Capítulo 1

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Son las siete y media de la mañana, todavía es demasiado temprano para que las luces de la casa estén encendidas, seguramente no hay nadie despierto todavía.

Bajo del coche y me acerco a la verja principal formada por barras de metal trenzado y cuidadosamente limpiada. La abro y camino hacia la casa dejando el coche aparcado fuera junto al resto de coches.

No necesito sacar las llaves de la casa, la puerta ya estaba entornada. La cierro con cuidado y observo a algunas personas corriendo de un lado a otro haciendo tareas. Es una casa demasiado grande como para que una persona sola pudiera encargarse. La decoración es un poco extraña. Las alfombras son rojas y la tenue iluminación está producida por unas lámparas de araña con cristales brillantes, parece increíble que unas lámparas tan grandes puedas proporcionar tan poca luz.

La decoración es algo exagerada, muebles robustos de estilo vintage y con algunas pequeñas piedras claras. Me acerco a ellas y sostengo una, un olor a vainilla se ha quedado adherido a mi mano. Acabo de coger un ambientador con la mano, espero que nadie me haya visto. La decoración de las paredes sigue siendo de estilo antiguo pero variado, desde cuadros de paisajes a retratos, supongo que de los creadores del centro. El papel pintado de la pared está perfectamente colocado, ni una sola arruga ni un milímetro mal puesto, parece el colmo de la perfección.

Las personas que pasan por delante de mí todavía no han reparado en mi presencia o tal vez me estén ignorando simplemente o a nadie le apetece hacerse cargo de la nueva, sobre todo cuando parece que tienen tantas cosas por hacer. Cuando me dieron el puesto de trabajo, me dieron las llaves de todas las habitaciones de la casa, incluida una habitación privada por la posibilidad de quedarme como interna. La única regla era que no podía entrar a las habitaciones de los pacientes sin ser invitada por ellos.

La verdad es que tengo curiosidad por saber cómo van a ser, no creo que sea tan complicado, ya que solo son siete pacientes y el resto trabajadores de la casa. Me dijeron que los domingos salían a tomar algo después de comer, para poder poner a caldo a los residentes de la casa.

Entro en la cocina, huele delicioso. Hay un par de mujeres cocinando un poco apuradas. La cocina es bastante grande, demasiado para dos mujeres. Una mayor, algo regordeta pero desenvuelta y otra más joven de pelo castaño y algo desaliñada a la que le cuesta más.

-Perdonad... ¿Sabéis dónde está la clínica? - No me muevo de debajo del marco de la puerta. Parecen demasiado ocupadas como para poder centrarse en mí, puede que vayan con algo de retraso con sus tareas. Los horarios de este lugar son bastante estrictos.

-En el sótano. ¿No te han dado un mapa junto con las llaves? - La chica de pelo castaño es la única que me contesta, la otra señora parece demasiado ocupada.

-No se me da bastante bien leerlos, pero gracias. - Me despido con la mano mientras la joven vuelve a sus tareas de la cocina. Sigo teniendo la misma duda, no tengo la menor idea de donde se encuentra el sótano, esta casa es un laberinto.

Giro sobre mis pies y quedo en frente de uno de los ventanales. No sé que se supone que tengo que sentir respecto a la escena que estoy presenciando. Un hombre trajeado ha lanzado una mochila por encima de la verja y esta ha caído dentro de la finca. La chaqueta de su traje descansa sobre su hombro y ha llegado su turno, empieza a escalar la verja, parece que tiene cierta práctica o al menos la suficiente como para que su traje siga impoluto.

Al caer a este lado se aparta el flequillo rojizo de la cara y recoge su mochila, no necesita ni siquiera ajustarse el traje. Cuando empieza a caminar es cuando realmente puedo apreciar lo ajustado que le queda el traje en torno a su modelado cuerpo. Una buena espalda, unos brazos fuertes...

-Bonitas vistas, ¿no? – Se ríe la joven de antes apareciendo justo detrás de mi.- Es normal ver esa escena, se suele olvidar las llaves aquí dentro. Soy Mia.

Antes no me había fijado mucho en esta chica, tiene la cara salpicada de pecas bajo sus grandes ojos castaño claro, que son casi del mismo color que su pelo. Lo tiene recogido en un moño alto, salvo un pequeño mechón de su flequillo. Lleva un uniforme algo corto para el trabajo que tiene.

-Ya me parecía que tenía demasiada práctica... Yo soy Ahri. ¿Me puedes llevar al sótano ahora? Hay tantas puertas que no sé cual es...

-Pues casi mejor que te lleve él.- Señala al fornido hombre que acaba de saltar la verja y se acerca a la puerta mientras Mia levanta los dedos de uno en uno esperando a algo, cuando llega al tercero, el timbre suena y va a abrirle la puerta al recién llegado.

-Mia, hola. ¿Se han despertado ya los demonios?- El hombre entra apurado y no puedo evitar fijarme en él, llama bastante la atención. Es más grande de lo que parecía y al pasarse la mano por el pelo, me fijo en un par de pendientes adornando su oreja, algo más adecuado para personas algo más jóvenes pero que en su caso le dan un encanto especial.

-Pues de momento no, pero tienes una nueva compañera.- La joven llamada Mia me señala.- No sabe donde queda la clínica.

-Pues nos vamos, tenemos que preparar las cosas para las visitas y llevamos un retraso bastante grande.- Me hace un gesto para que le siga y nos dirigimos a una puerta al lado de la cocina.Tras abrirla, bajamos unas escaleras. Las luces estaban encendidas. Lo primero que veo es una mesa de escritorio con papeles encima y un ordenador en la esquina, las paredes son completamente blancas, como el resto de cosas, salvo por la mesa y las estanterías. No hay instrumental médico a la vista.

-¿Empezamos?- Asiento con la cabeza y abre la primera estantería.- Aquí están los guantes y mascarillas. En esta de al lado está el tensiómetro, termómetro y todo el instrumental para las constantes vitales.

-Entendido.- Asiento y miro los aparatos. No son los más avanzados.

-Aquí está el instrumental de extracción, medicación y vendajes. El resto no se suele utilizar, así que puedes investigar tú cuando quieras.- Se pasa la mano por la cara pensando en más información. – A todos los pacientes se les realiza una exploración básica cada día por la mañana, a no ser que tengan programada otra cosa y se habla un poco con ellos. Eso se anota en las historias clínicas, la contraseña es "me cago en tus putos muertos" todo junto y en minúsculas y soy el doctor Gauthier, Alistair. ¿Alguna pregunta?- Termina el discurso con una sonrisa muy agradable, se nota que hay prisa. Niego con la cabeza y empiezo a preparar las cosas para el primer paciente.

-No te preocupes, ya se te ocurrirán...-Enciende el ordenador y abre los programas necesarios. Me coloco detrás de él y en efecto, la contraseña era esa. La primera persona en entrar a la consulta va a ser una tal Sumika Blunt. De salud está decente, las únicas notas reseñables son que necesita llevar una vida menos sedentaria y que hay que mantenerla despierta el máximo tiempo posible.- Vamos a por la primera, es tu tarea pero es para que te aprendas las habitaciones.

Sinful HouseWhere stories live. Discover now