Amor a cuenta regresiva.

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- Entonces la D se descartaría porque en ningún momento mencionan que ese sea el más importante de los escritos de Descartes - contesté al maestro y me senté.

-Es correcta su respuesta Joven Bunes, entonces, respuesta correcta Da...- Una chica entró al salón corriendo detrás de lo que aparentemente era un gato, la verdad apenas y se notaba ya que el felino era bastante ágil.

-¡Pan! ¡Pan ven aquí! ¡Pantalaimon!- vociferaba ella mientras seguía dando vueltas en el salón alrededor del animal.

-¡Señorita Higgs saqué a ese animal del salón ya mismo!- le dijo él profesor mientras le daba una mirada de irritación. La chica frenó en seco y lo volteó a ver.

- No sé si lo ha notado profe, pero eso es lo que estoy intentando hacer- dijo mientras lo miraba con tal frialdad que realmente daba miedo. Al momento en que ella freno el animal se distrajo con uno de mis compañeros, así que ella se acercó por atrás, lo agarró y se dirigió a la puerta.

- Perdón por la interrupción profe, no volverá a suceder - dijo con la misma frialdad, su voz sonaba mecánica y su mirada al profesor era de desprecio absoluto, se nota que no lo respetaba mucho y que no le importaba las repercusiones que este acto tuviera en sus notas. Admirable la verdad, y un poco aterradora.

Esa fue la primera aparición de Amalaya Higgs, una chica aparentemente ruda y fría, bueno, aparentemente no, ella realmente era así, una mirada de ella te paralizaba. Era de estatura promedio, un poco más alta que sus compañeras, pero no la más alta, tenía el pelo negro, corto (casi como el corte de cualquier chico) y ondulado, sus ojos eran de un café oscuro y tenía pecas hasta en las orejas, de piel pálida y actitud arrolladora. Así era ella, y les contaré la historia de como entro a mi vida y nos destrozamos hasta el final.