Parte única 🐰🦁🐾

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¿Cómo diablos soportaban los padres aquello día tras día?, se preguntó Yibo poniéndose cada vez más tenso al ver que su bebé no dejaba de llorar. Yibo lo sentó en su sillita, lo tumbó en la cuna, después sobre una sábana en el suelo del salón, sobre su cama y en el corral. Pero no consiguió calmarlo. 

Desesperado, le preparó su primer baño al bebé. Aunque Xiao se enojara puesto que su GeGe se encargaba de ese asunto. El llanto por fin se hizo más suave, pero no cesó. Y justo al alcanzar la toalla, descubrió que era lo que calmaba a su pequeño... la imitación de ciertos ruidos específicos que seguramente oía en el vientre mientras avanzaba el embarazo, porque según el médico especialista había dicho que los bebés podían oír y sentir la mayor parte del tiempo. Así fue como recordó cuando se acostaban y su esposo le hablaba a su bebé diciéndole cuánto lo amaban y esperaban.






Cargando las bolsas de la farmacia y el supermercado, Xiao Zhan entró en la casa. Le había costado un buen rato de espera para que lo atendieran en la farmacia y otro tanto en la fila del supermercado, pero lo cierto era que, tras un rápido vistazo en la cocina antes de salir, había descubierto que sólo tenían ketchup, una bebida y unos cuantos tomates. En los armarios no había nada más que enlatados. 

Zhan guardó los alimentos en el refrigerador y dejó el resto para después. Tenía que ir en busca de A-yuan. Y de Yibo. Además le tenía una buena noticia, el padre de él había estado de acuerdo en que ambos abrieran la academia de baile y actuación la próxima semana. 

Al dirigirse hacia las escaleras Zhan escuchó un ruido extraño. 

—¿DiDi? —gritó subiendo las escaleras—. ¿A-yuan? ¿Dónde están? 

Nada más entrar en el dormitorio del niño, Xiao Zhan escuchó la respuesta de su marido. 

—Aquí, en el baño...entra. 

Él se paró delante de la puerta del baño, un poco dudoso de abrir la puerta y volvió a hablarle.
 
—¿Están bien? 

—Sí, bien —respondió Yibo en un tono extraño—. Entra. 

Su DiDi estaba de rodillas al lado de la bañera, con la camisa empapada y pegada al cuerpo como una segunda piel, el pelo revuelto y la mandíbula tensa. Había toallas tiradas por todos los rincones y agua por el suelo. Incluso el espejo que había sobre el lavabo estaba… como decirlo.

—¡Dios mío, DiDi! ¿Qué ha ocurrido? 

Antes de que le pudiera responder, el bebé lloró. Yibo sonrió y se volvió hacia el niño, aún en la bañera, haciendo el ruido de una moto. A-yuan bostezo y cerró los ojos medio dormido. 

—Por fin —suspiró Yibo de alivio apoyándose sobre el borde de la bañera, luego alcanzó una toalla y envolvió en ella al bebé—. Aquí tienes —añadió ofreciéndoselo. Y, sin decir una palabra más, se puso en pie y se secó las manos con una toalla limpia que dejó caer al suelo sin darse cuenta—. Será mejor que… —musitó dando un paso atrás y pisando la toalla que acababa de usar—… es mejor que… 

—Amor, ¿qué ha pasado? ¿No habíamos quedado que lo bañaríamos entre los dos, para que aprendieras tú?

Yibo se pasó una mano por el cabello húmedo y suspiró. Por fin lo miró de frente, y la ola de angustia que nublaba sus ojos lo enterneció. Xiao Zhan alargó instintivamente una mano hacia él, pero aunque la piel de Yibo irradiará calor sus ojos se volvieron fríos y distantes, y su mandíbula se puso tensa. 

—No te preocupes, A-yuan está bien. No maravillosamente pero… —de pronto su máscara de indiferencia falló y su voz sonó tan desgarradora que Xiao se conmovió—. ¡Lo siento, GeGe! Nuestro bebé quería algo, necesitaba algo, pero… no supe comprender qué… ha estado llorando y llorando. Te juro que no pretendía hacerlo tan infeliz. 

—Sí, parece verdaderamente infeliz, ¿verdad? —confirmó Zhan irónico, sonriendo, mirando a su hijo dormido—. Sólo tiene una semana y días, esto es tan nuevo para él como para nosotros. A veces pienso que no sabe lo que quiere. 

—No me había dado cuenta de lo duro que es tener un bebé —añadió Yibo con voz temblorosa, tocando la mejilla de su hijo con ternura para retirar la mano después—. Yo… quizá sea ésa la razón por la que nunca… —su voz se desvaneció—. Lo siento, GeGe. Me imagino que no estoy hecho para aprender a ser papá tan natural como tú. 

Xiao Zhan mantuvo las manos en torno al bebé porque lo que más deseaba en el mundo era alargarlas hacia su amor, aquietar su alma y asegurarle que el único error era no intentarlo otra vez. 

—Estaré abajo —añadió Yibo en tono indiferente, marchándose. 

Zhan dejó al niño en la cuna y recogió el baño antes de dirigirse a la cocina. 

Mientras preparaba una sencilla cena, escuchó la voz profunda de Yibo y ruidos de teléfono y ordenador desde el salón. El miedo era que el bebé estropeara aquella cena que tendrían a solas después de tantos días, pero el bebé durmió hasta la media noche por su alimentación. 

Al final de la jornada un ruido alertó a Xiao Zhan, que se volvió y vio una figura, fuerte y masculina, iluminada por la luz de la luna que entraba por la ventana. 

—DiDi… —respiró su nombre. 

Yibo tomó a su bebé de sus brazos, lo puso sobre su hombro y le dio unas palmaditas. 

—La cena estaba deliciosa, pero seguro que estás muy cansado. Vete a la cama, GeGe, yo lo acostaré. 

Cuando iba a protestar, Yibo lo acalló con un beso.

—No, vete a descansar. Está casi dormido, así que… no voy a estropearlo —le prometió—. Debo aprender a ser papá, así como lo aprendiste tú nueve meses atrás. No será fácil, y no debo dejarme vencer por mis miedos y dudas si seré o no un buen padre a futuro.

Xiao sonrió y asintió caminando hacia su habitación.

¿Quien había dicho que la vida de los padres primerizos era fácil? Era maravillosamente caótica... Dentro de su complejidad y así la empezarían a vivir desde ahora en adelante..

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Un OS con mucho cariño para quienes aman a esta pareja tan adorable.

Hasta la próxima!!

Padres PrimerizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora