucediendo, esto es que se siente genial en su inmundicia. Por una parte tiene veintitrés tazas sucias en su habitación y todas de color rojo, una bolsa completa de papeles higiénicos hechos bolita, que por alguna razón todos están tiezos y algunos de ellos se desbordan frente al monitor. Según su interpretación nadie ha notado o se ha percatado de que ya no sigue con Evelyn, lleva un mes sin decir nada a pesar de que habían anunciado su boda.
Realmente no logra entender porque se siente aliviado, las noches de llanto por su exnovia no opacan la sensación de liberación, mucho menos los pensamientos en los que se dice a si mismo- nadie me va a querer con esta barrigota y esta gordura. Entre tanto la pregunta que se formula cinco veces por día es algo rara para su situación emocional- ¿Por qué demonios tengo la sensación de que todo va estar bien?
Realmente no sabe hacia donde se dirige, cambiar de trabajo o estudiar una licenciatura le parece imposible, no podría hacerlo sin sacrificar las horas de juegos en su xbox, su gameboy, la pc, la mac, el celular, el Playstation y la consola experimental de su ex-vecino Ramiro. Regresa a casa -de sus padres, por cierto- quienes le recordaran que ya casi cumple treinta años, todos los días se lo recuerdan aunque tenga 27. En símbolo de protesta por parte de sus padres, unos meses compartió su cuarto con un vecino-no era Ramiro-quién les rentaba ese espacio para llegar a la escuela más rápido, cuestión de la que se deshizo Roberto cuando anuncio su matrimonio con Evelyn, quizás sus padres percibieron madurez en esa decisión y por eso le retiraron el castigo de compartir dormitorio.
Al llegar al patio la incomodidad le invade la espina, se le sube como una serpiente hasta la nuca. Inmediatamente al cruzar el umbral de la puerta principal su madre le pregunta por Evelyn. Es ahora o nunca hablar la verdad, él le confiesa en ese momento que ya no se van a casar y que llevan un mes separados, ella le dice que ya lo sabía-él se sorprende de manera genuina. Al igual que en cualquier emboscada por parte de su madre ella sube el tono, primero le advierte que no es un regaño porque el ya es un adulto-todos al final saben que es un regaño-y acto seguido comienza a medio gritar.
-Hijo, me preocupas porque te comportas como un niño. A tu edad no deberías ver caricaturas japonesas, eso del shipuhue o el starwars ya no es para ti, ni jugar tanto. La verdad no me sorprende que Evelyn te dejara, lo único que te pido es que por favor si vas a andar de chaqueto de mínimo te deshagas de esos papeles y lava las tazas que ya no puedes comprar otra-mientras su madre dice esto Roberto presiona su mochila donde se encuentra la taza que acaba de comprar.
-¿Ya pusieron el café?-pregunta él.
La vergüenza es tan grande que su reacción es una mueca de enojo, mientras prepara el café para no ver a su madre a los ojos Roberto le recuerda que tiene un trabajo como secretario, en el que se dedica a hacer reportes para su jefa- quién por cierto siempre le ofrece pan en las mañanas, en las tardes y ya casi para irse, a ningún bocadillo le dice que no.
-Si hijo pero casi no sales, no tienes amigos y la única conexión con el mundo que tenías era Evelyn. Todas tus actividades son las de un niño y ya tienes que madurar, en serio.
-¿Qué se supone que debo hacer? Ir a un bar a bailar salsa con mis amigos machos para tratar de seducir mujeres fáciles.
-Si fueran fáciles irías todos los días y regresarías con una-le contesta su madre enfatizando el tono de la voz y con una mano en la cadera- No te eduque como para que te refieras a una mujer de esa manera, cuida tu actitud. Serás mi hijo pero ya eres un hombre y estas en mi casa, a mi me respetas porque tus sarcasmos se ven horribles Roberto.
-¿Ya me puedo ir?-pregunta él, pero antes de irse se sirve café- Sabes que mamá-hace una pausa-tienes razón en todo, como siempre tienes razón en lo que pasa y en que tengo que hacer para solucionar mi problema, pero tener razón no ayuda-contiene una serie de respuestas formuladas en su cabeza y los ojos se le llenan de agua-No sé que hacer ni que estoy haciendo, no me gusta ser un obeso y tampoco me gustaría ser como un niño pero así soy, un otaku de veintisiete años. Lo único que sé es que Evelyn me dejo por alguien más guapo y duele. Ahora, voy a lidiar con mi vida en algún momento pero no esta noche, es demasiado ¿Si?
-Bueno ya, mañana hablas con tu papá. Tiene algo que decirte.
Roberto se va a dormir con una idea en su mente, que bajará de peso y quizás busque estudiar alguna licenciatura, mañana buscará sus opciones. Se deja caer en la cama no sin antes dejar otros tres papelitos mojados frente al monitor. La sensación de libertad le recorre las estrías, la aceptación de sus escasos recursos, su vida de Peter pan y de todo lo que fue admitido le llenaron de ligereza. Hoy duerme como un bebé, con el cinismo de un hombre que se acepta como es, con el cinismo de un cerdo que se revuelca en el lodo.
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El amor es una idea sifilítica.
Historia CortaRoberto se ha cansado del concepto de amor que le han vendido, la ruptura con su novia le hace cuestionar como mira al mundo cuando un hombre imaginario le hace creer que él es un personaje dentro de una historia. Al conocerlo Roberto comienza a cam...