Los Guardianes del Tesoro (¡Mira a mi nuevo amigo!\\ Necesito un trago)

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- ¡Aria – chan...por favor...ve más despacio!

Jazmín abrazó fuertemente la cintura de Aria, hundiendo el rostro en su espalda..

-Acostúmbrate...

La motocicleta de Aria iba a 90 Km\h sobre una antigua pista de asfalto. Jazmín no podía dejar de temblar. Era su primer viaje motorizado.

-Baja con cuidado, enana.

Delante de ellas había un letrero con la inscripción "Bienvenidos a Twhip" seguido de uno de los muchos pueblos que hay en la carretera. Este hubiera sido el próximo objetivo de los goblins.

-Bienvenidas señoritas ¿Qué puedo ofrecerles?

Habían sido dos días en moto. Aria pensó que ir a un bar y tomar algo sería lo ideal.

-¿Qué tragos puede preparar?

El viejo sentado tras la barra observó las botellas polvorientas en la vitrina tras él.

- Tengo cerveza...

-Deme una – es mejor que nada, pensó Aria - y un vaso de leche para la niña.

-Disculpe – el viejo ladeó la cabeza, observando sobre el hombro de Aria - ¿Qué niña?

Aria susurraba todas las groserías que conocía mientras caminaba por el pueblo. Por lo menos no sería difícil de encontrar, probablemente la enana estaría curando enfermos o predicando el amor al prójimo en alguna plaza.

-¡Aria – chan, por aquí!

La niña dio la vuelta y corrió tan rápido que Aria apenas tuvo tiempo de seguirla. Atravesó callejones de mendigos e inválidos hasta llegar a una pequeña entrada subterránea. Dentro estaba oscuro, el techo le rozaba la cabeza y el aire apestaba a humedad y estiércol.

-¡Mira a mi nuevo amigo!

Ni Aria ni Jazmín necesitaban velas para ver en la oscuridad. Aria se acercó esperando encontrar algún animal moribundo o un huérfano drogadicto. Pero no había palabras para describir lo que estaba echado sobre el piso.

La primera impresión que causaba era que se trataba de un ser humano. Pero bastaba verlo más de cinco segundos para notar que un humano no podía tener un estado tan avanzado de descomposición. Su piel, arrugada y en colgajos, era tan blanca que parecía ser transparente. Su ropa estaba hecha de ramas secas y hojas marchitas, que apenas cubrían sus vergüenzas. La cabeza era deforme, de tamaño semejante al de su abdomen y tórax juntos. Su cabello, que parecía duro como la roca, formaba puntas alrededor de la cabeza. Sus ojos cubrían la mitad de su cara. Eso era un elfo, una de las criaturas más repulsivas del mundo.

-Te presento a Blamkun–Jazmín se sentó cerca al elfo y empezó a acariciar su cabello – cuando lo encontré estaba muy enfermo, me pidió que lo cure y a cambio me llevaría a conocer su aldea. Yo le dije que sí, pero que me deje llevar a una amiga. Él me dijo que ya, que iba a dormir mientras mi magia lo curaba. Cuando despierte nos llevará con él a la aldea secreta de los elfos. ¿No te parece increíble, Aria – chan?

Jazmín dijo todo esto muy de prisa. Tanto, que no notó cuando Aria desenfundó su pistola. Ni cuando la guardo al oír que el elfo los llevaría a su aldea.

Los elfos conocían el escondite de las armas divinas y los objetos sagrados. Y habían jurado ser sus guardianes, protegiendo su ubicación de manos indignas. Por ello mantenían sus aldeas mágicamente escondidas, lejos del acoso de los hombres.

Aria no cabía en sí de alegría. Había valido la pena aguantar a esa enana. Ahora tendría todo un pueblo de elfos a quienes preguntar por Aegis.

El elfo empezó a despertar. Un tétrico brillo celeste envolvía su mirada. Observó a Aria y, aterrorizado, se arrimó contra la pared.

-Tú...tú eres...- el elfo temblaba de pies a cabeza mientras hablaba con voz entrecortada. Jazmín y Yansu se acercaron e intentaron calmarlo - una cazadora...

- Las cazadoras nos acabamos hace mucho tiempo, amigo elfo – Aria suavizó su voz y, sonriente, se acercó al elfo –soy solo una persona que quiere olvidar las batallas y tener una vida pacífica. Mi nombre es Aria y espero que podamos llevarnos bien.

Los elfos podían sentir las intenciones en el corazón de una persona. Y las cazadoras habíansido entrenadas para ocultarlas.

-Siento buenas intenciones de ti, Aria – san – el elfo le sonrió y cerró los ojos, que se deformaron hasta formar una "U" invertida – Tienes un corazón tan puro como el de Jazmín – chan.

Jazmín se alegró al oír esas palabras. Tomo de la mano a Aria y al elfo sonrió alegremente.

-Y ahora – el elfo se había incorporado, una gran esfera de luz emergió de su pecho y envolvió a Aria y a Jazmín – ¡Vamos a mi aldea! 

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