1993

Parte 1

La luna ya estaba en lo más alto del cielo, rodeada de miles de millones de estrellas de las cuales al empezar a contar perdías la cuenta a la número cien. Las calles, vacías tanto de personas como de animales, parecían sacadas de una película de miedo. Las farolas alumbraban de manera muy leve la acera y las carreteras, aunque tampoco importaba en esos momentos. El frío de esa noche podía comprobarse gracias a la respiración de alguien que se encontraba apoyado en la pared de un edificio. Sus manos aguardaban en los bolsillos de su capucha, y su rostro era totalmente cubierto por un pasamontañas. Nadie podría saber a qué o quién esperaba esa persona. Una joven mujer camina por las mismas calles en las que ese hombre aguarda. Cuando ella pasa por delante, al rato ese hombre comienza a seguirla, aunque tampoco era el único.

Más adelante, a tres calles de la mujer, se encontraba un callejón, el callejón más oscuro de la ciudad. Donde, por la noche, no llegaba ni un solo rayo de luz. Unos gritos provenían de ese callejón, y la mujer estaba frente a la única luz que alumbraba la esquina de dicho callejón. Ante sus ojos, yacía un hombre repleto de puñaladas y sangre, y, frente a él, la persona con pasamontañas que antes la había seguido. El hombre la miró, cuchillo en mano, sin moverse un milímetro. Por su parte, la joven, hizo exactamente lo mismo. Durante unos instantes, su corazón se aceleró, pero no del miedo. La excitación recorrió el cuerpo de la mujer, la cual dio un paso. Un paso de vuelta dirección a su casa, prefería olvidar ese momento. O no. Ella sabía que jamás iba a olvidar ese momento ni aquella mirada. Sintió como si la hubiese penetrado el alma. Como si ese hombre se hubiera colado en lo más profundo de su corazón.

El sol entraba por las rejillas de la persiana de su cuarto, mientras los rayos de luz la iban despertando poco a poco. Despegándose perezosamente de las sábanas, se incorporó y miró hacia su ventana. Soltó un suspiro. Había soñado con él. Había repetido lo de anoche. Un leve escalofrío recorrió su cuerpo. Al final, tras darle un par de vueltas, se decidió a vestirse e ir a desayunar. Su compañera de piso ya se encontraba sentada frente a la mesa de la cocina con el café en la mano.

—¡Buenos días, Masha! —Saludó la rubia después de dar un trago largo a la taza de café.

—Buenos días, Nina. —Respondió después de bostezar por tercera vez desde que se había levantado—. ¿Has puesto tú las noticias? —Preguntó, tras fijarse en que la pequeña televisión de la cocina estaba encendida, aunque con el volumen bastante bajo.

—Sí, perdona. No quería subir el volumen por si te molestaba. Creo que están hablando de que anoche mataron a alguien.

En ese momento, la morena sintió algo en el corazón. Y tras soltar un "Vaya, que putada", se dirigió a la nevera. Sus ojos se pasearon por todos los productos que había frente a ella, lo cierto es que no le apetecía nada de lo que había allí. Cerró la nevera y cogió un par de rebanadas de pan para ponerlas en la tostadora, tras encenderla se puso el café en su taza preferida, la cual ponía en su centro "I <3 serial killers". Ella era así, tanto los asesinos en serie como las conspiraciones y alienígenas eran su pasión. Tal vez por eso se había decantado por estudiar periodismo, aunque por suerte, ese día, lo tenía libre. A pesar de eso, no tardó más de una hora en ducharse, recoger, limpiar y vestirse para dar una vuelta. Tenía un destino fijo, el callejón de anoche. Mientras se acercaba al lugar donde había presenciado un asesinato, ya podía ver la multitud y los coches de policía. No tardó en estar justo frente a la cinta policial. Sus ojos se clavaron en el fondo del callejón, y luego, donde todo había ocurrido. Ya no había cadáver, tan solo varios policías haciendo fotografías. En ese momento, volvió a recordar aquella escena. Esos gritos de dolor, la mirada del hombre viendo por última vez a un hombre con pasamontañas. Recordó esa sensación de excitación. Recordó aquella mirada que había compartido con el asesino. En ese momento, deseó volver a verlo.