ONE-SHOTS - Cherik.

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EXPLÍCITO : 01|10

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CUARENTENA

— El gobierno canceló nuestras clases.
Aunque ya era cotidiano que su esposo dijera esas palabras, en ese mismo orden, cada cierta cantidad de tiempo; no era normal verlo tan alterado por ello, empujando las puertas al golpearlas con su silla de ruedas, y dando órdenes casi violentas a sus estudiantes para que salieran huyendo a encerrarse en sus cuartos.

Suspiró de brazos cruzados, aunque habría prometido no volver a pronunciar un "te lo dije" sarcástico, era el momento para hacerlo.
— Charles. Te lo di- . . . — Y la mirada llena de odio que le fue dedicada y lo obligó a morderse la lengua para callar, era también inusual; al momento de su casamiento, el ajeno había empezado a reprimir todo sentimiento de decepción y angustia con una sonrisa a modo de mueca y palabras dulces, porque "no voy a admitir que estoy casado con un imbecil".

— Sí vas a darme un sermón sobre como los humanos nos odian, y cualquier excusa pobre para ir a asesinar personas hazlo fuera de mi casa, Lehnsherr. Estás aquí y no encarcelado gracias a mi, y a la compasión.
Nuevamente; extraño.
Su actuar lo hicieron levantar una ceja, no había visto al ajeno tan alterado desde hacía años, si es que incluso existía un momento donde su paz se haya colmado.

Su mirada bajó hacia el dedo que lo señalaba como culpable de todo, algo natural pero no en Charles, y supuso que en lugar de dar su discurso típico, se vería en la obligación de escuchar.
— ¿Qué los hizo cambiar de opinión? — Casi se atraganta al contener un "esta vez..." cargado de sarcasmo.

— Cuarentena obligatoria. Hay un nuevo virus, todavía no hay mutantes que impliquen un factor de riesgo o contagio, pero... dijeron que sería consciente de mi parte el suspender las clases por el bien de todos.

Miró alrededor; el estudio estaba bastante tranquilo, como nunca antes, sin ningún profesor molesto buscando llamar la atención ajena, o algún estudiante con una excusa de herida apenas visible para que su esposo les pusiera una bandita estampada. Estar alejados de ellos por un tiempo sonaba; tentador.

El tiempo que pasaba con el menor cada vez se iba reduciendo más y más; los estudiantes lo tomaron como una figura paterna a la cual molestar incluso a altas horas de madrugada, y entre sueños podía sentir como se le escapaba de entre los brazos para acomodarse en el asiento acolchado de la silla de ruedas y ver quién necesitaba de su presencia.

Un descanso; es lo que necesitaban.
Pero no podía proponerlo o hacer burlas sobre ello, no cuando su amado estaba al borde de las lágrimas.
Sabía muy bien que disuadir al contrario de su sueño utópico de una escuela donde no sólo dictar clases normales sería prioridad, si no también enseñanza específica de control en poderes, era imposible.
Lo supo incluso antes de darse cuenta de sus sentimientos.
Y lo aceptó.

Seguramente se arrepentiría, joder, ya lo estaba incluso antes de decirlo.
— Clases virtuales. — Pero ver el brillo iluminar ese azul profundo, bordeando sus pupilas, fue suficiente recompensa.

— Puedes darles clases virtuales. No estarían expuestos. Tenemos... Tienes los medios para que cada estudiante tenga un computador de calidad en su cuarto.

Cuando el menor se recargó con ayuda del reposabrazos de su silla, para darse impulso y poder unir sus labios con los suyos, en un cálido beso.
Sintió como de a poco su gélido corazón nuevamente se colmaba en tibieza.

Tres días después:

— El gobierno canceló mi propuesta de clases virtuales.  Porque al parecer no se encender un proyector.

Y eso fue suficiente para que dejara escapar la carcajada que mantenía desde hacia días.