Prólogo

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-¿Podría dejarnos un momento a solas? 

- Por supuesto.

Elena dejo a su hija junto a la psiquiatra. Tal vez no era la mejor idea, o tal vez si lo era, quien sabe. De todos modos, ella ha insistido en llevarla al psquiatra a pesar de que su hija todas las veces le había dicho que no hacía falta, que no le pasaba nada, y que su salud mental estaba perfectamente. Aunque pensándolo bien... ¿Hace falta estar loco o tener algón problema mental para ir al psiquiatra? No lo creo. Al igual que Lia.

Ella solo era una niña de 9 años en un lugar desconocido para ella por ahora. Su cabello castaño y rizado a media melena le quedaban perfectamente a juego con sus oscuros ojos marrones y su piel color tostado. 

Se encontraba sentada en aquella silla, un silencio invadía la sala en la que ella se encontraba. Una sala ni muy grande ni muy pequeña, con las paredes pintadas de color verde y blanco. En una esquina, había un montón de jugetes, peluches y una pizarra en la que dibujar con rotuladores. No era un sitio desagradable, es más, le parecía acogedor, pero el echo de que fuera un psiquiátrico la atormentaba. Pero el echo de no saber que hacía allí la atormentaba aun más. Tampoco es que tuviera claro el concepto de psquiátrico, a sus 9 años de edad no es muy común, ella solo piensa en la hora de la merienda, ver los dibujos animados o estar con sus amigas... Bueno, en su caso no, ya que no tenía amigas. Acababa de llegar nueva a la escuela Vicente Del Río y le ha costado mucho integrarse... Aunque al ser exacxtos, tampoco lo intentaba mucho. No le gustaba estar con niñas de su edad, ni jugar a las muñecas, y menos llevar faldas o vestiditos de colores. A ella lo que realmente le gustaba era leer. Con tan solo 9 años de edad leía casi tan bien como un niño de 12 o 13 años. Se pasaba todos los recreos sola y todas las tardes se quedaba en casa.

Pero aun así... Ella no era feliz. Sabía que necesitaba alguien con quien hablar. Su madre era profesora y su padre trabajaba en alta mar, por lo cual no le daban la atención suficiente. Lia se sentía sola... Hasta que un día la conoció a ella. Una niña de su misma edad, con un hermoso cabello negro largo que llevaba totalmente lacio y unos ojos azul grisaceo se acercó a ella sonriente.

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- ¡Hola! ¿Que estás haciendo? - Preguntó la niña curiosa.

- Estoy leyendo un libro - Contestó Lia también sonriente y feliz de que alguien se parará a hablar con ella.

La niña de ojos azules tomo asiento a su lado y ojeó el libro que Lia sostenía en sus manos.

- ¡Alicia en el país de las Maravillas! Me encanta ese libro.

- Es mi favorito. - Le asegura Lia.

- Oye, ¿Como te llamas?

- Lia, Lia Devonne.

- Que nombre más bonito, yo soy Alicia, Alicia Hemmings. - Contestó aquella niña agitando su larga cabellera negra.

Lia cerró el libro y se levantó.

- Me tengo que ir, mi mamá viene a buscarme, hasta mañana Alicia. - Le dice Lia a Alicia a la vez que se aleja de ella.

- ¡Espera! ¿Quieres ser mi amiga, Lia? - Exclama Alicia

- Vale, seremos las mejores amigas. - Le dice Lia a su amiga mientras que se marcha corriendo...

Y las dos se despidieron sin dejar de sonreir. Lia por fín había hecho una amiga, y Alicia por fín había encontrado la mente de una niña pequeña con la que jugar.

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- Bien Lia, vamos a proceder a evaluarte, ¿Vale? - La psiquiatra hablaba con Lia muy relajadamente mientras que buscaba una libreta en la que apuntar la sesión de hoy.

- Tengo miedo...

- Tranquila, pequeña, no te voy a hacer nada malo. - 

Teba alcanzo una libreta de una estantería y un par de bolígrafos de colores para tomar nota.

- ¿Por que pegaste a aquella niña ese día en el patio?

- ¡Se estaba metiendo conmigo! - Lia rompe a llorar e intenta levantarse de la silla para irse.

- Lia, tranquila... No me voy a enfadar contigo, solo quiero saber lo que ha pasado. No llores... - Teba coge un par de pañuelos y se los entrega a Lia.

- Esas gemelas no paraban de insultarme y de meterse conmigo 

- ¿Y que te decían exactamente?

- Me decían gorda, fea y estúpida...

- Bien... - Teba escribía en su libreta todo lo que Lia le decía.

- ¿Y por que les pegaste? 

Un silencio ivadía la sala e ese instante. Lia no sabía que responder, le había prometido a Alicia que no diría nada.

- Porque si

-Porque si no es una respuesta

- Si lo es - Contesta Lia nerviosa. Pero esta no aguanta más presión y se lo acaba contando todo a la psiquiatra.

- Alicia me dijo que lo hiciera.

- ¡¿Alicia?! - Teba se sobresalta al oir aquel nombre.

- ¿Has vuelto a hablar con ella?

- Si, dice que no quiere estar sola como yo.

- Lia... Ya hemos hablado de esto...

- ¡Pero Alicia tiene que estar conmigo, no tiene papás como yo. Yo la cuidaré!

Teba se quita las gafas y tras limpiarlas con su albornoz se las vuelve a poner. 

- Dile a tu madre que pase. Mientras espera en la salita.

Lia obedece y le pide a su madre que entre. 

Elena muy preocupada entra en la sala y se sienta en la silla que hace unos segundos ocupaba esa niña. Es Teba la que toma la palabra esta vez.

- Elena... Los demás expecialistas y yo hemos llegado a una conclusión. Sentimos mucho decírselo pero... Alicia no existe.

- ¿Que? ¿Que quiere decir con que no existe? No entiendo nada... - Elena no comprende lo que Teba intenta decirle, está desorientada ¿Como que Alicia no existe?

- Elena, Alicia es un producto de la imaginación de Lia. Su mente ha creado una niña para llenar ese vacío de soledad que tenía su hija. Alicia podría ser lo que viene siendo un ''Amigo imaginario''. 

- ¿Quiere decir que Alicia es la ''Amiga imaginaria'' de Lia?

- No, no es solo eso...

Otra vez ese silencio incómodo invade la sala. Teba ya no sabe como explicarse, sabe que Elena no está preparada para esto. Es la sesión número 29, y aunque ya se lo esperaba de las sesiones anteriores, ahora está confirmado, y aun le cuesta asumirlo...

- Elena, Lia es esquizofrénica.

'Pacto de Amistad'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora