En una calle de aquella ciudad se encontraban unos niños mirando cierta estatua. Estaban esperando a que se hiciese de tarde para poder ir a ver si alguien les había dejado dinero, pero toda la espera fue en vano...
No había ningún yen que les pudiese ayudar.
El lugar donde vivían no era el mejor para que los niños creciesen. Las calles puede que no estuviesen tan sucias, no había ni un solo papel en el suelo, pero eso no quitaba que el ambiente fuera de igual forma limpio. Tampoco quería decir que la gente que vivía ahí fuese la mejor, como en todos los lugares había quien se aprovechaba de los más débiles y más por esa parte de la ciudad donde la pobreza abundaba.
La única opción que tenían para poder seguir viviendo era esperar a que el mito sobre aquella estatua fuese cierto y confiar en que hubiese gente de buen corazón que intentase echarles una mano.
Mientras unas calles más alejadas en una tienda el dueño se acercó a su joven empleada.
— (T/N) ya v..
— ¡¿Ya es hora?! — preguntaste emocionada a lo que rio levemente afirmando —. Entonces nos vemos mañana ¡Chao! — te despediste para ir corriendo a la plaza —. *Me pregunto si estarán bien...*
Realmente te atrasaste más de lo que pensabas. El tiempo se te pasaba rápido si te centrabas en el trabajo.
A diferencia de otros no era algo que odiases, además el jefe era amable contigo y te tenía cierto cariño. Es por eso que igual dabas todo de ti cuando tenías que trabajar, si lo hacías lo harías bien.
Bajaste corriendo a la plaza esquivando a las personas y los puestos. Muchos ya acostumbraban a ver esa escena día tras día. Algunos pensaban que algún día te llevarías a alguien por delante y ni cuenta te darías mientras volvieses a retomar tu camino.
Una vez llegaste no viste a ningún niño en las cercanías a lo que te acercaste a ver dónde la estatua comprobando que no había dinero.
— *No hay..*
— ¡Déjame! — escuchaste a lo que rápidamente fuiste por donde provenía el grito.
Por suerte no estaban muy alejados. Apenas unos metros. Tardaste menos de 1min.
— ¡Ey! — intervienes — ¡Dejad a esos niños!
— ¿Eh? Ah, eres tú de nuevo.
— Soltadles — dices seria.
— Tsk, vámonos total ya tenemos lo que queríamos — empiezan a irse —. No siempre estarás — dice al pasar a tu lado.
Te quedaste en tu sitio sin mostrar ninguna emoción en tu rostro esperando que se retirasen de una vez por todas.
Una vez se alejaron te relajaste y suspiraste más tranquila, acercándote a ver cómo se encontraban los pequeños.
— ¿Estáis bien?
— Sí.
— ¡(T/N)-nee! — va corriendo a abrazarte.
— Oh... ... — sonríes —. Ya, ya, no pasa nada — le acaricias la cabeza.
— (T/N)-nee, confiábamos en que la serpiente apareciera, pero no sucedió ¿Es que somos malos niños? — pregunta con lágrimas en los ojos.
— Claro que no. Vosotros sois muy buenos. Solo... que quizá este ocupada o algo... posiblemente... — dices no muy segura.
— ¡Eso de la serpiente es una tontería! — dice uno de los niños — ¡Es imposible que exista una serpiente que ayude a los niños pobres!
— ¿Eh? P..pero nee-chan dice que es verdad — se gira a verte.
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Skurdas
Random«Había una vez un mito. En aquella ciudad, había alguien que cuidaba de los más desfavorecidos. Si donabas algo de dinero a la estatua de la serpiente tendrías suerte y salud. Ese dinero servía para los niños pobres que así podían tener algo con lo...