Cuando abrieron los ojos, estaban justo al centro de la aldea. Casas hechas de troncos viejos y cubiertas con ramas, totalmente rodeadas por arboles gigantescos y flores de colores infinitos. El ambiente olía a flores y frutas maduras, acompañadas por el cantar de las aves y el rumor del viento. Jazmín estaba emocionada. Aria se esforzaba en contener las náuseas.
-Tu aldea es hermosa, amigo elfo – Aria intentaba que su voz no suene demasiado hipócrita – pero hay algo que me inquieta... ¿No deberían haber otros elfos, jugando y riendo en los alrededores? Tenía entendido que su cultura disfrutaba mucho de los espacios abiertos...
-Aria – Chan tiene razón, Blam – kun – Jazmín giro su rostro hacia el elfo - ¿Acaso le temen a Aria – Chan? Ella no ha venido a hacerles daño...
Una expresión de tristeza cubrió el rostro del elfo. La voz se le quebraba cuando intento hablar.
-Es una larga y trágica historia, Jazmín – Chan. Hace algún tiempo, el rey de este país tuvo conocimiento de nuestra aldea. Sabe de las armas legendarias que ocultamos, y quiso conseguirlas para su estúpida guerra con los demás países. Nosotros nos negamos, naturalmente. Fue ahí cuando ordenó esparcir un virus en el aire que respiramos, enfermando a nuestra gente.No muy lejos tenemos una fuente de aguas curativas, pero el rey ha bloqueado militarmente nuestra aldea y nos impide salir. Solo nos dejara tranquilos cuando le digamos la ubicación de las armas...
Jazmín estaba boquiabierta por la sorpresa mientras Aria mantenía la cabeza gacha, esperando el resto de la historia.
-Yo soy el único elfo que ha dominado la tele transportación. Había pensado salir a buscar ayuda, pero cuando salí, ya estaba enfermo. – El elfo mira a Jazmín y sonríe – entonces apareció Jazmín -Chan, me curó ¡Y ahora que ha venido conmigo podrá salvar al resto de mi aldea!
La niña no notó el ligero tono de locura en la voz del elfo, ni la larga espada plateada que Aria acababa de desenvainar.
-Aun si Jazmín – Chan los sana a todos, eso no resolverá el conflicto – Aria dio media vuelta y empezó a caminar hacia el bosque, de donde venía el rumor de las máquinas de guerra del rey – Parece que tendré que manchar mi espada una vez más.
Antes que Jazmín o Blam pudieran reaccionar, Aria había desaparecido de su vista.
-¡Es otra cazadora! ¡Huyan y traigan nuestra arma secreta!
Había un tanque partido a la mitad. Y decenas de soldados con el uniforme real estaban desmembrados en torno a él. Los que corrían no vivirían mucho, Aria solo necesitaba apuntarles con su pistola y...
Apenas tuvo tiempo de moverse. Una espada plateada estuvo a punto de abrirle el estómago.
A esto se referían los soldados con "otra cazadora" y "arma secreta"
Una mujer de metro noventa de estatura y un tanto rolliza estaba frente a ella. Llevaba el cabello rojo amarrado atrás de la nuca y todos los signos de una persona que rodea los cuarenta años. Vestía una blusa blanca, un pantalón mostaza y una ostentosa capa gris con el símbolo del rey. Pero su espada era idéntica a la de Aria.
-Maestra, cuanto tiempo sin vernos – Aria hizo una reverencia exagerada – ¿Está bien esta reverencia o debo lamerle el culo igual que usted lo hace con la nobleza?
La risa de la mujer pelirroja sonó como el rugido de un oso.
-No has cambiado nada, Aria – la pelirroja hizo atrás la capa que cubría sus hombros y se puso en guardia - ¿Por qué estás ayudando a los elfos? ¿Esperas que te digan dónde están sus armas?
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Fantasía
FantasyEn un mundo devastado, una guerrera y una niña mágica unen fuerzas para encontrar un objeto que puede ayudarlas