En una nación medieval lo suficientemente grande como para albergar sus propias leyendas, había una carroza que en el interior sentada iba una señora adinerada, avanzando por un obscuro bosque con su respectiva guardia, dos hombres sentados al frente de la carroza con armas y manejando el curso de la misma.
Fue aproximadamente e las 3 de la madrugada cuando un caballo se les acercaba veloz, poniéndose en frente de la carroza y deteniéndola, su jinete les advertía:
-¡No deberían de recorrer éstos rumbos tan tarde, aquí hay bandidos!
Cuando los guardias reaccionaron era demasiado tarde, otros bandidos se habían acercado a sus espaldas clavandoles puñales en la nuca.
Ya con la guardia fuera del camino, el jefe llamado Deran entró a la carroza en donde vio a la mujer con un collar hermoso color escarlata colgando del cuello. El bandido agarró el collar al que la mujer se aferró con fuerza hasta que el ladrón le enterró un cuchillo en la frente.En ese momento Deran se aferró tanto al collar como ahora, aunque ya habían pasado una hora de camino hacia algún escondite. Fue pura suerte que a lo lejos se divisaba una cueva perfecta para sus intenciones, eran tan sólo 6 bandidos así que no había problema por el espacio, sólo tenían que cruzar un viejo huerto cuyo único habitante era un espantapájaros.
Cuando estaban cruzando el huerto notaron que había cuervos sobre el espantapájaros.
-¡Vaya cosa más útil!.
Exclamó Yro que era el más hablador del grupo.
Ya una vez en la cueva amarraron los caballos, los cuales estaban inquietos. Fue cuando un cuervo se paró cerca de la cueva cuando los caballos armaron un alboroto, a lo que Yro tuvo que calmarlos.
-De verdad, no pueden ser más cobardes, ¿no podemos conseguir otros?
Decía Yro.
-Si no te hemos cambiado a ti, mucho menos a los caballos.
Le contestó Deran.
Los bandidos se echaron unas carcajadas a lo que Yro respondió:
-Bueno bueno, tienes razón, además no hay que confiarse frente a las aves come caballos: EL CUERVO.
Los hombres seguían riendo al rededor de la fogata que habían hecho en el interior de la cueva.
-Oye Yro, ¿por qué no dejas de molestar a los caballos y vienes a comer?
Dijo uno de los bandidos
-¿Yro?
De pronto, la presencia de Yro había desaparecido, pasó de estar con los caballos a no estar en ningún lado.
-A...yu...da.....
Se escuchaba en la obscuridad.
-¿Escucharon? ¡Es la voz de Yro!, aunque suena malherido.
-Alguien, ¡Tenemos que ir a ayudarlo!
Decían los bandidos entre ellos, confundidos de lo rápido que había cambiado la atmósfera de un momento al otro.
De pronto, se escuchaba el mecer de una cadena metálica en la entrada de la cueva, era una lámpara de aceite vieja que se movía de derecha a izquierda lentamente, colgada de alguna vara de madera que evidentemente no estaba allí cuando llegaron.
-A.....yu..... ¡¡AYUDA!!
Se oía la voz de Yro con un extraño tono metálico.
-¡Ya voy Yro!
Dijo Deran mientras corría hacia la salida de la cueva. Pero cuando estaba por llegar a la lámpara de aceite, ésta calló al suelo y se convirtió en cenizas junto su cadena y la vara que la sostenía.
-¡En la obscuridad!
Dijo uno de los bandidos señalando el fondo de la cueva que no alcanzaba a alumbrar la fogata.
-¡Rápido, recojan todos lo indispensable!
Gritó Deran mientras se agachaba por su sombrero.
-¿Qué viste en la obscuridad?
Preguntó Deran a su compañero, a lo cual no recibió respuesta.
-¡¿En dónde demonios se metió ese idiota?!
Deran se comenzaba a desesperar.
-E...n... la.... obs...curidad.....
Se escuchó la voz haciendo eco en la cueva del compañero desaparecido.
-Sabe a qué le tememos...
Dijo el menor de los bandidos mientras veía la obscuridad aterrorizado sin poder moverse.
-¡Nos vamos!
Ordenó Deran corriendo con sus compañeros.
-Y tú, ¡No ayudes con tus comentarios!
Regañó Deran... al aire, puesto que el menor de sus subordinados también se encontraba desaparecido.
-Sa....be... a... que... le.... te...me...mos...
Se escuchaba una voz parecida pero no igual. Se oía atragantada, asfixiada con metal.
-¡A los caballos!
Dijo Deran buscando su escape de ahí lo más pronto posible.
-¡No están los caballos! ¡No hay salida!
Gritó aterrorizado uno de ellos.
-¡Al huerto!
Ordenó Deran corriendo lo más rápido posible.
-No.... hay.... sa...li...da...
Se escuchaba resonando en la noche.
-¡¡Deran!! ¡no quiero morir!... Deran, ¡Detrás de ti!
-¡¿Dónde?!
Deran volteó sin detenerse y no vio absolutamente nada. Por lo que siguió corriendo hasta que llegó a un pueblo muy pequeño que no había visto.-¡Alguien ayudeme!, ¡Por favor!
Suplicaba Deran mientras entraba a la primera casa del pueblo.La casa parecía vacía.
-En...tró... a... la... ca....sa....
Deran se adentró más en la casa desesperado por encontrar a alguien, pero lo único que se hallaba ahí era una habitación con decoración infantil.
-Co...rre... hi...ja... ¡¡SALVATE!!
Deran comenzó a llorar fuertemente mientras corría fuera de la casa.
-¿Dón...de... es..tás... mami?El bandido se quedó en el centro del pequeño pueblo llorando arrodillado, hasta que escuchó un mecer de cadena, uno que ya reconocía.
Fue allí cuando vio un espantapájaros, con piernas delgadas de metal oxidado, cubierto con tela deshilachada y discretos dientes puntiagudos de metal en lo que supondría la boca, sosteniendo una vieja lámpara de aceite, balanceándola lentamente.
Deran cerró los ojos sollozando:
-No eres real... No eres real... No eres real...
Cuando los abrió, el espantapájaros se estaba desintegrando convirtiéndose en ceniza frente a los primeros rayos de sol de la mañana. Deran suspiró aliviado mientras se ponía de pie, mientras pensaba:-Ésto no me lo va a creer nadie.
Fue cuando
-De..ran, ¡De...trás.... de.... ti...!
Hay un viejo camino, que nunca debes de tomar, éste camino no lleva a ningún lado, y tampoco de ningún lugar regresa. Reconocerás el camino que te digo, porque cuando te acercas a él, se escucha:
-No... e...res.... re....al.... No eres... real... No eres real