Derrota

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15 de septiembre de 1521

Un mes exactamente había pasado y con el corazón desembocado el hijo pródigo del Inca corría con la rapidez que sus piernas adaptadas le permitían. Por el momento no podía usar sus alas, eran demasiado vistosas considerando la guerra en la que se encontraban

Sin embargo no las retuvo y las dejo mecer al viento, dolían. Más que nada por todo el tiempo que sin descanso había luchado con sus fieles hombres a su lado, nada mejoraba pero su voluntad seguía firme

Ahora estaba al frente y más allá de alegrarse sentía un gran dolor, su padre Tahuaninsuyo o Inca había perecido en el combate. Lentamente veía como sus antiguas tierras poco a poco eran conquistadas, separadas al igual que sus hermanos

No hubo ceremonia de ascención al trono, no hubo felicitaciones de la nobleza, de su familia, ni si quiera de los ancianos. Fue una simple carga que no imagino fuera tan pesada

Pero ahora no pensaba en eso sino en su prometida, se supone que se verían pronto y la fecha límite ya había pasado

¿Estaría bien? ¿habrían ganado?

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¿Estaría viva?
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Se obligó a dejar de pensar en cosas estúpidas. ¡Por su puesto que estaba viva! era muy terca como para morir y aunque no podía asegurar su triunfo ante las fuerzas invasoras, esperaba al menos verla una vez más

ooo

Cuándo llegó al lugar de encuentro la luna reinaba en lo más alto del oscuro cielo, las estrellas brillaban y bajo su manto de luz pudo distinguir a aquella figura femenina que tanto había añorado

Se acercó con lentitud intentando relajar su acelerada respiración. La silueta ni siquiera se movió, permanecía en espera a que se acercara

Pero si algo no era Birú era cobarde, así que infundándose seguridad la abrazó convencido que era su querida Mexitli

Y vaya que no se había equivocado

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La jóven país tomó con anhelo las manos que se habían posado en sus hombros, realmente estaba ahí, a su lado

El tiempo de separación había sido duro para ambos, perdiendo a su figura paterna y asumiendo solitariamente el reinado con tanto por encima

Y así informaron al otro de sus desventuradas expericias, refugiándose en los brazos protectores del contrario. Buscando consuelo y consejo aunque no pudieran hacer mucho

Mexitli había sido conquistada por el Imperio Español, aquel despreciable reino el cuál había tomado y destrozado cuánto se le puso por delante. Aquel que en ese momento esclavizaba a su gente y causaba estragos en su persona, aquel desagradable espécimen que en tan poco tiempo había querido hacerla su esposa

Birú en cuanto escuchaba el relato más apretaba a la mujer en sus brazos contra él, tenía miedo y enojo una peligrosa mezcla ya que era una persona pacífica

Sus pensamientos empezaron a tener un mar de emociones. Pensaba en su precaria situación actual y la de su prometida, en el fallecimiento de su padre y su otro padre por ley, el distanciamiento de sus hermanos, la inevitable conquista de su territorio

Pero el llamado de su pareja lo despertó de su letargo

-Birú

-¿Qué pasa?- preocupado la pego más hacía su pecho recargando a su vez su frente en el hombro

-Quiero ser tuya

-¿Qué?- aún más preocupado por la extraña propuesta de su prometida se separó lo suficiente para que está se diera la vuelta encarandolo

La mano femenina se posó lentamente sobre su raspada mejilla-Birú, si algo llega a pasarme quiero al menos tener la dicha de...

-Mexitli- tomó la mano sobresaltando a la nerviosa chica- no tenemos que hacer esto por qué volveremos a estar juntos y cuando nos casemos podremos vivir sin presiones

-Ya no tengo opción Birú- las lágrimas bajaban lentamente por sus mejillas sonrojadas dejando un rastro de calor en su camino- hasta que nos veamos nuevamente puede que ya sea compañera de ese bastardo- con decisión limpió esa mezcla salada- y nada me haría más felíz que entregarme a la persona que amo

Tomó por sorpresa al desprevenido chico que correspondió aquella cercanía rodeando la cintura de la país con ternura. Delineó con delicadeza su espalda sin propasarse por nerviosismo y miedo, no fue hasta que el aire fue escaso cuando se separaron

-Tampoco encuentro alguna cosa que me haga más feliz que entregarme a la mujer que amo- las mejillas sonrojadas de la chica se encendieron con igual magnitud que las de su prometido y nuevamente continuaron con aquella muestra de afecto que se fue haciendo más íntima

...

La ropa empezaba a estorbar y a pesar de ser una noche fría parecía como si la luna les ofreciera un ambiente cálido para profesar su amor. Las manos iban de aquí a allá descubriendo la piel contraria, nuevas emociones y gestos iban siendo registrados en sus memorias, las texturas y olores permanentes en el calor del momento

Eran inexpertos en los temas del corazón pero dominaban bien su mente y lo demostraron al atreverse a ir más lejos, entregándose tal y como anhelaban
Los labios no permanecían únicamente en la boca del contrario, se aventuraban a ir más abajo o más arriba
Las piernas femeninas se enredaban en la cintura masculina con cansancio y mayormente con fuerza. Las espaldas se arqueban pero la calidez de las flores debajo de ellos y el pasto blando les daba un buen soporte

Mexitli contuvo el impulso de llorar abrazando más fuerte a su pareja mientras dejaba marcas en la espalda del contrario. Se aseguraba de demostrar cuánto disfrutaba el momento no dejando escapar ningún detalle

Birú buscaba otro lugar donde recargarse más allá de la tierna curvatura entre el hombro y cuello de su coya, los dedos le hormigueaban y el sudor empezaba a hacerse presente en su frente. Besaba con anhelo los labios contrarios queriendo dejar grabado su camino. Queriendo hacer feliz a su pareja

Para cuando alcanzaron el cielo y el infierno a la misma vez ya era la madrugada del siguiente día. Permanecían abrazados, desnudos observando las estrellas

México recargada en el pecho de su amante daba suaves caricias al pecho disfrutando del calor del cuerpo masculino sobre ella, le daba una paz y tranquilidad que había necesitado durante su ausencia. El cálido color rojo y blanca de la piel contraria contrastaba al tricolor de ella, respiro profundamente mientras sus ojos se iban cerrando gracias al ejercicio exhaustivo de hace unos momentos

Perú por su parte rozaba su mano tiernamente sobre el hombro de su mujer dando un tacto prolongado por la suave piel, olfateó el silvestre aroma del cabello y se aseguró de no pisarlo. Cuando la respiración de su pareja se hizo más lenta también se dejó llevar por el cansancio de las últimas semanas, la abrazó correctamente y el cuerpo del país se encargó de acercarse más a él no queriendo perder el calor, cosa que agradecía pues el buscaba la misma seguridad

Las estrellas, la luna y el sol habían sido testigos, los dioses felices por la unión de dos almas destinadas desde su nacimiento para la construcción de un gran imperio

Almas que sería la última ocasión en que tendrían esa cercanía en un largo tiempo

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Hasta ahora

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