Siento cómo la presión se eleva , todo va demasiado rápido, siento una multitud a mi alrededor cuando solo hay tres personas caminando, me falta la respiración, esto va a acabar conmigo. Y todo se vuelve negro.
Mi visión se aclara, aunque yazco en el suelo. Ya no hay nadie, ni siquiera sé qué hora es o la noción del tiempo. Me cuesta levantarme, las piernas me pesan y tengo los brazos adormilados. Qué vergüenza quien me haya visto de esta manera. Aparto el pelo de mis ojos y boca. Siento angustias. Me apoyo en la pared, me tiembla todo.
El ambiente está calmado, más que antes, a decir verdad. Siento una tranquilidad inexplicable, el viento acaricia mi cabello y me calma aún más. Es el mismo lugar, pero algo no me encaja. Cierro los ojos, inspiro y expiro. Una voz bastante conocida me llama a mis espaldas.
- Ya se despertó la princesita. – Comenta riéndose.
Giro la cabeza como un búho. No hay nadie. Frunzo el ceño y vuelvo a mi posición, pero una gran figura se apropia de mi camino. Mi primera reacción es gritar y retroceder, aunque por algún motivo que desconozco, pienso que no es la primera vez que lo veo.
- Cómo te echaba de menos, hace mucho tiempo que no te pasabas por aquí.
El ser no tiene expresión facial, pero por su tono de voz percibo que está feliz. Quién o lo que me habla es un signo de interrogación, sus brazos y piernas de palitos negros son exactamente igual a una animación. Su color es blanco puro, tanto que casi me reflejaba en él.
- Espero que estés mejor, vamos a dar una vuelta para que recuerdes.
Interrogación anda delante de mí con brío. Aún no me he movido de mi posición, sigo sin saber que está pasando. Eso se detiene y grita para que lo siga. Mis pies obedecen a la orden, sin embargo, no siento control sobre mí.
Me lleva hasta un instituto al cual había entrado muy pocas veces, está al final del pueblo. Abre la puerta de la entrada y para mi sorpresa, todos son interrogaciones. Boquiabierta decido preguntarle algo, mas, mis palabras no salían, solo balbuceos.
- Tranquilidad. Siempre te pasa lo mismo. – Dice entre carcajadas.
Las interrogaciones hablan entre ellas y todas son exactamente iguales. Ninguna lleva mochila para poder distinguirlas, así que veo copias exactas pasar de un lado para otro. Siento las miradas y los cuchicheos a mi alrededor, pero interrogación no opta por moverse de ahí. Solo me está mirando.
- Este año hay gente nueva en la escuela, así que no se me hará pesado volver a comentarte quienes dicen ser todos.
- ¿Quiénes dicen ser? ¿No querrás decir, quiénes son?
- También echaba de menos que me preguntaras eso.
Comienza a caminar otra vez, esta vez sí le sigo el paso sin quedarme atrás. Paramos al final del pasillo. Me tira hacia atrás con dulzura y me mira fijamente. Cuando estoy preguntando que mira, justo suena la campana. Poco a poco van apareciendo cientos de interrogaciones, unos más bajos y otros más altos, pero todos iguales.
- Bien, ya que ya han salido todos, empecemos con las presentaciones.
Abre puerta que había tras nosotros y se mete sin esperar a que lo imite. Paso y es un aula normal, con sus mesas, pupitres, pizarras, ventiladores, pared blanca y unas cuantas cartulinas pegadas sobre ella.
Interrogación se sienta en la silla pegada a la ventana más grande y observa. Yo me siento en la mesa que le corresponde a su asiento.
- Bien. ¿Ves a ese grupo de cinco qué está al lado de la papelera marrón? Son
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3 a.m, no puedo dormir y escribo esto.
Randompequeñas historias que se me ocurren mientras escucho música.