Ausencia

440 17 8
                                    

Llegó al poblado un cartero con carta dirigida a la dirección de una casa abandonada,  que era como los habitantes la llamaban.
Los pobladores pensaron que había un error, por lo que algunas personas hicieron comentarios.
- Señor Cartero, -le dijo un poblador- ¿no se habrá equivocado de casa?
- No, no me equivoqué -respondió este-. Esta es la dirección que aparece en el sobre. Si no me cree, venga y comrpuébelo.
- No, no hace falta. Jeje -dijo algo nervioso el poblador.
- Pero ¿Cómo va a recibir una carta ess casa si está abandonada? -exclamó otro.
- No lo se -respondió el cartero- Yo solo cumplo con mi deber.
Todos estos comentarios se escucharon justo antes de que el cartero realizara un pequeño sobre blanco debajo de la puerta.
Cuando los curiosos comenzaron a dispersarse, todos los presentes se llevaron un susto, pues en un abrir t cerrar de ojos las puertas y ventanas de aquella casa dejaron penetrar por primera vez en más de diez años los rayos del sol.
La casa estaba ricamente amueblada y cada rincón se encontraba limpio, como si aguardara la llegada de algún visitante. Durante largo tiempo un permanente misterio la rodeaba.
En la casa había vivido, durante más de cinco décadas, un matrimonio. En lis primeros años de su casamiento tuvieron un hijo y juntos los tres habían sido felices.
Su hijo decidió viajar, conocer nuevos lugares y regresar, pero no fue así. Viajó - y mucho - se casó y resolvió quedarse junto a su nueva familia.
Sus ancianos padres esperaron vanamente. Al ver que no regresaba, ni tenían noticias de él, decidieron cerrar permanentemente las puertas de la casa hasta su regreso.
La carta cambió todo. En ella decia:

"Queridos viejos: siento haberlos hecho esperar tanto tiempo por mí. Pero no se preocupen. El próximo fin de semana iré a visitarlos con mi esposa e hijos. Los quiero mucho.
Su hijo"

Esas breves líneas bastaron para que la casa cerrada durante tanto tiempo se abriera de par en par. En la vivienda se oiaun ajetreo como nubca antes. Además,  también se escuchaba a los ancianos discutiendo sobre la mejor manera de organizarla, para recibir al hijo ausente.
El día previsto para la llegada, en las noticias se supo de un accidente en la autopista.
Lo último que se oyó antes de cerrar las puertas de la casa para siempre fue un desgarrador grito:
- ¡¡¡No, mi hijo no!!!

Cuentos CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora